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MARIO VIRGILIO MONTAÑEZ
Sábado, 16 de enero 2010, 02:53
Dentro de la vigesimoséptima edición del Festival de Teatro de Málaga, la tragedia 'Fedra', en versión de Juan Mayorga sobre textos de Eurípides, Séneca y Racine, comparecerá en el Teatro Miguel de Cervantes, de Málaga, los días 22, 23 y 24 de enero. Sobre las tablas, Ana Belén, Chema Muñoz, Fran Perea, Víctor Elías, Alicia Hermida y Javier Ruiz de Alegría. La dirección corresponde a José Carlos Plaza.
Si algo caracteriza la mitología griega, retomada por los romanos y por tanto en la base de nuestra manera de ver e interpretar la vida, es que sus dioses son extremadamente humanos, y las relaciones entre éstos y los hombres, con sus conflictos y afinidades, se rigen por sentimientos, por deseos, por arrebatos más o menos desprovistos de razón. Por lo tanto, nadie debe retraerse ante una obra como ésta, pues aunque se base en textos de Eurípides y Séneca, también lo está en el de Racine, francés del siglo XVII, lo que de entrada delata que la historia que hay en la base tiene todos los elementos para mantenerse viva a lo largo de los siglos, tanto incluso como para llegar al siglo XX con la versión que del mito formulara Miguel de Unamuno. Y que una historia griega, con personajes rozados por los dioses, esté en la base no promete acartonamiento sino bullente vida.
Se trata, además, del montaje estrenado en 2007 en el Festival de Teatro de Mérida y que fue acogido con entusiasmo por el público y la crítica. Con una escenografía escueta, en la que hay poco más que un camastro, el milagro queda encomendado a la perennidad del drama de una mujer enamorada de su hijastro, y los recursos escénicos de iluminación y música para que esta historia luctuosa vuelva a brillar con su luz oscura y terrible.
Fedra (Ana Belén) es una princesa cretense, mujer de Teseo (Chema Muñoz), el héroe que se enfrentó al Minotauro en su laberinto y que rechazó a Ariadna, prisionera del monstruo, para preferir a su hermana Fedra. Pero ésta, ay, a quien ama es a Hipólito (Fran Perea), el hijo que el héroe tuvo con la reina de las amazonas, a la vez que con Fedra ha tenido otro, Acamante (Víctor Elías), que es un ser débil y que no desea sino cuidar de su padre y de su madre y que a cambio será testigo de la fatalidad. El joven Hipólito, bajo el cuidado de su amigo y preceptor Terámenes (Javier Ruiz de Alegría), vive ajeno a las zozobras del amor. La criada de Fedra, Enone (Alicia Hermida), será la confidente e intermediaria de los apetencias, dudas y resolución de la princesa enamorada. Ante la negativa de Hipólito a caer en una relación prohibida, Fedra, consumida tanto por el deseo como por la ira, acusa a Hipólito de haber intentado violentarla, por lo cual es sometido a un castigo de destierro y muerte. Fedra, angustiada por su pecado, sólo encuentra una forma de que se cumpla el castigo a Hipólito y que a la vez se cumpla su deseo de unión con el mismo: morir con él, compartir su muerte en un suspiro común y final en el que una daga siega la vida de Fedra y un monstruo la de Hipólito.
La de Fedra es, al fin y al cabo, una historia de 'amour fou', de un amor que se erige en algo más grande que la vida y que las leyes de los hombres, de cómo el querer refugiarse en el pasado, pues en Hipólito Fedra ve al hombre al que un día amó, una versión joven e intacta de Teseo, puede dejarnos sin presente y sin esperanza. Una pasión que arde hasta reducir a cenizas, un fuego oscuro que devora los corazones, que arrasa las mentes, pero que deja intacto y victorioso y amargo el deseo amoroso.
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