El Nobel que estudió en el Gaona

Lo único que no le gustó a Severo Ochoa -nacido en 1905 en la pequeña localidad asturiana de Luarca- cuando llegó a Málaga con siete años fue que la gente le llamara chavea. Por lo demás, le encantó la ciudad, en la que pasó parte de su infancia y adolescencia. El motivo de su estancia fue que a su madre, que padecía una afección bronquial, le recomendaron un clima más benigno que el de Asturias. Ochoa, desde 1912 a 1921, residió en Málaga de mediados de septiembre a mediados de junio. El futuro premio Nobel de Medicina estudió en el colegio de primera enseñanza de los jesuitas. Después estuvo en el Instituto Educativo e Instructivo, conocido como la escuela de don Ventura, en un edificio situado entre las calles Sánchez Pastor y Granada. De ese colegio también fue alumno otro premio Nobel Vicente Aleixandre (de 1905 a 1908).

Severo Ochoa, tras acabar los estudios primarios, ingresó en 1915 en el instituto de la calle Gaona. Como indica el historiador Víctor Heredia en su artículo 'Severo Ochoa en Málaga. La década mediterránea de un premio Nobel', su Bachillerato fue muy bueno, con siete matrículas de honor, seis sobresalientes y ningún suspenso de un total de 27 asignaturas. Acabó el sexto de Bachiller en 1921. Testimonios de compañeros y amigos de esa época indican que el futuro premio Nobel «no era un empollón», aunque estudiaba con ahínco las materias que le gustaban.

Como él mismo dijo, hubo dos profesores del Gaona de los que siempre guardó un grato recuerdo: Eduardo García Rodeja, que impartía Física y Química, y Luis Muñoz-Cobo, de Historia Natural. Ambos fueron clave para que se sintiera fuertemente atraído por las Ciencias Naturales y la Biología.

Casi cuarenta años después de que Severo Ochoa abandonase Málaga, el Gaona le tributó un homenaje. Se celebró el martes 26 de enero de 1960 para festejar que su antiguo alumno había recibido el premio Nobel de Medicina en 1959. Con tal motivo se organizó en el centro una solemne sesión académica a la que asistieron las primeras autoridades de Málaga y catedráticos de la Universidad de Granada. Se descubrió una lápida en la galería del patio principal del edificio educativo. La banda municipal de música amenizó el acto e interpretó el himno nacional. El recinto estaba repleto de alumnos, profesores y visitantes. Una vez descubierta la placa, intervinieron el rector de la Universidad granadina, Luis Sánchez Agasta, y García Rodeja, antiguo profesor de Ochoa, que aún seguía dando clase en el Gaona y cuyo nombre también aparecía en la lápida junto al del premio Nobel. La secretaria del instituto, la profesora Elena Villamana, dijo que lo que se estaba viviendo era una «hermosa lección».

Acto en el Ateneo

Once años después (en 1971), Severo Ocho recibió otro homenaje en Málaga, promovido por el Ateneo. En esta ocasión, el premio Nobel sí estuvo presente. Fue su reencuentro con la ciudad desde que a al comienzo de los años veinte se marchó a Madrid a estudiar Medicina. Lo más emotivo fue que el científico pudo ver a García Rodeja, docente al que nunca olvidó y al que siempre agradeció que le motivase para elegir el camino de la ciencia. Ambos, maestro y discípulo, se dieron un emotivo abrazo en presencia del presidente del Ateneo, Fernando Álamos de los Ríos.

La vinculación del premio Nobel de Medicina con Málaga se estrechó aún más con su nombramiento de doctor 'honoris causa' por la Universidad malagueña. La ceremonia fue el lunes 28 de septiembre de 1987. El rector de la Universidad, José María Martín Delgado, le colocó a Severo Ochoa el birrete de la Facultad de Ciencias. Este, en su turno de palabra, pronunció un discurso lleno de recuerdos de su época de estudiante. Al final del acto, un grupo de tunos le dedicó una canción. Al día siguiente, el premio Nobel recibió la Medalla de la Ciudad, que le fue entregada por el entonces alcalde, Pedro Aparicio, una distinción muy merecida para un hombre de ciencia que afirmó: «Tengo dos patrias grandes: Estados Unidos y España. Y dos patrias chicas: Asturias y Málaga».