Manos de Ángel
Inyecta plasma a los pacientes, odia las escayolas y resucita los huesos en tres semanas. Así es Ángel Villamor, el mago de la traumatología que hace que lo toreros, motociclistas y hasta el rey vuelvan a levantarse
FRANCISCO APAOLAZA
Sábado, 10 de septiembre 2011, 03:29
Julián Simón salvó la vida pero no la pierna. Gran Premio de Cataluña, mes de junio, prueba de Moto2. La moto de Kenan Sofuoglu tocó la suya por detrás en una curva a derechas. La caricia fue suficiente para desestabilizar al piloto toledano que salió catapultado por encima del manillar a una velocidad de vértigo. Dio con su cuerpo en el asfalto, se deslizó sobre la pista y antes de que diese contra la barrera como una madeja, le pasó otra moto por encima. Resultado: alaridos de dolor, caras de angustia en los boxes... En la ambulancia ya tenía el teléfono en la mano. Marcó un número en su agenda, esperó la contestación y le dijo: «Soy Julián, prepáralo todo». Al otro lado de la línea, Ángel Villamor, médico y ángel de la guarda de los maltrechos esqueletos de cientos de estrellas del deporte o del toreo que lo llaman incluso antes que a la familia. Hasta el rey se pone en sus manos.
En otros tiempos, la tibia y el peroné de Julián Simón hubieran significado el fin de la carrera de cualquier deportista. En 2011 se le trasladó a Madrid, se le operó la mañana siguiente y un par de semanas después andaba subido en una moto.
Con Juan Carlos I ha tenido trabajo. En junio, le recompuso la rodilla desastrada por antiguas lesiones. Entró por su propio pie y a los tres días, posó en traje de chaqueta y bromeó ante la prensa con sus muletas último modelo. Para sus 73 años, se podría considerar un milagro. Ahora, Villamor le ha recompuesto su regio tendón de aquiles y necesitará más recuperación, pero no tanta como se pudiera pensar. Cuentan que las manos de Ángel son milagrosas y que en su camilla se está mejor que en brazos. El 'doctor milagro', de 46 años, tiene aspecto de ejecutivo de éxito, fama de chamán y unas técnicas de ingeniero aeroespacial.
Los resultados son asombrosos. Una prótesis de rodilla 'reparada' por su equipo implica entrar en la clínica un día y salir a las 48 horas preparado para una vida normal con muletas. Menos que lo que se tarda en algunos trámites administrativos. A las seis horas de la intervención comienza la recuperación en manos de los fisioterapeutas, que están presentes en la propia operación para ver en directo el trabajo.
Busca por todo el mundo entre los mejores y más audaces especialistas en cadera, rodilla y hombro, sus asignaturas preferidas. Si se entera que en la conchinchina hay un médico que innova en la traumatología, toma un avión y se planta allí, a cualquier precio, para empaparse de los avances, por descabellados que parezcan.
Algunos toreros han llegado a largarse de su consulta asustados. Al diestro Matías Tejela se le fue el color de la cara cuando recién cogido, Villamor le dijo que lo primero que tenía que hacerle era quitarle la escayola. También ha tratado a Cayetano en varias ocasiones, y a César Rincón. Villamor odia las escayolas y en general todos los métodos que implican inmovilización y prefiere siempre las vendas suaves al yeso de toda la vida.
A Fonsi Nieto lo ha recompuesto varias veces. Es la persona que está detrás de alguna de sus recuperaciones más veloces. En 2004 se rompió los dos maleolos (unos pequeños huesos que sujetan el tobillo en su sitio) y requería una compleja operación. Comenzaron la rehabilitación a las pocas horas de haber pasado por el quirófano en el que le implantaron unos clavos. El sábado se cayó, el domingo le operaron, el viernes lo llevaron en volandas hasta su moto. Corrió en el circuito de Donington Park. No podía andar, pero quedó sexto sobre la motocicleta. Su tío Ángel Nieto le dijo al doctor: «Si le pones dos clavos más, termina primero». Álvaro Bautista, Álex Espargueró y otros motoristas han experimentado la misma recuperación, casi una resurrección de los huesos. Se entiende que tengan el número de Villamor en su agenda, aunque no solo opera a estrellas. En su clínica iQtra trata a 800 pacientes cada año y entre ellos también hay anónimos. «Los tratamientos más revolucionarios válidos para que un deportista se recupere rápido han de ser accesibles a los ciudadanos de a pie. Si ellos no pueden abandonar la competición durante una etapa prolongada, el resto de la gente no puede dejar de salir a pasear, hacer la compra o ir a trabajar», explica en su blog, un espacio que se ha convertido en una peregrinación de pacientes desesperados en busca de cura. Responde a todos.
Autotransfusiones
No se explica de dónde saca el tiempo. Además de los cientos de pacientes que ve en su clínica, vive en un avión, ya sea en busca de sus lesionados o en busca de técnicas avanzadas que luego puede aplicar a sus pacientes. Incluso manda fabricar sus propias prótesis y un material quirúrgico especialmente diseñado para lo que él denomina como cirugía mínimamente invasiva, «pequeñas grandes operaciones», una tendencia que nació en la cardiología estadounidense hace dos décadas. Hacer poco daño es una de las partes. La otra, recuperar pronto ese daño. El doctor, que comenzó cómo médico de las federaciones catalana de rugby y de motociclismo (dos paraísos del traumatismo), pone en marcha una recuperación avanzada.
Entre otras medidas como la movilidad o la fisioterapia instantánea a las pocas horas de la operación, el equipo de Villamor inyecta a los pacientes plasma enriquecido con factores de crecimiento que fabrica a partir de la sangre que ha extraído antes al paciente. Este 'caldo' que cura se inyecta en el foco de la lesión permite sanar los tejidos en la mitad de tiempo de lo que se conocía hasta ahora. En lugar de mes y medio, un hueso partido puede soldar en tres semanas, sin escayolas. A los pocos días, el enfermo ya hace su vida, como un 'lázaro' de la consulta de 'Trauma'.
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