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CUESTIÓN DE CARIÑO. Gliceria Fuentes, ayer en su tienda de verduras de la calle Victoria.
La frutera solidaria
MÁLAGA

La frutera solidaria

Un comercio de la Victoria emprende una campaña para recaudar fondos y ayudar a una vecina sin recursos

TEXTO: IGNACIO LILLO

Jueves, 8 de mayo 2008, 10:31

POCOS saben que Celia es sólo su nombre 'artístico', y el de un comercio que abastece de frutas y verduras a diario a los vecinos de la calle Victoria. Realmente, se llama Gliceria Fuentes, y el tamaño de su corazón es sólo comparable al de las sandías que por esta época comienza a despachar.

Su mejor amiga se llama Dolores, Loli, y tiene 76 años. No tiene familia alguna, ni siquiera ha estado casada. Llegó como una clienta más, hace 25 años. «Venía y se sentaba, hasta un día que nos atracaron y ya se quedaba de pie, del susto». Pronto, sus lazos se estrecharon, hasta el punto de que Loli era la primera invitada en bodas, bautizos, comuniones y hasta en la Nochebuena en la casa de Celia. «Siempre la he llevado a todos lados, como si fuera mi madre, porque es una persona tan buena, tan humilde,... de las pocas personas puras que hay en el mundo».

Como malvivía con una pensión pequeña, se convirtió también en su principal apoyo: «Yo veía que estaba mal de abrigo y le compraba uno, todo lo que podía».

Un día, hace 15 años, le dio una llave de su casa. «Me dijo: 'hay que ver que si un día se me cierra la puerta o me pasa algo, nadie tiene llave'». Vive en un bajo muy cerca de la frutería, en la misma calle Victoria. Y llegó el mal día, en que hizo falta. «Fue el 26 de enero. La llamé por teléfono y no contestaba. Fui a su casa, abrí la puerta y la encontré tendida en el suelo, debajo de la cama, inconsciente. Me entró pánico».

En Carlos Haya le informaron de que había sufrido un derrame cerebral y le dieron horas de vida. Pero lo superó, y al no tener familia la trasladaron a la clínica de El Pilar. «Ella siempre ha odiado las residencias, decía que prefería morirse». Efectivamente: desde su ingreso sufre una profunda depresión y se niega a comer, hasta el punto que tuvo que ser intubada.

Colecta

La única alternativa era conseguir el dinero que Loli no tiene para pagar a una persona que se haga cargo de su cuidado. Y ahí entra de nuevo en escena su amiga: Gliceria ha movilizado a todo un barrio para recaudar los fondos que le permitan volver a su casa. Ha empapelado los comercios de la zona con carteles llamando a la colaboración, con donativos en la cuenta corriente de la anciana, y numerosos vecinos ya han mostrado su disposición a ayudarla en su personal cruzada solidaria. «Si cada uno colabora un poquito todos los meses podremos pagar a una persona y volverá a su casa, que es lo que ella quiere».

Celia vuelve a sus tareas en la frutería. Pero lo que ella despacha es mucho más que fruta y verdura.

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