Borrar
FOTOMATÓN

Emilio Alba, jefe del servicio de oncología del Hospital Clínico Universitario: Un oncólogo con vocación de profesor de literatura

Nací en Archidona en 1958 / Elegí la oncología porque era un campo poco explorado / Soy un lector compulsivo / Jamás he fumado / Lo que más me satisface es ayudar a los enfermos

POR ÁNGEL ESCALERA

Sábado, 20 de noviembre 2010, 02:04

La oncología le ha enseñado a Emilio Alba a diferenciar lo importante de lo que carece de trascendencia. La especialidad médica que ejerce, tanto en la sanidad pública como en la privada, le obliga a estar en continuo contacto con el dolor, el sufrimiento y la muerte. Por eso, su mayor satisfacción es ayudar a los enfermos a superar un cáncer. «Hay que disfrutar el día de hoy», indica con convicción, consciente de que se ignora qué deparará el mañana. Se especializó en oncología porque era un campo casi inexplorado en el que quería participar de forma activa para mejor los diagnósticos y los tratamientos.

Si su trabajo le llena profesionalmente y se dedica a él sin importarle las horas que emplea en ver a los pacientes en la consulta, la lectura es su gran afición, una pasión en forma de letra impresa. Dedica al menos una hora diaria a leer novelas. «De no ser médico habría sido profesor de literatura», puntualiza. Ahora tiene entre manos 'Riña de gatos', obra con la que Eduardo Mendoza ha ganado el Premio Planeta 2010. «Desde que leí hace años 'La ciudad de los prodigios', Mendoza se encuentra en la nómina de mis autores favoritos, señala. En lista de espera para ser devoradas están 'La noche de los tiempos' de Antonio Muñoz Molina y 'El sueño del celta' de Mario Vargas Llosa. «Leo de todo. Me encanta la literatura moderna española y los clásicos en general. Soy caballo de buena boca literaria». Aunque no se siente muy inclinado por el género policiaco o el 'best-seller', no le hace ascos a un libro de ese tipo si no hay cerca en ese momento otro de mayor enjundia.

Cuando estudiaba el bachillerato en el colegio Luis Barahona de Soto de su Archidona natal, Emilio Alba sentía una atracción especial por el conocimiento del ser humano. Eso fue lo que le incitó a matricularse en Medicina. En su familia no había ningún antecedente. «La verdad es que muchas veces me he preguntado por qué quería ser médico. Supongo que por mi afán de conocimiento», dice. Jamás ha lamentado haber elegido ese camino. Al contrario. «He aprendido tanto gracias a mi profesión, sobre todo de los enfermos. El día en que un médico deje de lado el aspecto humano de su labor, es preferible que se dedique a otra cosa».Tras licenciarse en Medicina en la facultad de Málaga, se presentó al examen de médico interno residente (MIR). Como obtuvo una nota alta, pudo elegir destino donde quiso para hacer la especialidad de oncología. Se marchó a Barcelona en 1983, al Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. En la Ciudad Condal permaneció cinco años. Convertido ya en oncólogo, por cuestiones familiares, tomó la decisión de regresar a Málaga. En esa fecha, 1987, ya estaba casado y tenía un hijo. Su mujer deseaba vivir en Málaga, donde Alba empezó a trabajar en 1988 en el Hospital Civil.

«Entonces, mi especialidad no se parecía en nada a la actual. Los medios eran muy limitados y apenas contábamos con tratamientos para curar a los pacientes», indica. Tras año y medio en el Civil, se trasladó al Hospital Clínico, cuando este se abrió. Era el único médico oncólogo del nuevo hospital. Así estuvo tres años. Las cosas fueron mejorando poco a poco. En 1992 se incorporó una oncóloga y en 1994 se creó la sección de oncología (compuesta por cuatro especialistas), que dependía del servicio de medicina interna. El siguiente paso se dio en 1997, con la creación del servicio de oncología y su nombramiento como jefe.

Los oncólogos dispusieron de más recursos para combatir los tumores con armas más eficaces. «En los seis o siete últimos años ha habido un avance cualitativo muy grande. Los pacientes se diagnostican y se tratan mucho mejor», asevera. Añade que lo más importante de su labor es curar o, al menos, ayudar a vivir más tiempo a gente asustada a causa del cáncer que padece. «Ver tanto sufrimiento te hace flaquear. Cuando un paciente se muere es casi como si se te muriese un amigo», subraya.

Emilio Alba se define como «un tipo normal» que jamás ha fumado. «No me ha dado la gana probar el tabaco. Quizá porque mi padre tampoco era fumador». El fútbol es otra de sus aficiones. Se declara seguidor del Málaga C. F. y del Atlético de Madrid. La música y viajar también están entre sus actividades predilectas. Para desplazarse prefiere el tren, pero no lo queda más remedio que recurrir el avión en los trayectos largos. «El avión me intranquiliza un poco. «De todas formas, lo que tenga que ser será. Para qué preocuparse».

Casado y con dos hijos (el mayor es físico y trabaja en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la pequeña cursa quinto de Medicina), sale a hacer ejercicio tres veces a la semana acompañado por su perro. La música, el fútbol, caminar y los viajes le gustan, pero nada es comparable a adentrarse en las páginas de una buena novela. Y es que la lectura es algo irrenunciable para este oncólogo que sobresale en su profesión sin perder su vocación de profesor de literatura.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Emilio Alba, jefe del servicio de oncología del Hospital Clínico Universitario: Un oncólogo con vocación de profesor de literatura