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CONTRACORRIENTE

Perder ganando

El nuevo gobierno catalán debería olvidarse de delirios y dedicarse a resolver problemas

MANUEL ATENCIA

Viernes, 2 de octubre 2015, 12:47

Los hasta ahora gobernantes de Cataluña, coaligados con ERC bajo las siglas de 'junts per el sí', ganaron las elecciones autonómicas catalanas del pasado domingo pero han perdido el pretendido plebiscito con el que justificar una ilegal declaración de independencia.

Las fuerzas que sostenían al gobierno autonómico, tienen ahora menos escaños y menos votos-en 2012 obtuvieron 71 escaños y el 46% de los votos, y ahora 62 y el 39%-, y a la vez han perdido lo que habían querido convertir en un plebiscito porque más de la mitad de los catalanes han votado a partidos no independentistas. Los partidos nacionales tradicionales no han obtenido unos buenos resultados.

El PSC ha sacado 16 escaños, que celebraron con alborozo a pesar de ser el peor resultado de su historia, quizá porque creen haber tocado fondo tras una caída continua. Los socialistas han pasado, de ganar las elecciones de 2003 y estar gobernando hasta hace cinco años, a perder casi dos tercios de su electorado.

Por su parte, el PP ha bajado en relación con los últimos comicios y obtenido solo 11 escaños. Si se analiza la serie histórica, ha vuelto a registros similares a los de 1999 en el que obtuvo un diputado más que ahora. Quizá como consuelo o motivo de esperanza cara a las próximas elecciones, los populares recuerdan que tras aquel resultado del 99, unos meses después, en los comicios generales,lograron su mejor resultado en Cataluña.

Por su parte, la candidatura apoyada por Podemos ha obtenido, según Pablo Iglesias, un resultado decepcionante, muy por debajo de sus expectativas.

Sin duda, junto a los catalanes que quieren seguir en España, uno de los grandes triunfadores del domingo ha sido Ciudadanos. En el nuevo escenario catalán, la responsabilidad que asume C's es muy importante y todos, no sólo los catalanes, confiamos en que sus dirigentes estén a la altura de las circunstancias y de sus responsabilidades como segunda fuerza política, en este contexto tan difícil.

La candidatura independentista no tiene fácil seguir en el gobierno, mientras el futuro político de Mas, al que muchos dan por amortizado, está en el alero. Su citación a declarar como imputado ante el TSJ de Cataluña debería verse como un acto normal en un Estado de Derecho, pero, de nuevo, se ha puesto en marcha el gigantesco victimario del nacionalismo para convertir en un ataque a Cataluña lo que solo es una decisión de una justicia independiente.

Conviene recordar que el TC prohibió la pantomima de consulta del 9-N y Mas lo desobedeció. En Cataluña, como en toda España, hay que cumplir la ley y el presidente de una autonomía el primero. Donde no impera la ley se impone la barbarie.

El nuevo gobierno catalán debería olvidarse de delirios y dedicarse a resolver los problemas que le competen y a buscar puntos de encuentro y colaboración con el resto de los españoles. El futuro de todos demanda gobernantes que se preocupen de ganar el presente y facilitar el futuro y no de tirar por la borda lo que a todos nos ha costado tanto conseguir.

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