
AMANDA SALAZAR
Miércoles, 17 de diciembre 2008, 03:16
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Hace veinte años, la vida de Trinidad Caparrós dio un vuelco cuando los médicos le dijeron que sus dos hijos gemelos, Adrián y Nacho, padecían autismo. Su vida cambió, sí, pero ella asegura que para mejor, porque no rendirse ni una sola vez en todos estos años ante el problema de sus hijos le ha convertido en mejor persona.
Trinidad nunca tiró la toalla con sus hijos y buscaba respuestas en todos los estudios realizados sobre el autismo para conocer un poco más el mundo de Adrián y Nacho. Pero lo que más le dolía era no poder comunicarse con ellos. «Las personas con autismo tienen muchas dificultades para comprender las palabras porque no pueden procesar bien los sonidos o los gestos que utilizamos con los labios para hablar, así que es como si fuesen sordos, mudos y ciegos para el lenguaje», explica.
Un día, a Trinidad, profesora prejubilada, se le encendió una luz y decidió aplicar todo lo que había aprendido con las investigaciones médicas para crear un método visual que sacase del mutismo a sus hijos. A través de juegos con tarjetas visuales con la posición de la boca en los distintos sonidos, Adrián consiguió pronto conocer trece fonemas distintos con los que empezó a hablar.
En primera persona
«El primer día que habló dijo sólo tres palabras: mesa, salto, daño; para mí fueron las palabras más bonitas del mundo porque, por primera vez mi hijo era capaz de expresar un dolor», recuerda Trinidad, quien asegura que una decena de niños con autismo están utilizando ya este método, que se basa en la implicación de las familias, con buenos resultados en Málaga y Talavera. Gloria Fuentes, psicóloga que ha trabajado con Adrián y Nacho durante los últimos once años, asegura que el resultado es espectacular. «Cuando empiezan a hablar y, sobre todo, a comprender las palabras, les cambia la expresión; ya no tienen ese rostro como ausente, sino que te prestan atención y están más despiertos», dice.
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Para Trinidad, quedan lejos los episodios en los que sus hijos, debido a su hiperactividad, llegaban a agredirla. «Si te apasionas y eres persistente puedes asomarte a su silencio y rescatarles de él», explica. Ayer presentó un libro con los resultados de esta experiencia en el Instituto de Innovación para el Bienestar Ciudadano, situado en el Parque Tecnológico. Ha puesto a su sistema el nombre de método Adryna, por sus hijos Adrián y Nacho. Pese a los progresos, Trinidad asevera que esto no es más que el principio y que el final del proceso será enseñar a las personas con autismo a construir frases completas con un vocabulario más amplio. Un propósito ambicioso pero para el que cuenta con la mejor motivación: sus hijos.
MÁS INFORMACIÓN
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www.metodoadryna.com
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