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Vista de la terraza exterior de uno de los restaurantes de la firma en Marbella. :: JOSELE-LANZA
MARBELLA

Un conflicto poco sano

La franquiciadora acusa al nuevo gestor de los establecimientos de Nueva Andalucía, Milla de Oro y Marina Banús de no saldar ni un solo euro del precio acordado La dueña de la marca Terra Sana acude a la justicia para rescatar sus negocios en Marbella

NIEVES CASTRO

Sábado, 5 de marzo 2011, 03:08

La idea se aliñó hace ahora algo más de una década. En 2000 cuatro jóvenes veinteañeros de distintas nacionalidades, aunque criados en Marbella, decidieron montar un establecimiento que sirviera comida sana y creativa durante todo el día y además en un ambiente desenfadado. Pronto las recetas saludables y los ingredientes ecológicos de Terra Sana se extendieron por toda la Costa del Sol. Tras completar la expansión en Marbella con cuatro locales, la marca firmó un acuerdo para expandirse en Málaga, abrió en Sotogrande, reubicó su local de Fuengirola en el Centro Comercial Parque Miramar y se estableció como restaurante interno de la cadena de gimnasios Go-Fit, lo que le permitió levantar la persiana en Madrid.

En septiembre del año pasado el franquiciado de Marbella, Stradane SL, vendió a Market Soul Food SL tres de los cuatro restaurantes de la firma en la localidad. Concretamente, los ubicados en Nueva Andalucía, Milla de Oro y Marina Banús. Allí comenzaron los problemas para la única franquicia nacida en Marbella.

Alejandro Zugasti, uno de los socios de la marca, asegura a este periódico que la empresa compradora, gestionada por Ned Latif, no ha pagado ni un solo euro del precio que acordó con el vendedor, alrededor de dos millones de euros. Pero sin embargo, éste sigue beneficiándose de los ingresos diarios de los negocios. El conflicto no se queda solo en palabras y ha llegado a los tribunales.

Obligación esencial

La demanda contra Market Soul Food SL, a la que ha tenido acceso este periódico, especifica que la forma de pago del importe de compraventa quedó pactada «mediante el abono por la parte compradora de las deudas que la parte vendedora mantenía con distintos organismos tanto públicos como privados a fecha de firma del mismo». Esto es, 31 de agosto de 2010. El contrato añade que «es obligación esencial del comprador, y motivo fundamental de esta operación, el que el comprador atienda al pago puntual de las obligaciones que se derivan de la Tabla 1 (Seguridad Social y Hacienda, entre otros) en sus vencimientos correspondientes o en los nuevos que el comprador pudiera conseguir reenegociar con cada acreedor».

Zugasti, que lamenta los daños causados a la marca, afirma, además, que Latif ha dejado de pagar las obligaciones corrientes de los negocios, tales como alquileres e hipotecas y ha utilizado el 'know-how' adquirido para montar un establecimiento que compite con el franquiciado de la marca en Sotogrande.

«Lo que les molesta es que estoy saliendo adelante porque estaban quebrados antes de vendernos a nosotros», asegura por su parte Latif, quien alega la existencia de pasivos ocultos en la operación.

Tal y como reza el contrato de compraventa, el comprador y ahora demandado disponía hasta el 15 de noviembre de 2010 para aportar al vendedor los certificados que debían probar que las deudas habían sido asumidas.

Sin embargo, no es sino unos días antes de tener que rendir estas cuentas cuando el interesado pide la información registral donde consta que sobre uno de los locales, el de Nueva Andalucía, pesaban otras cargas. Así consta, al menos, en la nota simple expedida el pasado 20 de octubre a instancia del comprador y de las que éste asegura no tener constancia hasta ese momento.

Latif reconoce que dejó de pagar los alquileres y la hipoteca a partir del pasado mes de noviembre. «Mandé un burofax el día 15, diciéndoles: señores, quiero pagar. Pero como no soy el dueño de los locales no pueden cobrarme», aduce.

Inversiones

El gestor de los emblemáticos restaurantes asegura que desea devolverlos, «lo único que pido es que me quiten como deudor solidario ante la Seguridad Social», explica Latif. Mientras tanto, mantiene la explotación de los negocios sin hacer frente a los compromisos que adquirió. Por ello, el vendedor pone de manifiesto en su demanda judicial que ve cómo «las deudas no solo no han sido abonadas, sino que, al no disponer de los ingresos que generan los negocios, no puede hacerles frente» aumentando día a día, lo que «le está causando un gravísimo perjuicio económico y de imagen».

A su vez, la casa matriz expone que el demandado se había comprometido no solo a pagar un precio por los negocios y a operarlos escrupulosamente como franquicia, sino a potenciarlos mediante inversiones en 'marketing' y modernización. Apuestas que, aseguran, tampoco se han llevado a cabo. Opinión muy diferente argumenta Latif quien habla de noches temáticas de salsa y blues en los locales. Será ahora la justicia a quien le toque pronunciarse sobre un conflicto muy poco sano y determine, o no, la resolución del contrato de compraventa.

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