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FAMOSOS. Francisco Valladares y Cristina Tárrega, los maestros de ceremonia, seguidos de Betty Misiego y Uribarri, los 'draculines' y un momento de la gala benéfica, donde se recitaron poesías.
Recita que algo queda
Marbella

Recita que algo queda

Marbella encara la recta final de las galas benéficas con un 'sarao' muy poético repleto de famosos veteranos

TEXTO: CRISTINA GONZÁLEZ

Domingo, 12 de agosto 2007, 04:22

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NO es que la cosa no tenga su mérito, que lo tiene, pero lo cierto es que Marbella está acostumbrada a fiestas menos trascendentales, con más silicona y bótox y menos ripios por minuto. Eso se notó en el ambiente, algo enrarecido por la falta de marabú y por la avalancha de pareados y de coplillas durante la noche, que puso a prueba a los amantes de la prosa. La penúltima gala benéfica celebrada en la Milla de Oro, en esta ocasión organizada por la Asociación Mujeres para el Diálogo y la Educación con la lucha contra la violencia de género como telón de fondo, reunió en el Hotel Meliá Don Pepe a un centenar de personas con ganas de arrimar el hombro, algunas de ellas con esa parte del cuerpo más que achicharrada de tanto veraneo o de tanto 'tumbing' bajo los focos de la lámpara de rayos uva. Fue el caso de dos hiperbronceados: el actor Paco Valladares y la periodista Cristina Tárrega, que actuaron como maestros de ceremonia y en algunos momentos incluso emularon a Los Morancos con un auténtico mano a mano de vis cómica para darle color a la cosa. «Yo es que ando algo suelta», comenta ella. «Pues yo tengo Tanagel», le replica él con espontaneidad. Y como ésta, cien más. Todavía me duele la mandíbula...

Por la fiesta anduvieron además Betty Misiego, que dedicó unas canciones a los asistentes; José Luis Uribarri, la mítica voz de Eurovisión; el periodista coplero Hilario López Millán; la actriz Aurora Bautista y los 'draculines', a los que se les echaba de menos este verano. A ellos y a su laca tipo cemento cola ideal para subir al Teide y salir con la cabellera intacta en la fotografía. Lo dicho, hubo un peculiar cóctel de asistentes, algunos como recién sacados de un avance del NO-DO (sin ganas de ofender, Dios me libre), pero entregados con poner sus talentos de manera altruista al servicio de la noche.

Betty y su canción

Fue el caso de Betty Misiego, enfundada en un vestido azul eléctrico y con un recogido del que no movió un pelo, que puso voz a 'Su canción', el tema con el que quedó segunda en Eurovisión. Incluso bromeó con Uribarri sobre por qué tocó la miel con los dedos y quedó segunda en el nunca bien ponderado concurso de canciones, convertido con el paso de los años en una especie de competición para ver quién puede ser más 'friki' en tan sólo cinco minutos.

«Me ha dicho una cosa, que fue él el que me hizo perder el festival. Espero que no sea así, porque entonces vas a ser tú el maltratado por todos», dijo poco antes de deleitar a sus coetáneos. Que una, lo siento, aún no tiene la treintena y unos pocos de los que lucieron palmito me sonaban a prehistoria. Aunque fue lo de menos. Lo cierto es que la media de famosos por comensal fue superior a la de otros 'saraos', según me apuntó otra cotilla que amenaza con quitarme el puesto tras hacer cuentas cual azafata del 'Un, dos, tres'.

Algunos recitaron poesía con voces cargadas de personalidad, como Paco Valladares, Aurora Bautista o la poetisa Fina de Calderón, madre de Giovanna G. de Calderón, presidenta de la asociación. Y las mejores anécdotas, como siempre, se guardaron para la rifa. Como la báscula que se llevó a casa una joven que parecía el espíritu de la golosina o las tres horas de 'personal shopper' que le tocaron a Cristina Tárrega, que estuvo acompañada de su marido Mami Quevedo. Si yo fuera esa compradora personal, desde ya estaría de baja para evitar el trance...

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