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Pablo Pineda posaba ayer para las cámaras en La Concha. / RAFA RIVAS. AFP
«Me lo he pasado muy bien en esta película, pero quiero ser profesor»
CINE

«Me lo he pasado muy bien en esta película, pero quiero ser profesor»

El malagueño Pablo Pineda conquista el Festival de San Sebastián con 'Yo también', su debut como actor

O. L. BELATEGUI

Viernes, 25 de septiembre 2009, 04:45

Julio Medem tiene una hija de dieciséis años con síndrome de Down. «Una niña suerte», como la llama, que da nombre a su productora, Alicia Produce. Cuando el director donostiarra leyó el guión del proyecto andaluz 'Yo, también' supo que debía respaldar financieramente una película «que consigue que nos sintamos más cerca de los que nacieron con un cromosoma de más». Su protagonista es su razón de ser, Pablo Pineda, un chico malagueño de 35 años, que en su día fue noticia al convertirse en el primer europeo con síndrome de Down licenciado en una universidad. Ayer arrebató los flashes al mismísimo sir Ian McKellen.

Había temor a que la primera cinta española a concurso fuera un ejercicio de buenrollismo y conmiseración. La desbordante personalidad de Pineda consigue que el debut de los realizadores Álvaro Pastor y Antonio Naharro esquive el sentimentalismo. 'Yo, también' cuenta una historia de ficción. No es la vida de Pablo, pero casi. Empleado en la consejería andaluza de Asuntos Sociales, el chico se enamora hasta las cachas de su compañera de trabajo (Lola Dueñas haciendo de chica ligera de cascos).

Ahogada por el pasado, ella es a su manera tan 'Down' como su nuevo amigo, en el que encuentra paz y cariño aunque no lo vea como un hombre. Tachada por algunos de tramposa en su visión del colectivo dada la inteligencia y verborrea de su actor principal, 'Yo, también' rebosa humor en las réplicas de Pineda, que ya está bregado ante los periodistas. «Ese temblor de la grabadora dice mucho. No sabéis cómo actuar, qué decir. Tenéis miedo a meter la pata. Queréis ser política y socialmente correctos, y no os lanzáis a averiguar qué hay dentro de nosotros. Os quedáis con el discurso de los psicólogos, y hay que dejar de endiosarlos».

Pablo explica que se parece a su personaje en el mundo interior. «Los deseos, sueños y miedos son los de cualquier chico con síndrome de Down». No es actor ni piensa dedicarse al cine. «Ha sido una experiencia irrepetible, se podrán hacer muchas películas sobre nosotros, pero no con la magia de esta». Meterse en el papel le supuso tanto esfuerzo como a cualquier intérprete: «Nosotros sabemos expresar muy bien nuestros sentimientos, no somos personas cohibidas, sino espontáneas y naturales. Mis emociones son genuinas; gritaban 'corten' y seguía llorando unos minutos».

Cuando tenía seis años, un profesor le preguntó si sabía que tenía síndrome de Down. «Por supuesto, le respondí sin tener ni idea de qué hablaba. Lo de los genes y cromosomas me sonaban a chino. Hasta que le pregunté: '¿Soy tonto? ¿Puedo seguir estudiando?'. Y hasta ahora». Como le ocurre al protagonista, Pablo tuvo la suerte de que sus padres le hablaran como a un chico normal. «Ellos me inculcaron la curiosidad y la voracidad cultural».

Hijo de un empleado del teatro Cervantes y un ama de casa, ha devorado mil funciones de ballet, ópera y conciertos. Como tantos treintañeros, Pablo sigue viviendo con sus padres -«se está muy bien en casa de los papás, y no tengo trabajo fijo»- hasta que una chica se fije en este 'chico suerte'. «Creo que he puesto el listón demasiado alto, me gustan las más guapas. Soy muy enamoradizo y nunca he tenido pareja. Cuando me he enamorado me han dicho que sólo era un amigo. Eso me hace luchar más».

Dueñas y Pineda se han hecho buenos amigos. El «irrepetible y maravilloso» rodaje que vivieron con 'Yo, también', continúa. Lo suyo es un flechazo cinematográfico con mayúsculas. Pese a todo, el malagueño mantiene los pies en el suelo: «Vivir del cine, en el que todo es muy rápido y a la vez muy lento, debe ser muy duro. Me lo he pasado muy bien en esta película, la primera que hago, y me he visto muy bien, pero yo quiero ser profesor».

Directo al corazón

'Yo, también' fue la estrella en la jornada de ayer. El filme muestra que los enfermos con síndrome de Down son personas, con sus sentimientos y sus problemas, algo que, aunque obvio, siguen existiendo personas que no lo entienden. Estupendo Pablo Pineda, que puede ser, no solo el primer actor con Down, sino también el primero en lograr la Concha de Plata.

Ya se sabe que los jurados suelen ser extremadamente sensibles ante actores con un plus de dificultad para crear un personaje. También Lola Dueñas está soberbia. La película resulta, muy emotiva y debería ser de visión obligada.

Historia de denuncia

También aborda un tema social la australiana 'Blessed', segunda película a competición de la jornada de ayer y tercer largometraje de la abogada y directora australiana Ana Kokkinos. El filme es una mirada a un grupo de jóvenes desarraigados y a sus familias desestructuradas de Melbourne. 'Blessed' también es una historia de denuncia, con un cierto tono de docudrama, que busca reflejar lo peor de las familias rotas, en donde la comunicación padres-hijos brilla por su ausencia. No por ser historias también muy previsibles dejan de interesar. La directora las hilvana con habilidad para mostrar un mosaico de personas heridas y relaciones familiares fracturadas.

Por su parte, la sección Zabaltegi acogió ayer el documental 'Máscaras', en el que los periodistas y críticos Elizabet Cabeza y Esteve Riambau indagan sobre el trabajo del actor, con José María Pou y su transformación en Orson Welles como excusa. El resultado es un documental fascinante, un gran homenaje a lo que significa ser actor.

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