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JUAN CANO
Jueves, 9 de mayo 2013, 13:52
Buscaban cualquier objeto valioso perdido en el campo, pero se toparon con algo que no esperaban. Hace unas semanas, unos jóvenes que paseaban por el monte con un detector de metales descubrieron un arsenal de granadas de mortero que permanecía enterrado probablemente desde la época de la Guerra Civil.
Lo encontraron por casualidad en un paraje del término municipal de Alhaurín el Grande. Al parecer, incluso se llevaron algunas de ellas a casa. Cuando la Guardia Civil tuvo conocimiento del hallazgo, abrió una investigación. Los agentes se entrevistaron con los chavales, que les indicaron el punto exacto donde estaban enterradas las bombas.
Tras una semana de trabajo, el Grupo de Desactivación de Explosivos (Gedex) de la Benemérita ha conseguido recuperar 188 granadas de mortero de 50 milímetros de calibre que pertenecen a un modelo fabricado en el año 1932, por lo que se presume que se encuentran allí desde la época de la Guerra Civil.
Búsqueda
Los agentes realizaron un minucioso reconocimiento del paraje para descartar la presencia de más artefactos, cuya carga explosiva se mantiene estable, a pesar de la antigüedad, por lo que su manipulación «representa un peligro», según destacó el Instituto Armado en una nota enviada a los medios de comunicación.
Tras retirar las granadas, los especialistas del Gedex las transportaron a un lugar seguro, donde se llevará a cabo su detonación controlada, ya que no pueden ser desactivadas, según indicaron las fuentes consultadas.
La Benemérita recomienda que, ante cualquier hallazgo de material explosivo, lo más prudente es «señalizarlo» sobre el terreno y avisar inmediatamente a los teléfonos de urgencias 062 o 091.
Curiosamente, en abril de 2010 se localizaron otras 91 granadas en otra zona del municipio de Alhaurín el Grande. En aquella ocasión fue un guarda de campo de la Sociedad de Cazadores quien descubrió por casualidad el arsenal en el paraje conocido como Cañón y avisó inmediatamente a los efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. Uno de los agentes hizo una prueba de detonación, que resultó positiva. Acto seguido, se avisó a los especialistas del Gedex para que retiraran el resto de los artefactos localizados. Aunque todos carecían de espoleta, sí tenían carga explosiva, por lo que suponían un peligro. Al parecer, las bombas estaban enterradas y quedaron al descubierto posiblemente por la acción de las fuertes lluvias que cayeron durante ese invierno. El lugar donde se hallaban, cerca de una cañada, fue utilizado como campo de tiro hace unos cuarenta años.
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