Los toros de Manolo González deslucen una tarde de no hay billetes
El Cordobés y El Fandi cortan una oreja, y Perera se va de vacío después de dejar apuntes de torería ante un ganado imposible
ANTONIO ROCHE
Jueves, 16 de agosto 2007, 03:54
«Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible», dijo una vez un torero. Una expresión nacida de su propia filosofía. Esa misma se podría aplicar para definir la corrida de ayer en La Malagueta. Manolo González se lució con el ganado que mandó a la feria de Málaga. El apoderado de Francisco Rivera Ordóñez completó una corrida con reses de sus tres hierros: Manolo González (primero), Hermanos González (segundo, cuarto y sexto) y González Sánchez Dalp (tercero y quinto). Ni unos ni otros valieron un duro. Y ante tal desaguisado, el ganadero debería revisar los toros que le quedan en el campo por si fueran susceptibles de llevarlos directamente al matadero, sin que viera una plaza ni de lejos.
Un cartel de tanta expectación, que puso a la una y media de la tarde el letrero de 'no hay billetes' en taquilla, no merece que la gente saliera defraudada por el pésimo juego de los toros. Este factor importante deberían de cuidarlo algo más para que el espectáculo no se venga abajo.
Además, el primer toro, 'Sanlúcar', no debió saltar al ruedo. Los veterinarios emitieron un informe técnico desfavorable para su lidia -su presentación no correspondía con lo que se exige para una plaza de primera-, pero el presidente de la corrida, Rafael Porras, asumió la responsabilidad y lo repescó, en contra de la opinión de los expertos. Se escapó porque en la plaza escaseaban los aficionados y proliferaban los espectadores, que aplaudían todo lo que se movía por delante de dos pitones, de lo contrario otro gallo hubiera cantado.
Con esos toros imposibles, el más perjudicado fue el único torero artista, Miguel Ángel Perera, porque los otros dos, El Cordobés y El Fandi, con sus recursos de rodillazos y banderillazos, son capaces de alegrar lo suficiente a un público facilón para arrancar una orejita, concedida de forma popular.
El Cordobés
Manuel Díaz 'El Cordobés' se encontró enseguida con un toro que perdía las manos. Se cambió el tercio con dos pares. Faena muy despegada, sin emoción, sin maestría, sin gusto y sin 'ná' de 'ná'. Pinchó tres veces porque se situó fuera de la suerte y remató con un descabello.
Al cuarto lo lanceó sin fuste, dejando al público indiferente. Pero El Cordobés es simpático, llega con suma facilidad a los tendidos, y, tras comprobar que con la derecha y la izquierda no aportaba nada al espectáculo, echó las rodillas en tierra para hacer un intento de salto de la rana y algunos desplantes. Dejó una estocada caída y Porras sacó el pañuelo para darle una oreja, que a esta altura todavía nos preguntamos si fue pedida mayoritariamente o no.
El Fandi
Con dos largas cambiadas recibió El Fandi al segundo del encierro, al que llevó por chicuelinas al caballo. Después de salir del picador, toreó nuevamente por chicuelinas. Tras el segundo puyazo, Miguel Ángel Perera no desaprovechó la ocasión de hacerle un quite que, a la postre, sería lo mejor de la tarde. El extremeño se echó el capote a la espalda y sacando poca tela por el lado izquierdo empezó a dar gaoneras muy toreras. Una gota de buen toreo ante la sequía de ayer. El Fandi lo miraba atentamente, y cuando Perera remató y se fue muy airoso de la cara del toro, el granadino le dio la réplica en el centro del ruedo, alternando las chicuelinas con las altaneras. Nos gustó su amor propio y el sano pique entre jóvenes profesionales.
En banderillas nadie discute su espectacularidad y sus extraordinarias facultades físicas. El toro llegó rajado a la muleta y no había mucho que sacar. Como mató con cierta brevedad -de una estocada y un descabello-, pues la gente tenía aún presente el tercio de banderillas y pidió la oreja, que Porras le regaló atendiendo a una supuesta petición mayoritaria.
Al quinto, astifino, realizó un quite por rogerinas. El Fandi todavía no se ha enterado de que Málaga es plaza de primera y pidió el cambio tras un 'puyacito'. Las banderillas tuvieron menos brillantez que en el toro anterior, y el de González Sánchez Dalp entraba con brusquedad en la muleta. Era mirón y pasaba sabiendo que se dejaba algo al lado. El Fandi necesitó de un pinchazo y media trasera para matar al toro, que fue pitado en el arrastre.
Miguel Ángel Perera
El mal juego de los toros impidió que Málaga pudiera ver el alcance real de este torero, que mostró buenas maneras y una cierta disposición a hacer las cosas bien. En el tercero toreó estupendamente con la izquierda. Se lo pasó muy cerca mostrando un valor sereno, asentado. Cuatro pinchazos y estocada dieron tiempo a que oyera un aviso.
En el último se equivocó con su interés en hacer faena a un toro que no tenía absolutamente nada, y que a veces dudaba entre el torero y la muleta. Perera hizo un esfuerzo innecesario. La estocada fue trasera.
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