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Ignacio Lillo
Sábado, 29 de noviembre 2014, 01:52
El temporal de lluvia y viento que azota la provincia desde el jueves bajó ayer de intensidad, lo que no evitó que se produjeran problemas en numerosos puntos de la provincia a causa de la acumulación de agua y las fuertes rachas. A lo largo de la jornada se acumularon hasta 80 litros por metro cuadrado, registrados en Benahavís, mientras que se alcanzaron 36 litros en el aeropuerto (que es el pluviómetro que Aemet utiliza como referencia). Además, el viento alcanzó los 48 kilómetros por hora.
Durante la jornada de ayer no fue difícil encontrarse con algún efectivo de los cuerpos de emergencias actuando en las carreteras y en los ríos de la provincia. Estos enclaves fueron el marco en el que se desarrollaron numerosas actuaciones debido al temporal de lluvia y viento.
En la Costa del Sol occidental, las fuertes precipitaciones provocaron importantes crecidas del caudal de los ríos, que pillaron por sorpresa a algunos conductores que se vieron en apuros. Uno de los casos tuvo lugar en Estepona, dónde un hombre tuvo que pedir ayuda a los Bomberos al verse atrapado por el agua. Estaba cruzando el río Cala, cuando llamó a los efectivos de emergencias. Finalmente, logró salir por sus propios medios del vehículo, que fue arrastrado por la corriente. A pocos kilómetros la escena se repetiría poco después. En San Pedro de Alcántara un coche quedó atrapado en el carril del Potril por la crecida del río Guadaiza, aunque tampoco hubo que lamentar daños personales.
Pese a que buena parte de las actuaciones también se centraron en la limpieza de la calzada de las carreteras, tras el desprendimiento de piedras y la acumulación de barro, los Bomberos tuvieron que atender también numerosos requerimientos por la caída de ramas de árboles o para sanear el mobiliario urbano roto debido a las fuertes rachas.
Por otro lado, en Villanueva del Rosario, donde hace dos años hubo importantes inundaciones, ayer se desbordó el río Guadalhorce por dos zonas diferentes, aunque sin graves repercusiones.
Con estos mimbres, se volvió a repetir el reguero de incidencias de la jornada anterior, con la caída de ramas y cornisas (una de ellas en plena calle Larios); inundaciones de bajos y locales y calles impracticables. Por ello, el teléfono de los servicios de emergencias no dejó de sonar a lo largo de la jornada, en la que se registraron unas 35 actuaciones de cierta relevancia.
La que más problemas provocó en la capital fue la balsa de agua que se formó en la Ronda Este, a la altura del kilómetro 244 tras pasar la salida de El Limonar, en sentido Cádiz. La circulación por la autovía se vio afectada en este punto, en el que durante tres horas se produjeron retenciones de unos dos kilómetros. Sobre las 15.40 horas el tráfico volvió a la normalidad.
Esta incidencia también se dejó sentir en la ciudad. En la zona de El Limonar, la crecida del Arroyo Toquero y la densidad del tráfico provocada por la balsa de agua en la A-7 hicieron que la circulación fuese muy densa al mediodía en esta zona de la capital. Aunque sin accidentes relevantes, las precipitaciones afectaron al tráfico en la provincia, dónde hubo varios desprendimientos de piedras sobre la calzada y vías anegadas por la crecida de los arroyos.
Además de lo ocurrido debido al agua, el viento también centró algunas de las salidas de los efectivos de Bomberos en la capital. Cables desprendidos, toldos reventados o el alumbrado de Navidad descolgado fueron, entre otras, las incidencias que tuvieron que ser atendidas.
En cambio, la nota positiva la pusieron los embalses, que vivieron una subida espectacular de reservas. En apenas 48 horas se recogieron más de 15 hectómetros cúbicos (la web del servicio Hidrosur de la Consejería de Medio Ambiente contabilizaba 420 a última hora de ayer, con tendencia ascendente). Especialmente en el de La Concepción, que abastece a la Costa del Sol. Este era precisamente el que tenía un peor nivel y ya roza los 30 hectómetros. El delegado de Medio Ambiente, Javier Carnero, puso de relieve que las compuertas de todos los pantanos permanecen cerradas, y seguirán así mientras las circunstancias lo permitan. Sobre la crecida del cauce del río Guadalmedina a su paso por la capital, aclaró que El Limonero no está desagüando, y que el caudal responde únicamente a las aportaciones de los arroyos urbanos y de la red de alcantarillado.
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