El sedentarismo
El poco tiempo disponible para el disfrute personal y las interminables jornadas laborales marcadas por el estrés provocan que las personas realicen cada vez menos actividad física sobre todo los adultos, con graves consecuencias para la calidad de vida Los modos de vida no activos son una de las 10 causas de mortalidad en el mundo
POR SERGIO LLUL DIRECTOR DEL GIMNASIO FITNESS 100 DE ALGECIRAS WWW.FITNESS100.COM
Domingo, 16 de marzo 2008, 02:48
UN estudio realizado por un centro de medicina deportiva madrileño revela que dos de cada tres adultos europeos no se ejercita moderadamente ni siquiera media hora al día y que el 25% no realiza ninguna actividad física. El sedentarismo, por tanto, se extiende con rapidez en la sociedad actual y con él la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes o cáncer de colon, entre otras muchas.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) explica en un informe que los modos de vida no activos son una de las 10 causas principales de mortalidad, hasta el punto de provocar alrededor de dos millones de muertes anuales en el mundo. Tal es la situación que esta organización recomienda seguir una serie de consejos para enfrentar este mal: paseos diarios de media hora, carreras de quince minutos y rutas en bicicleta.
Existen multitudes de razones por que las personas han comenzado los programas de caminar. Mejora su condición física, ayuda a sentirse bien, disminuye el estrés, ayuda a dormir mejor, le fortalecerle los músculos, ayuda a controlar su peso, aumenta el número de calorías que su cuerpo consume, etc...
IMPORTANTES CONSECUENCIAS
El sedentarismo se entiende como la ausencia de la actividad física necesaria para que el organismo humano se mantenga en un estado saludable y es causa directa del aumento de la mortalidad, morbilidad y discapacidad de los individuos que viven inmersos en estos modos de vida diarios.
Así lo certifican los estudios elaborados al respecto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, incluso, llegó a dedicar el Día Internacional de la Salud de 2002 a promover estilos de vida activos frente a la proliferación del sedentarismo, un problema importante de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo.
A primera vista, los modos de vida sedentarios no parecen causa directa de males y enfermedades. Nada más lejos de la realidad.
De hecho, las conclusiones de un informe elaborado por la citada institución internacional sentencian que los modos de vida no activos son una de las 10 causas principales de mortalidad en el mundo, hasta el punto de provocar alrededor de dos millones de muertes anuales en el mundo.
Tal circunstancia, se debe principalmente a que el organismo humano está diseñado para ser ejercitado de forma constante como fórmula para adaptarse con garantías al medio que le rodea. No hacerlo así equivale a certificar la atrofia de tejidos, músculos y tendones y, por ende, a incidir en la propensión al deterioro del estado de salud del individuo sedentario, que verá cómo duplica el riesgo de padecer enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la diabetes de tipo II y la obesidad, patología que ha duplicado su presencia en los últimos años hasta el punto de afectar a pacientes en edades muy tempranas.
Una circunstancia que ya ha motivado campañas institucionales para luchar contra su aparición entre los más jóvenes -se estima que el 30% de los niños obesos llegarán a adultos obesos.
En este sentido, cabe reseñar que las personas sedentarias también tendrán más posibilidades de sufrir hipertensión arterial, estreñimientos, varices, sensación de fatiga, dolores de espalda, osteoporosis, depresión, ansiedad y cánceres como el de colon o el de mama, entre otros.
MERMA DE LA CALIDAD DE VIDA
La vida sedentaria contribuye a que el esqueleto se debilite y pierda sus funciones más allá de los movimientos habituales. Ello se debe a la misma naturaleza de los huesos.
En ellos, unas células llamadas osteoblastos se encargan de fabricar tejido óseo en aquellas zonas que necesitan ser reforzadas debido, por ejemplo, al esfuerzo o al ejercicio. De esa forma, la estructura ósea se fortalece. Por el contrario, otras células llamadas osteoclastos destruyen hueso y absorben calcio allí donde ya no hace falta. De ahí que el esqueleto de los individuos sedentarios se descalcifique progresivamente en mayor medida que los huesos de las personas entrenadas y ceda más fácilmente a los traumas o a enfermedades como la artrosis o la artritis.
De igual forma, las personas sedentarias tienen más posibilidades de padecer dolores musculares. De hecho, la falta de actividad consigue que los músculos y los tendones pierdan tamaño, fuerza y flexibilidad, se aplanen y se fatiguen con mayor facilidad. De ahí que surja la necesidad de adiestrarlos constantemente. De no ser así, el sistema muscular corre el riesgo de derivar en contracturas y éstas, en males crónicos. La situación descrita llega acompañada de otra igualmente preocupante. Y es que con el sedentarismo la proporción de grasa en el organismo es cada vez mayor en relación a otros tejidos, aunque ello no implica que se aumente el peso necesariamente, ya que los músculos decrecen. Además, hay que tener en cuenta que la falta de ejercicio afecta al individuo doblemente, ya que consigue disminuir la capacidad de adaptación de las personas a la actividad física cayendo así éstas en un círculo vicioso.
AFECTA A MÁS DEL 50% DE LA POBLACIÓN
Los números exponen que el porcentaje de personas adultas sedentarias oscila entre el 60% y el 85% en casi todo el mundo. Sobre el particular dice la Organización Mundial de la Salud que, al contrario de lo que pudiera parecer, la ausencia de la actividad física necesaria afecta casi por igual a países ricos y a países en vías de desarrollo. Tal es así que esta institución asegura que en occidente más de la mitad de su población adulta vive de forma sedentaria y se extiende con celeridad por los estados pobres debido, en gran parte, a las condiciones que padecen éstos, poco propicias -aglomeraciones, mala calidad del aire y del agua, ausencia de equipamientos e instalaciones adecuadas o las carencias básicas, entre otras- para el desarrollo de la actividad física.
De esta tendencia, tal y como apunta la OMS, no se libran ni las poblaciones rurales, donde el ocio sedentario, como la televisión, está ganando aceptación de forma rápida.
Como remedio al sedentarismo, los consejos médicos atienden a recomendaciones sencillas. En este sentido, una dieta equilibrada y ajustada a los requerimientos de cada organismo y una vida activa cobran fuerza como principales soluciones. Es decir, comer de forma variada y en su justa medida, y realizar frecuentemente algún tipo de actividad física, entendiendo ésta no como arduos entrenamientos deportivos, sino como paseos diarios de media hora, carreras de quince minutos, rutas en bicicleta o, simplemente, a través de los juegos infantiles.
Y es que la mayoría de los beneficios que aporta el deporte se pueden conseguir con actividades moderadas como las citadas. Ahora bien, a mayor nivel de actividad física controlada, mayor serán los beneficios obtenidos y la sensación de bienestar.
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