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Uma

Discurso íntegro de la rectora de la Universidad de Málaga

Adelaida de la Calle ha intervenido durante la investidura de Antonio Banderas como Honoris Causa de la UMA

PPLL

Jueves, 6 de mayo 2010, 00:23

Excelentísimas e ilustrísimas autoridades,

Señoras y señores,

El Claustro de la Universidad de Málaga acaba de recibir a José Antonio Dominguez Bandera como nuevo doctor honoris causa.

Lo ha hecho con la tradición que hunde sus raíces en la historia, el acto formal con el que la universidad distingue a hombres y mujeres excepcionales. Personalidades que han dado sentido a su tiempo, que se han convertido en referencia en la sociedad y la creación artística.

Hoy recibimos a un hombre de los escenarios y del séptimo arte. Hoy, reconocemos la obra dilatada y meritoria del más internacional de nuestros actores, y por ende de la propia profesión de actor. La Universidad de Málaga reconoce con él al cine en su conjunto.

Ayer, el cine surgió de la mano de los descubrimientos científicos. Sus primeras expresiones se deben a la aplicación de las investigaciones de Edison, Dickson y los hermanos Lumiere al movimiento y proyección de las imágenes fijas.

Hoy el cine es reflejo de la necesidad ancestral del ser humano de reproducir su entorno y de expresar su imaginación. Del Arte. Pero no sólo es eso. El cine es mucho más. El cine, mediante las técnicas que utiliza para expresarse, es uno de los mejores campos para la aplicación social de los últimos avances y descubrimientos científicos en materia de fotografía, de informática, de nuevas tecnologías y de soportes de la comunicación. De herramientas de las TIC que tan bien conocen y desarrollan en este centro que hoy nos acoge y que pertenece a las escuelas de Informática y Telecomunicaciones.

El cine es el gran escenario mediático y social en el que confluye el Arte con la Ciencia al servicio del entretenimiento.

La Universidad de Málaga se suma con el doctorado honoris causa de hoy al reconocimiento académico del CINE con mayúsculas, de sus directores, de sus actores. al conjunto de esta industria del arte. Y abre sus puertas al cine como antes lo han hecho otras Universidades centenarias: reconociendo la labor de un actor, director, guionista o productor. Reconociendo a quien ha pasado por todas las estancias de esa noble disciplina y que es conocedor de las nuevas técnicas que aplica en su trabajo diario dirigiendo o interpretando. Antes que nosotros fueron las Universidades de Londres, Lovaina, Suecia, St Andrews y Harvard. Y en nuestro entorno más próximo las Universidades de Navarra, Politécnica de Valencia Pompeu Fabra, Autónoma de Madrid, Murcia o la Universidad de Valencia. En ellas, como en la nuestra, se ha reconocido al cine de la mano de actores y directores como Woody Allen, Robert Duvall, Roberto Benigni, Montxo Almendariz, Pedro Almodovar, Francisco Rabal, Michael Douglas, Sean Connery, Clint Eastwood, Berlanga o Amparo Rivelles.

Y nosotros, la Universidad de Málaga, lo hacemos mediante la figura del actor, director y productor Malagueño, Antonio Dominguez Bandera.

Antonio nos ha llegado por el curso del tiempo. Se incorpora a una institución centenaria que sabe que los actores ya existían, desde mucho antes, en la Grecia Clásica. Que estaban allí, en el decir y en el saber. Y que un día, según la tradición, Tespis de Icaria separó del coro al mejor de sus actores para que encabezara la tragedia, y lo llamó protagonista, primer actor.

Desde entonces, a los actores les fue dado, en buena parte, representar la conciencia crítica en un drama tan largo como la propia historia. Incluso el privilegio de vivir mil muertes y morir mil vidas sin dejar de ser ellos mismos.

Tal vez por eso puedan enseñarnos tantas cosas sobre esa experiencia irrepetible, insustituible que es la vida, el hecho mismo de vivir, en todos sus matices.

Escribo estas líneas desde el Rectorado, en una tarde cualquiera, entre papeles de hoy mismo y recuerdos de investigaciones de ayer. En la Ciencia pasamos la vida observando fenómenos, estudiando cosas y preguntando su por qué. El por qué pasan de una manera y no de otra. Hasta que, un día, una obra artística nos hace soñar, y consigue ensanchar nuestra imagen de las cosas. Y entonces dejamos de preguntarnos el por qué, para preguntarnos, sencillamente, y por qué no. Friederich Holderling nos decía que cuando el hombre piensa es un mendigo y cuando sueña es un Diós. El arte nos hace soñar. El cine es ambas cosas: pensamiento y sueño. Es Mendigo y Dios.

