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M. ÁNGELES GONZÁLEZ
Domingo, 6 de octubre 2013, 21:51
¿Quién dijo que lo antiguo está reñido con las nuevas tecnologías? Juan Fernández se arriesga con esta combinación en una página web en la que vende objetos que tienen más de un siglo de vida. Hijo y nieto de anticuarios, este catalán pero malagueño de adopción mantiene su negocio de antigüedades a través de Internet después de que cerrara la tienda que abrió su padre hace poco más de un año enPaseo de Reding. Aunque afirma que hay menos movimiento comercial que en el establecimiento físico, los costes son muy inferiores, por lo que finalmente resulta más rentable.
Como él, otros malagueños han apostado en los últimos meses por Internet para intentar salir a flote después de que la crisis les obligara a bajar la persiana del local en el que iniciaron su proyecto empresarial. Entre ellos, los propietarios de una tienda de ropa infantil y otra de decoración. Aunque coinciden en que en términos comerciales la Red no es la panacea y que es un campo todavía poco desarrollado, confían en mejorar su posicionamiento y conseguir diferenciar sus productos para dar continuidad a su negocio.
Estas precisamente son dos de las claves principales que debe seguir cualquier empresario que decide dar el salto a la Red, tal y como explica el director general de la consultora malagueña Aretne, Juan Carlos Aguilera, que advierte de que gran parte de los negocios tradicionales que ante la falta de clientes montan una tienda on line están abocados al fracaso porque «se ha extendido la idea de que vender por Internet es fácil y barato». «Se están abordando estos proyectos sin la preparación y el conocimiento necesarios», señala este experto, que explica que lo de menos es montar la web. «Hay que hacer muchas más cosas y se compite con todo el mundo, con miles de tiendas que tienen mejores precios que tú», advierte. Por eso, precisamente, la diferenciación es clave.
Ese fue el punto fuerte deMonigotes en sus inicios, hace ya una década. Con su primera tienda de firmas medias de moda infantil en Rincón de la Victoria llenaron un nicho de mercado. Han llegado a tener tres establecimientos abiertos y ocho trabajadores, pero la caída drástica del consumo les ha obligado a dar un giro radical al negocio.
Sin ayudas
Después de cerrar este verano dos de sus locales, uno en Rincón de la Victoria y otro en pleno centro de Málaga, y reducir la plantilla a dos personas, los tres socios han encontrado en Internet (www.monigotes.es) una oportunidad para aumentar sus ventas y sus ingresos. «Hasta el momento hay pocas operaciones, pero hemos reducido los costes un montón», explica uno de los propietarios, Enrique Rodríguez, que señala que desde 2007 las ventas en sus tiendas físicas han caído hasta un 70%. «Hemos llegado a facturar 500.000 euros en un año», recuerda. Pero las cosas han cambiado, y mucho. Ahora, junto a la tienda que mantienen abierta, se plantean Internet como vía empresarial por la escasa inversión inicial que requiere y el bajo coste en mantenimiento, a pesar de que critica que no han recibido ningún tipo de ayuda económica. Concretamente, han destinado unos 4.800 euros para la creación y desarrollo de la página y alrededor de 6.000 para su actualización y mantenimiento a través de una empresa.
Además, cuentan con numerosos compradores de otros puntos de España a los que ahora pueden acercar más fácilmente sus productos y «aumentamos exponencialmente nuestra clientela potencial». Sin embargo, admite que aunque Internet es una buena opción, «no es la mejor». «De cada diez personas que prueban, solo una puede vivir de la Red porque tenga un producto muy bien posicionado, pero hace falta más confianza y que la gente se acostumbre más a comprar en una web», apunta.
Todavía lo tiene más complicado el anticuario Juan Fernández, que se atreve a comercializar a través de Internet (http://jfernandezantic.es/) unos artículos que normalmente atraen a personas de edad avanzada que pueden no estar habituadas al uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, para él es una oportunidad. porque supone un campo poco explorado y «cada vez hay más personas que buscan piezas por Internet». De hecho, según apunta, este mercado crece cada año un 10%ó 15%.
Cuando su padre llegó de Barcelona, en 2012, abrió una tienda de antigüedades en Paseo de Reding. Apenas un año después cerró porque tenía edad para jubilarse y porque «el mercado no respondió a las expectativas que tenían». Fue entonces cuando Juan Fernández decidió volcarse en la página web, que utiliza para exponer el catálogo y contactar con posibles compradores.
Este tipo de negocio le supone un ahorro económico muy importante, pero también muchas más horas de trabajo «que me quito de sueño». «Siempre estoy conectado, contestando mensajes o buscando piezas», explica este empresario, que se encarga personalmente del mantenimiento y actualización de la página web.Pero todo le merece la pena porque el mundo de las antigüedades le apasiona.
A Victoria Molnar lo que le gusta es la decoración. Con toda la ilusión del mundo abrió hace un par de años DecoRegalo en la calle Cisneros de la capital. Sin embargo, la crisis ha hecho mella en sus cuentas y desde hace unas semanas en el escaparate puede leerse Liquidación por cierre. Pero el negocio no desaparece, sino que se reinventa. Esta empresaria húngara seguirá vendiendo sus artículos de decoración con su original envoltorio a través de Internet (www.decoregalo.com). Aunque en la Red las ventas son menores que en la tienda física, el hecho de ahorrarse el alquiler, de 1.400 euros, ya le compensa.
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