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ANA PÉREZ-BRYAN
Lunes, 25 de noviembre 2013, 08:50
«Quiero toda esa basura en mi sala». Sacada de contexto, la frase bien podría haber provocado la reacción airada del artista que firmaba esa 'basura'. Pero cuando el galerista Ignacio del Río llamó a Juanjo Fuentes para ofrecerle su espacio, en su ánimo no había nada parecido a la ofensa. Muy al contrario. El impulsor de esta sala de exposiciones en el corazón del Soho se quedó prendado del último montaje del autor malagueño en el espacio alternativo Noestudio de Madrid. Su colección de piezas intervenidas mezclando interiores impolutos con exteriores plagados de desechos funcionarían muy bien en su programa de sala, aunque las dimensiones de los cuadros y las posibilidades reales de la galería obligaron a ambos a repensar el proyecto. Además, Fuentes quería hacer algo «único» para un espacio que -confiesa- le ha «cautivado». Por eso ahora en el estudio de Ignacio del Río no hay basura. Pero sí sexo. Y mucho.
Ése es uno de los principales motores de 'La vida es así', la exposición que reúne los últimos trabajos del artista y coleccionista, que no renuncia a imprimir de nuevo en cada obra su personalísimo sentido del humor. El propio título del montaje ya representa toda una declaración de intenciones de lo que el público encontrará en la sala, sobre todo porque ésa es la «coletilla» con la que Juanjo Fuentes resuelve los pequeños contratiempos de la vida cotidiana. «Siempre se lo digo, por ejemplo, a los amigos que llaman para desahogarse después de una mala noche», zanja entre carcajadas el autor mientras tararea la canción de la que toma el título de la exposición, el clásico 'Jardín Prohibido' de Sandro Giacobbe.
Traducido en obras, 'La vida es así' presenta más de una veintena de piezas intervenidas que recrean escenas de sexo explícito entre sus protagonistas. En un coche, en una bañera, en un descampado... «En fin, en todos los sitios», resuelve Fuentes al señalar a una pareja que da rienda suelta a la pasión frente a una reproducción de 'El jardín de las delicias' de El Bosco'. Todo eso lo dosifica el autor en obras de pequeño formato y en soportes que tampoco tienen nada de convencionales. De hecho, la originalidad en este capítulo es otra de las marcas de la 'casa Fuentes'. Sólo así se explica que donde algunos no ven más que un bote vacío de mermelada sin otro destino que el contenedor verde, el artista vislumbra un objeto capaz de convertirse en arte y, por tanto, de reciclarse de otra manera.
En pequeñas dosis
Esos envases son ahora los deliciosos contenedores de escenas más allá del sexo. Por ejemplo, una montañita de monedas sobre las que Fuentes coloca dos pequeñas figuras leyendo la prensa económica; un coro de monjas con una pareja de Adán y Eva en segundo plano o la reproducción de un campo de batalla donde dos de los soldados firman la paz por su lado...
Los envases comparten pared y estantería con cinco pequeñas ménsulas que el autor ha pintado e intervenido con otros objetos reciclados, como la válvula superior de una bombona de butano. Las escenas de sexo, además, han sido inmortalizadas en una edición de cinco fotografías por escena que completan el recorrido visual por el nuevo proyecto de Juanjo Fuentes; más cerca ahora de una lección de reciclaje que de las montañas de basura que (también) convirtió en arte.
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