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PRECURSORA. Retrato de Jane Austen pintado por Ozias Humphry.
Las herederas de Jane Austen
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Las herederas de Jane Austen

Son dos grandes escritoras británicas del pasado siglo, pero casi desconocidas en el mundo de habla hispana. Ahora, dos editoriales españolas rescatan a Ivy Compton-Burnett y Georgette Heyer

TEXTO: ELENA SIERRA

Domingo, 3 de febrero 2008, 02:55

CUANDO Jane Austen murió, en 1817, quedaban aún muchos años para que nacieran dos de las autoras inglesas que sucederían a la de Hampshire en la descripción, romántica pero irónica, de las peripecias de burgueses y nobles británicos, en el cálculo de rentas y dotes, en la combinación de la tranquilidad rural y las prisas de la gran ciudad, ese Londres repleto de fiestas en las que encontrar una pareja adecuada, y en la explicación de los tejemanejes de la alta sociedad en general. A finales de ese siglo vino al mundo en Middlesex Ivy Compton-Burnett, concretamente en 1884; a comienzos del XX, en 1902, vería la luz por primera vez en la capital inglesa otra señorita que haría de la literatura un modo de vida: Georgette Heyer.

Ambas damas son hijas literarias de Jane Austen, con argumentos similares, parecidos lenguajes y una crítica velada a las costumbres de la época de la Regencia, el tiempo en el que la autora de 'Orgullo y prejuicio' y 'Sentido y sensibilidad' vivió y sobre el que escribió, y a las inmediatamente posteriores. Por descontado, ambas descendientes ficticias podían realizar críticas a su época y a la situación de la mujer en general.

En el mundo anglosajón Compton-Burnett y Heyer son consideradas dos de las grandes escritoras de novela histórica, romántica y de costumbres, aunque en el de habla hispana son casi unas desconocidas. Dos editoriales españolas están tratando de sacarlas de la sombra. Salamandra inició hace tiempo la publicación de la obra de Georgette Heyer, y ya están en las librerías títulos como 'La indomable Sophia', 'El tío Sylvester' y más recientemente 'Arabella'.

En cuanto a Ivy Compton-Burnett, cuenta con su propia biblioteca, que toma su nombre, en la editorial Lumen. 'Una herencia y su historia', el primero de los títulos de esta colección especial, se publicó a finales de 2007. En abril veremos 'Criados y doncellas' y el año próximo dos novelas que nunca antes han sido editadas en castellano. Se trata de 'A house and its head' y 'Daughters and sons', aún sin título traducido.

A la altura de Joyce

Para muchos críticos, Compton-Burnett está a la altura de sus contemporáneos James Joyce, D.H. Lawrence y Virginia Woolf, aunque sus tramas y estructuras se asemejan más a la de la generación literaria posterior, la de Evelyn Waugh, Wodehouse o Anthony Powell. Mordaz, dura y con personajes mucho más agresivos y luchadores que los descritos por Jane Austen, la de Middlesex escribió una veintena de novelas en las que otra escritora, Natalia Ginzburg (1916-1991), encontró «una claridad alucinante, desnuda e inexorable».

En esta claridad, «seres impenetrables yacían clavados a sus atroces conversaciones, intercambiándose palabras que parecían mordeduras de víbora». Y es que si algo caracteriza la escritura de Ivy Compton-Burnett es la utilización de los diálogos, rápidos, cortantes, llenos de insinuaciones y mala leche, frente a la pura narración. La escritora rehuía las descripciones y los párrafos explicativos para dar peso, ante todo, a las palabras dichas por sus personajes. Unos seres imaginarios para los que, por cierto, no había descanso, ni luz al final del túnel.

«Jamás derramaban lágrimas, ni sangre, ni sudor; tampoco palidecían, tal vez porque ya eran muy pálidos. No había en aquel mundo felicidad posible; la felicidad, entre aquellos seres, no existía ni siquiera como un mundo perdido. La felicidad sólo se configuraba como un oscuro triunfo del dinero y del orgullo», escribió sobre ellos Ginzburg, cuyas palabras sirven como prólogo a 'Una herencia y su historia', de 1959.

Narradora por excelencia de la época tardovictoriana y considerada la mayor novelista trágica británica del XX, Compton-Burnett refleja en esta su primera novela editada en español la vida en la mansión de los Challoner. Los ingredientes dan para la intriga y la ironía: amor, orgullo, avaricia, matrimonio y adulterio, incesto y muerte. Lumen la presenta como una historia a medio camino entre la intriga de 'Gosford Park' y el decadentismo de 'Lo que queda del día'.

La vida de esta autora tiene también algo que ver con la de Austen. Miembro de familia numerosa -seis hermanos y cinco hermanastros- y burguesa, nunca se casó aunque desde 1919 compartió su piso de Kensington con la interiorista Margaret Jourdain hasta la muerte de esta en 1951. Su ambiente familiar y social la inspiraría para dar forma a sus novelas, y en 1911 publicó la primera, 'Dolores'. A diferencia de Austen, por otro lado, recibió una educación reglada -un siglo antes las mujeres, como mucho, eran instruidas por sus padres o familiares en el salón de casa-. Compton-Burnett estudió Lengua y Humanidades en el Royal Holloway College de Londres entre los años 1902 y 1906.

Inventora de historias

Georgette Heyer, pese a haber nacido más tarde, también comparte rasgos vitales con la autora de 'Emma' y fue admiradora de esta y de Compton-Burnett. Como Austen, de niña se dedicaba a inventar obras de teatro y cuentos en casa para entretener a la familia. En su caso, el detonante fue la enfermedad de su hermano, para el que se dedicó a imaginar historias. Fue su padre quien la animó después a escribirlas y con ello logró que a los 19 años publicara su primera novela, 'La polilla negra'. A la muerte del padre, sería Georgette la encargada de sacar a la familia adelante con sus creaciones literarias, y en este terreno tuvo más éxito que Austen, pues todo lo que publicaba se convertía en 'best seller'.

Heyer se casó joven y dio con un marido que le permitió seguir escribiendo -lo hizo bajo el pseudónimo de Stella Martin desde entonces- mientras él se ocupaba de las tareas más mundanas. Y siempre mantuvo su intimidad a salvo de miradas indiscretas.

Según sus conocidos, era tímida en extremo y vivía casi recluida en casa. Tal vez por ello era una escritora compulsiva y una gran comunicadora sobre el papel -más de cuarenta novelas románticas, una docena de misterio y varios volúmenes de relatos-. Jamás dio una entrevista, y lo que posteriormente se ha publicado sobre ella es por boca de su marido y de algunos amigos. Tenía por costumbre responder sólo a las cartas de aquellos aficionados que le proponían temas interesantes de discusión desde el punto de vista histórico, es decir, sobre lo que ella publicaba. Ante las preguntas personales, respondía que sólo había que leer sus novelas para encontrarla a ella misma en los textos.

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