

Secciones
Servicios
Destacamos
TEXTO: IGNACIO LILLO
Domingo, 10 de febrero 2008, 14:46
LA cita es en la plaza de Leonardo da Vinci, en la urbanización que está a espaldas de la comisaría de la Policía Local de El Candado, en El Palo. Es el campo de pruebas soñado. Los bancales de las jardineras, dispuestas en varios niveles y alturas, las escaleras, los pasillos... Todo vale para crear un gimnasio improvisado al aire libre.
Sobre una plataforma similar a la cubierta de un aljibe, tres jóvenes se preparan para el gran salto. Toman impulso y vuelan en arriesgadas posturas hasta la acera. Parecen de goma.
Lo que hacen se llama 'parkour' y, aunque nació en los suburbios franceses, está ganando adeptos entre los adolescentes malagueños. Los usuarios -que se autodenominan 'traceur', trazador en francés- lo definen como un gimnasio callejero, donde el mobiliario y los obstáculos se convierten en improvisados aparatos de ejercicio.
La mezcla de deporte alternativo con legendarios inicios humildes -practicado por los jóvenes de barrios bajos, que no podían permitirse ir a las salas de musculación- es un cóctel irresistible para muchos jóvenes.
En su vertiente más urbana, consiste en hacer un recorrido en línea recta, superando todos los hitos del camino, y procurando adornar los movimientos. Como entrenamiento, se utilizan los elementos de la calle, como muros, paredes y coches, para hacer arriesgadas acrobacias aéreas. Se emplea también como método de defensa y de huida ante una eventual agresión. En Francia y Gran Bretaña ya hay profesionales y hasta gimnasios de esta modalidad.
Entre el grupo que a esas horas de la tarde se ejercita en El Candado se encuentra David Medina, 16 años, quien en ese momento ayuda a sus compañeros a desarrollar nuevas habilidades o «trucos», como ellos los llaman.
Para el joven estudiante, con un año de experiencia, el 'parkour' es un desafío permanente: «Lo uso para ver hasta dónde puedo llegar con mi cuerpo para superarme. Me motiva para asumir nuevos retos». Salirse de la línea marcada y hacer algo que sobresalga son otras de las razones que Medina esgrime para arriesgarse más en cada salto: «Si algo falla hay que volver a intentarlo. Si te gusta no supone mucho esfuerzo».
Trucos arriesgados
Francisco José Bandera tiene 14 años y estudia tercero de ESO. Hizo sus primeras piruetas en septiembre, al comenzar el curso, contagiado por sus amigos. «Tenía curiosidad, había visto vídeos en Internet», comenta. Lo probó y ahora no hay altura que se le resista: «Esto sirve para salir de la rutina del colegio, practicar es aprender nuevos trucos, es diferente a otros deportes».
«Desde que era pequeño me gusta hacer volteretas, piruetas y saltar muros», dice Alfonso Borrallo, 'traceur' de 14 años. Él fue quien le contagió el gusanillo a Francisco. «Hay que superarse. He ido mejorando, hago incluso mortales hacia atrás», sonríe.
Lo descubrió hace dos años, en primero de ESO, durante una excursión. Luego se puso de moda en el colegio, aunque no tardó mucho en encontrarse con la oposición de los responsables del centro: «Uno se cayó, se rompió el brazo y lo prohibieron. Incluso pusieron barreras en algunas zonas. Pero hay gente que lo sigue practicando a pesar de todo».
Aunque el centro donde estudian no lo permite, sus padres están volcados con su afición. De hecho, asistieron impresionados a la sesión durante la que se elaboró este reportaje (y dieron su consentimiento para mostrar las imágenes que lo acompañan).
Muchos ejercicios o «trucos» son famosos por su alto riesgo. Uno de los peores es el 'gato', que consiste en saltar de frente al muro con las piernas juntas y los brazos a ambos lados. Lo llaman el «rompemuñecas», ya que, como su propio nombre indica, estas articulaciones pueden sufrir lo indecible: el truco termina tomando impulso con las manos al saltar el muro.
Tampoco es fácil el conocido como 'pasavalla', que consiste en estirar el cuerpo apoyado sobre una mano para superar una barandilla.
Volver a intentarlo
Una actividad física tan exigente como esta tiene sus riesgos, de manera que las lesiones están a la orden del día. Todos reconocen haberse hecho daño durante sus particulares sesiones de entrenamiento. «Cuenta mucho si al caerte eres capaz de levantarte y seguir», afirman. Como si, más allá de un ejercicio, el Parkour fuera una filosofía de vida.
David Medina narra el fuerte esguince que sufrió al caer tras un salto desde unos cuatro metros: «Caí mal y me hice daño en la ingle. Tenía las piernas abiertas y ese fue el error». Resultado: diez días de baja. «No podía ni andar». «Me doblé un pie y tuve que estar un tiempo sin moverme. Lo peor es volver a empezar», reconoce a su vez Alfonso. No queda ahí. También se rompió el dedo al apoyar la mano durante un salto y -reconoce con humor- se dio un gran golpe en la entrepierna en una baranda. En su haber, y pese a que lo practica desde hace pocos meses, Francisco Bandera ya se apunta un esguince en una rodilla. «Caí mal desde una altura de más de cuatro metros», reconoce. Intercede David: «Cuando te haces daño en una pirueta es lo primero que quieres volver a hacer en cuanto te recuperas».
Héroes callejeros
Como toda disciplina, el 'parkour' tiene sus referentes. El principal es el deportista francés David Belle, a quien se considera el fundador. Sus hazañas siempre están entre las de mayor audiencia en YouTube, el canal de vídeos en Internet. «Es el mejor del mundo, hay saltos que únicamente ha hecho él, como pasar de un edificio a otro», comentan al unísono. «Está majara», afirman a renglón seguido. Junto a Belle, los tres ponen de relieve las hazañas de los Yamakasi, conocidos por sus apariciones en el cine.
En los meses de primavera y verano, con la llegada del buen tiempo, el escenario cambia y la mayoría de los 'traceur' se mudan a la playa, donde pueden hacer piruetas más arriesgadas sin miedo a hacerse daño, porque la arena amortigua los golpes. Es también la época en la que pueden avanzar más, ya que todos reconocen que durante el curso, entre clases y exámenes, sólo pueden practicar los fines de semana. Es entonces cuando consiguen los mejores vídeos.
Generación audiovisual
«Si no se ve, nadie lo sabe». Bajo esta máxima, los deportistas -que han vivido pegados a los medios audiovisuales desde su nacimiento- se cuidan mucho de dejar testimonio de sus éxitos, y comparten grabaciones con sus hazañas. «Lo peor es cuando te caes o te das un golpe y te graban», confiesa Alfonso Borrallo.
Los jóvenes se turnan para grabarse con videocámaras o con los móviles en sus mejores momentos. Luego las cuelgan en Internet, en portales como YouTube, para que los aficionados puedan verlas, y rivalizan en riesgo y entrega con los demás iniciados en el 'parkour'.
Cuando les vean hacer acrobacias por sus barrios no les recriminen. No es vandalismo, sólo deporte.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Salvan a una mujer atragantada con un trozo de tostada en un bar de Laguna
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.