La mitad de los enfermos que sufren un infarto presentan sobrepeso

Las estadísticas han encendido la luz roja: según los estudios realizados por los facultativos del Hospital Clínico el 60% de los enfermos que se rehabilitan tras sufrir un infarto padecen sobrepeso. La relación entre obesidad y problemas cardiacos es tan perversa que ha obligado a los responsable del complejo a mover ficha y poner en marcha un novedoso programa nutricional dirigido a formar a este tipo de pacientes en hábitos saludables. La iniciativa, coordinada por la unidad de gestión clínica de metabolismo, endocrinología y nutrición, ha ayudado a perder peso y a mejor la alimentación a más de setenta malagueños durante su primer año de rodaje.

Como explica la responsable de nutrición del Clínico, Elena Saracho, el programa está dirigido a pacientes de alto riesgo cardiovascular que ya han vivido algún episodio crítico. Al recibir el alta hospitalaria estos enfermos son citados tres veces por semana a sesiones de rehabilitación. En ellas, además de realizar ejercicios que contribuyan a su reinserción en la vida diaria, reciben dos charlas sanitarias: una orientada a que conozcan mejor su patología y otra diseñada para enseñarles a modificar los malos hábitos en materia de alimentación.

Y es allí donde interviene el equipo de la doctora Saracho. «Es fundamental que estas personas aprendan a llevar una dieta equilibrada ya que tenemos comprobado que la mayoría de quienes sufren un infarto e insertan en el programa están obesos. A partir de los 92 centímetros de perímetro de cintura en mujeres y de los 102 en hombres se genera un importante riesgo cardiovascular», advierte esta especialista.

Consejos prácticos

La meta, por tanto, a la hora de tratar a estos pacientes es clara: conseguir que bajen kilos en la báscula («con reducir un 10% en seis meses ya notan una importante mejoría») y que disminuyan la ingesta de grasas. En este sentido, los profesionales que trabajan en este novedoso proyecto (único en la red hospitalaria de la provincia) además de impartir charlas en grupo -en las que se abordan cuestiones prácticas de gran utilidad como consejos para leer las etiquetas en el supermercado o recomendaciones sobre cómo cocinar sin grasas- citan de forma individual a cada uno de los participantes. «En estas consultas les hacemos una valoración nutricional completa y un test para evaluar su adherencia a la dieta mediterránea», indica Elena Saracho.

Gracias a este examen, cuando finaliza el programa a los dos meses se pueden comparar parámetros y establecer resultados. Un balance del que Saracho se muestra satisfecha: «La media de pérdida de peso que tenemos registrada por enfermo ronda los dos kilos y el 0,8 de masa corporal. Además, tras interiorizar nuestros consejos y cambiar la alimentación, la mayoría logra disminuir un 30% el consumo de calorías pasando de una media diaria de 2.700 a 1.900», ilustra.

Ojo con las grasas trans

Preguntada por cuáles son las recomendaciones básicas, la doctora insiste en la importancia de controlar las grasas, especialmente las denominadas trans (muy presentes en envasados y margarinas vegetales), evitar las carnes rojas, los embutidos y la bollería y no abusar del aceite de oliva -«cada cucharada tiene 90 calorías, con lo que conviene no tomar más de cuatro diarias», dice- ni de los productos precocinados.

Siguiendo estas pautas e incluyendo más verduras, frutas y pescados a la dieta se puede frenar la aparición de patologías cardiovasculares, íntimamente ligadas al sobrepeso. Pero la mala alimentación no es el único factor de riesgo. Al respecto, Saracho recuerda que el 36% de quienes acuden a rehabilitación cardiaca presentan diabetes, el 47% tiene hipertensión y un preocupante 54% se confiesa fumador.