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Un merendero bajo un mar de botijos
HISTORIAS DE CHIRINGUITOS (XXXI)

Un merendero bajo un mar de botijos

Con una singular decoración, el chiringuito La Viborilla, en la playa homónima de Benalmádena, celebrará en 2013 su 40 aniversario

ALBERTO GÓMEZ

Miércoles, 3 de octubre 2012, 03:36

Cuando a comienzos de los años 70 Gregorio Lara adquirió una parcela colindante a la playa de la Viborilla, una pequeña y hermosa cala situada en la costa de Benalmádena, todo era un terreno por explotar. Hoy cada piedra, cada ficus y chumbera, esconde una reforma, la ilusión de Gregorio y su mujer, Antonia Bautista, incorporada al negocio un año después de su fundación, por hacer de su merendero un lugar único. Y lo han conseguido, a juzgar por su singular decoración, sustentada por los más de 1.300 botijos que, ubicados bajo zonas temáticas, adornan paredes y techos.

Todo en este amplio local, que cuenta con terraza, césped y un comedor interior con capacidad para 80 personas, transpira autenticidad. También el carácter de Antonia, convertida en improvisada y excelente relaciones públicas, que ameniza las largas jornadas de trabajo con simpatía y buen humor. «Me entrego al chiringuito y lo hago con mucho gusto», afirma orgullosa. Su jornada comienza a las 9 horas, entre cafés y desayunos, y no acaba hasta pasada la medianoche, cuando cierra la cocina de La Viborilla, que funciona de forma continua durante todo el día. «En una ocasión, unos holandeses nos llamaron para encargarnos una paella a las diez y media de la mañana porque poco después salía su vuelo y querían volver con ese sabor de boca», narra.

Ya poco queda de aquellos inicios en los que no había luz, el agua debía ser sacada de un arroyo cercano y las bebidas se enfriaban con enormes bloques de hielo. Hoy Brígida y Rebeca, dos de las tres hijas de Antonia y Gregorio, trabajan en el negocio familiar. Ambas cuentan con títulos universitarios, pero el oficio de sus padres siempre les resultó más atractivo. «Se han criado aquí, donde han pasado una infancia muy feliz, y al final es el camino que han elegido», asegura Antonia. Y no parece que sea la última generación: «Mi nieta Carla, que apenas sabe andar, ya lleva algunas cuentas a las mesas», comenta entre risas. La familia tiene también un local más orientado al ocio juvenil, Malibú Beach Bar, donde las camas balinesas y la amplia gama de cócteles lo han elevado a referente nocturno en Benalmádena.

Aunque la especialidad de La Viborilla es el pescaíto, el merendero no renuncia a la cuchara: judías pintas, lentejas, sopa de mariscos. Nada se le resiste a Cristóbal, quien está al frente de la cocina desde los inicios del negocio. No obstante, su plato insignia es el arroz.

El chiringuito La Viborilla permanece operativo durante siete meses al año. En marzo abre sus puertas y comienza una rutina en la que la cocina no deja de dar abasto a una clientela que permanece fiel desde hace casi cuatro décadas. De hecho, Antonia asegura que ya están pensando en una sorpresa, quizá algún obsequio para los clientes más fieles, con vistas al próximo año, ya que La Viborilla conmemorará su 40 aniversario.

Organización de eventos

El año 2013 también será testigo de otras celebraciones: el equipo de La Viborilla está especializado en organizar eventos, como bodas o comuniones. A su éxito contribuyen no solo las magníficas instalaciones o la cocina, sino también el paisaje único en el que se ubica. Rodeado de jardines, regados por el agua que emana de la fuente del arroyo de La Viborilla, el merendero es un oasis en una cala privilegiada de la costa de Benalmádena.

Antonia se incorporó al segundo año de que el negocio comenzase a andar. Acababan de instalar la luz corriente en el chiringuito y ella tenía 19 años. Natural de Coín, asegura que le impresionó esta playa. Aunque comenzó ayudando en la cocina, su excelente humor le empujó hacia el trato directo con la clientela, de carácter muy diverso: alemanes, británicos y, por supuesto, el turismo nacional y residente. Todos se dan cita, año tras año, en La Viborilla. Antonia dice que la crisis no se ha dejado notar demasiado durante la presente temporada y hace un balance muy positivo. Hasta el próximo 14 de octubre, el merendero permanecerá abierto. Comenzará entonces un merecido descanso hasta la próxima primavera.

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