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CRÍTICA DE TEATRO
Miércoles, 16 de diciembre 2009, 04:05
UNA joya de la literatura dramática escrita por Martin McDonagh, premio de la crítica de New York a la mejor obra en 1.998, es 'La reina de la belleza de Leenane'. El texto es un claro e ilustrativo ejemplo del llamado 'Teatro de la Crueldad'. Ese movimiento teatral surgido en 1932 en base al manifiesto publicado en la Nouvelle Reveu que dirigía Paul Valéry. «No prostituir la idea de teatro, que tiene un único valor: su relación atroz con la realidad.». La obra estrenada hace unos días en el Teatro Cánovas es un claro y brillante ejemplo de un teatro que escudriña los comportamientos de los seres humanos y muestra descarnadamente los comportamientos heroicos y miserables de sus personajes.
En su exposición del sacrificio abnegado, falto de ternura a causa del cansancio, la sensación de estar sacrificando la propia vida y el cruel egoísmo con que responde la receptora de esa dedicación, la otrora reina de belleza decide comenzar a vivir lejos del lugar una nueva etapa, el comportamiento egoísta de su madre tratará de que llegue tarde a la cita. La puesta en escena muestra la pobreza ambiental y anímica de los personajes y puede que no haga falta más, porque los intérpretes se encargan de darle contenido a la acción dramática en un alarde de interpretaciones tan magníficamente ajustadas al drama general y a las particulares tragedias de cada uno de ellos.
Sería injusto no resaltar a Maite Brik en la egoísta e insufrible madre, Gloria López en una espléndida y ya marchita reina, Chema del Barco en un indeciso pretendiente y Juan Vinuesa en un Ray poco estable mentalmente, pero entrañable en sus reacciones. Teatro con mayúsculas y un tema de todos los tiempos.
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