Esa es una de las grandezas del séptimo arte: nos abre sus puertas y nos ofrece comprensión sobre aspectos de la vida que no encuentras en lo cotidiano, en el entorno. Nos sentamos en la butaca del cine buscando matices distintos de la vida, algo que nos conmueva, sensaciones distintas, admirar la obra de un actor, o de un director cuya cámara sea, en efecto, la retina que hace ver al poeta, la capacidad para llevarnos a un microcosmos que solo dura hora y media, y que sin embargo va a ser vivido por millones de espectadores, gentes distintas, opuestas, una realidad fabricada para emocionar, para provocar algo en quien decide sumergirse en ella.

Porque el cine es realidad y a la vez deseo, es la posibilidad de reflejar lo más íntimo y lo más luminoso de nosotros, de hacernos pensar, añorar, creer, querer, viajar en el tiempo y en la distancia. A Alabama, a México, o más cerca, al Camino de los Ingleses.

Le debemos un homenaje. A quienes, como nuestro nuevo doctor, hacen cine, el cine en el que creen, y dedican su saber y su creatividad a contar las historias que merecen ser contadas. Un trabajo riguroso, a veces ingrato, como todas las artes.

El cine nos ha proporcionado muestras de esa realidad, esencial al propio concepto de cultura. Para muchos ciudadanos del siglo veinte, y del veintiuno, la educación no se concibe sin la cultura audiovisual como expresión de la mentalidad contemporánea. El cine es cultura, es historia, es información, es comunicación.

Hoy, la Universidad de Málaga ha rescatado la tradición de Tespis de Icaria, separando del coro al mejor para hacerlo protagonista, para imponerle el birrete de Ciencias de la Comunicación. Para incorporarlo a su Claustro. Llega a la Universidad joven y creativa, que ha hecho de su festival de cine fantástico un bastión de su actividad cultural. Y llega a una ciudad, tu ciudad querido Antonio, que tiene como una de las grandes señas de identidad su recién terminado Festival de Cine Español. Una ciudad que, junto al cine, sigue apostando por la cultura como elemento de identidad y de futuro. Una ciudad que quiere ser, que estoy convencida que lo será, Capital cultural europea en 2016. Y no por su gran pasado de acciones culturales, que lo tiene y por sí sólo ya avala su candidatura, sino sobre todo por su enorme potencial de futuro.

Y llega el nuevo doctor a una Universidad que ya trabaja para ofrecer una nueva titulación de Estudios Cinematográficos. Y en esto, Málaga es de nuevo una Universidad pionera. Es la primera Universidad Pública de España que se ofrece para implantar unos estudios de este tipo. Estudios que hoy ponen su primera piedra con el reconocimiento al Cine y a la figura de Antonio Banderas. Y lo hace en la seguridad de que su ejemplo y su trabajo serán para esos alumnos de cinematografía, un acicate de futuro. Y esperamos que lo sea, no sólo en su faceta de actor, productor y director de cine. También como persona. Es ese otro Antonio Banderas implicado en labores sociales y que ayuda a los demás mediante su Fundación. Que ha sido premiado por la ONU por sus numerosas labores humanitarias. Que es persona involucrada con la sociedad, con los menos afortunados y que ayudará, ya desde dentro, a que los alumnos de la UMA descubran esos otros escenarios. Y que ayudará al conjunto de la sociedad malagueña, a crecer social y económicamente.

Debo decirles que gracias a su apoyo la Universidad de Málaga va a poder ofrecer becas de movilidad internacional para que nuestros alumnos puedan ir a EE.UU. y, como Antonio, se abran nuevas fronteras y conozcan otras realidades. Y también con su ayuda se ha dotado una Cátedra para profundizar en los valores culturaes, económicos y sociales de la Semana Santa malagueña a través del conocimiento que generan los investigadores de nuestra Universidad.

Todos quisiéramos que éste fuera el nuevo escenario para nuestro doctor honoris causa. Para que su carisma se uniera a esta universidad y juntos siguiéramos proyectando Málaga al infinito. Para que desde su cercanía, nos enseñara a ser felices cuando se actúa, cuando se dirige una escena, cuando alguien se sumerge en la busca de los matices de su personaje. Porque ha llegado ese momento mágico en el que, como actor, da lo mejor de sí mismo en la escena.

Nada hay de extraño. Al fin y al cabo hablamos de arte, y el arte siempre resurge en un lugar mágico que está a medio camino entre el azar y el misterio

Así ha sido, desde la Grecia clásica hasta el escenario de esta tarde, en la primavera malagueña.

Y como es primavera, permítanme terminar con unos versos del Endymion de John Keats, el gran poeta romántico, que decía Y POR ESO TODAS LAS MAÑANAS NOS HACEMOS UN CINTURÓN DE FLORES QUE NOS ATE A LA TIERRA . Querido Antonio espero que desde hoy un cinturón de biznagas te ate a tu Universidad como ya lo hace a tu tierra malagueña.

Bienvenido a la Universidad de Málaga.

Muchas gracias

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