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AMANDA SALAZAR
Domingo, 30 de noviembre 2008, 12:26
En el siglo pasado, cuando los españoles emigraban a Argentina se les llamaba gallegos porque la mayoría de procedía de esta región y la denominación se extendió a todos los que llegaban de la madre patria. Con la comunidad china en España ocurre lo contrario. Para los españoles, todos son ciudadanos chinos sin distinción, pero lo cierto es que la gran mayoría proviene de sólo dos ciudades de la misma región, Zhejiang.
En Málaga, el 60% de los más de 3.800 inmigrantes chinos que viven en la provincia son de Guangzhou y Quintian. Pocos conocen por sus nombres estas dos ciudades, pero es la cuna de la mayoría de la ropa, gafas y calzado que utilizamos. Allí, lo raro sería conocer a algún ciudadano chino que no tuviese parientes en España.
Guoguang Zheng, o Chen como le conocen en Málaga, es de Wenzhou y vive en Málaga desde 1983. Este propietario de una cadena de restaurantes de comida china en Málaga explica la razón de que muchos de sus convecinos hayan decidido viajar a España: «Allí hemos crecido con la idea de viajar a Europa porque los familiares que viajaron al viejo continente después de la Segunda Guerra Mundial nos hablaban de un mundo lleno de oportunidades», dice.
Emigración heredada
Para Chen, su mayor ejemplo fue su abuelo, que logró salir de China antes de la Segunda Guerra Mundial. China soportaba entonces muchas penurias y pobreza y, como el abuelo de Chen, fueron muchos los que salieron para buscar nuevas oportunidades. «Mi abuelo tardó un mes en llegar en barco a Holanda», explica Chen. Poco después, se estalló las guerra y se cortaron las comunicaciones. Japón invadió casi toda la zona costera y la ciudad marítima de Wenzhou fue una de las pocas que resistió los ataques. Su puerto resultó clave para abastecer al país frente al sitio del ejército nipón.
Durante muchos años, el abuelo de Chen no pudo comunicarse con su familia en China. Ni su familia sabía si había llegado a Holanda ni él conocía la situación de sus parientes durante la contienda. El abuelo de Chen se ganaba la vida trabajando donde podía. Las cosas mejoraron y pudo enviar dinero a su familia en China. Después de hacerse con unos ahorros, volvió a Wenzhou, pero nunca dejó de recordar Europa. Les contaba a sus nietos sus aventuras fuera de China. Chen siempre supo que viajaría a Europa.
Con la muerte de Mao Zedong en 1976, el país empezó a abrirse y muchos ciudadanos decidieron marcharse. Chen no se lo pensó dos veces y se trasladó con su hermano a Holanda. Allí comenzó su periplo europeo. «En China no habría tenido las mismas oportunidades que las que he encontrado al trasladarme a España», dice Chen, que llegó a Málaga en 1985.
El sueño europeo
La mayoría de los inmigrantes chinos que llegan a Málaga trabajan para negocios de sus compatriotas. Si tienen suerte y ahorran lo suficiente, crean su propio negocio, normalmente relacionado con la restauración o bazares.
Wenzhou y Quintian son ciudades vecinas al sudeste de China, muy cerca de Hong Kong. Wenzhou es una ciudad costera de mediano tamaño con un puerto destacado. Bueno, mediano para las dimensiones de China, porque tiene cerca de ocho millones de habitantes. Quintian está en el interior y es una ciudad más agrícola. Ambas son ciudades de emigrantes. «En Quintian casi el 80% de la población emigra, mantienen allí a las personas mayores y luego los trabajadores regresan cuando son ancianos», indica Shin Chen, Carlos para los españoles, y miembro de la Asociación Cultural China de Málaga.
Carlos es uno de los pocos chinos licenciado en Filología Hispánica y ayuda a estudiantes chinos a aclimatarse a su nueva vida en Málaga. Él no es de Zhejiang, sino de la vecina provincia de Jiangsu, pero conoce bien a sus compatriotas. Esta semana ha recibido a un nuevo grupo que estudiará durante ocho meses español en el Centro Superior de Formación Europa Sur (CESUR), en el Parque Tecnológico. Lo primero que enseña a los chicos es a utilizar la tarjeta del autobús. En el aula, la estadística se cumple. De una quincena de alumnos, más de la mitad proceden de Zhejiang. Después de aprender la lengua, estudiarán un año en Málaga. Es la otra cara de la comunidad china en la ciudad. Mientras que antes sólo se veían ciudadanos chinos que venían a trabajar, ahora es cada vez más común la presencia de estudiantes procedentes de este país. La Universidad de Málaga (UMA) también ha firmado un convenio con varias universidades chinas para realizar intercambios de estudiantes.
«Me hace mucha ilusión estar en Málaga; quiero estudiar comunicación audiovisual aquí y mejorar el español», dice con dificultad Ju Wei, una de las alumnas chinas que estudia en CESUR.
En el restaurante Wok de Chen, en el paseo marítimo Antonio Machado, Guang Yong, uno de los cocineros, explica que llegó hace siete años a Málaga y que hace poco pudo traerse a su esposa y su hija. «Málaga es un lugar maravilloso para criar a un hijo», indica. Chen explica que los chinos suelen contratar a otros compatriotas para echarles una mano cuando llegan. Las redes sociales entre ellos son muy fuertes y se ayudan unos a otros. Las diferentes familias chinas en Málaga suelen venir de los mismos barrios de Wenzhou y Quintian y casi todos se conocen.
Pese a ser una comunidad bastante cerrada, la mayoría siente a Málaga como su tierra. Chen vuelve cada año a Wenzhou, pero solo de vacaciones. «Allí están mis raíces, pero aquí crece el tronco del árbol de mi vida y los de mis hijos», añade. Poco a poco, también se abren a la sociedad malagueña. «He probado el jamón de pata negra, la paella y las tapas y me encantan», sentencia Chen.
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