R. G.
Jueves, 4 de diciembre 2008, 04:30
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No es la primera vez que ETA se apropia del discurso ecologista para camuflar sus atentados. Sucedió en 1989, cuando se iniciaron las obras de la autovía de Leizarán entre Pamplona y San Sebastián, adjudicada a un consorcio del que formaba parte Altuna y Uria. Los movimientos ecologistas mantuvieron una disputa jurídica por su trazado y de los argumentos legales se pasó al terrorismo en cuanto ETA se hizo con la bandera: cuatro asesinados, entre ellos el delegado de Ferrovial José Edmundo Casaña y dos policías muertos al desactivar una de las 14 cartas bomba que ETA envió a empresarios y cargos políticos. De forma simultánea, los actos de sabotaje, casi 200, se sucedían. Hasta que en abril de 1992, las instituciones desistieron y pactaron un nuevo trazado. La autovía se inauguró el 6 de mayo de 1995 con el trazado que ETA decía querer.
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