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Un momento del juicio celebrado en la Audiencia de Málaga. :: SUR
Marbella

Condenados cinco de los seis acusados por el secuestro de Fernando Moreno

La sentencia considera que el empleado del industrial sampedreño facilitó información para el rapto, pero no participó en su muerte

MONTSE MARTÍN

Miércoles, 16 de enero 2013, 02:28

La Audiencia de Málaga ha condenado a penas que suman 62 años y medio de cárcel a cinco hombres por el secuestro y muerte del empresario de San Pedro de Alcántara Fernando Moreno en enero de 2009. La sentencia ha sido dictada en un tiempo récord: cinco días después de la conclusión del juicio, ya que a final de este mes vence el plazo máximo de prisión preventiva, por lo que los acusados, cuatro hombres de nacionalidad colombiana y un español, debían ser puestos en libertad. El tribunal ha aplicado la atenuante de dilaciones indebidas, dado que la causa ha estado tramitándose durante casi cuatro años en el Juzgado de Instrucción número 2 de Marbella.

La sentencia impone a dos de los acusados veinte años y medio de cárcel cada uno por los delitos de secuestro y homicidio. Se trata de los dos hombres que le introdujeron en la furgoneta, le amordazaron y ataron de pies, muñecas y cuello y lo dejaron abandonado en una caseta de control de aguas. A los tres acusados restantes les condena solo por participar en el secuestro a siete años de prisión. Entre estos figura un antiguo empleado y persona de confianza del industrial, que proporcionó la información necesaria para poder consumar el rapto. El tribunal absuelve a una sexta persona que no había sido imputada por la Fiscalía, pero sí por las acusaciones

Costumbres de la víctima

La resolución considera probado que los acusados se pusieron de acuerdo para secuestrar al empresario, que tenía entonces 75 años, para conseguir una importante cantidad económica de su familia amenazándola con acabar con su vida.

Para ello contaron con la información sobre costumbres de la víctima y su familia que le aportó uno de los acusados, que era empleado del industrial, que alquiló una furgoneta para llevar a cabo el rapto y localizó la caseta donde luego esconderían a Fernando Moreno. Dado que era conocido por el industrial, los acusados acordaron que no estaría presente en la ejecución directa del secuestro y que el día convenido para ello se desplazaría a Algeciras por motivos de trabajo.

Así el día 21 de enero de 2009 cuando Fernando Moreno salió, como cada mañana, a dar su paseo diario por las inmediaciones de su fábrica Hormigones San Pedro SL, en la carretera de Istán, fue abordado por los otros acusados. Dos de ellos le golpearon y lo introdujeron por la fuerza en la furgoneta donde le ataron. Cuando llegaron al lugar escogido para el escondite, le taparon la cabeza introdujeron en la caseta y una vez allí le inmovilizaron y le amordazaron con cuerdas y cintas adhesivas mediante un sistema que le rodeaba el cuello, las muñecas y los tobillos, tras lo que le dejaron abandonado «sin volver a controlarlo ni a observarlo», subraya la sentencia. Fernando Moreno murió por asfixia, según la autopsia, provocada por la fuerte presión que provocó en su cuerpo las ataduras y la mordaza y por la ahorcadura incompleta que se produjo al apoyar su cuerpo en el suelo.

Los secuestradores inicialmente pidieron un rescate de dos millones de euros a la familia de Fernando Moreno. Ante las dificultades para reunir la suma, fueron rebajando en sucesivas llamadas telefónicas la suma, hasta 600.000 euros. A final, debido a que el hijo de la víctima les comunicó que solo podía disponer de 80.000, uno de los acusados decidió revelarle donde habían ocultado al empresario, cortando bruscamente la llamada para evitar su localización. El cuerpo sin vida de Fernando Moreno fue encontrado al día siguiente de su secuestro.

Respecto a su muerte, el tribunal asegura que se trata de un homicidio por dolo eventual, y no de un asesinato como lo calificaron las acusaciones, ya que la inmovilización de una persona de 75 años, en un lugar despoblado, lejano, atándola de pies, manos y torso, dejándolo a su suerte, sin supervisión, amordazado y con taponamiento parcial de las vías respiratorias y habiendo sido golpeado «supone ya una situación de grave riesgo para su vida».

Respecto a los otros tres procesados, entre ellos el que fuera empleado de Fernando Moreno, el tribunal subraya que «ética, moral y socialmente» su conducta es «reprochable», porque no ayudan a la víctima, pero esto no es suficiente para condenarles por la muerte, ya que no consta ni existen pruebas de que conocieran la forma «cruel y cruda» de la atadura ni que fueran al lugar donde lo habían ocultado los otros hombres.

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