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ALFREDO VALENZUELA. EFE
Lunes, 2 de agosto 2010, 03:44
El periodista Antonio Ramos Espejo (Granada, 1943) ha recreado en 'Ciega en Granada' la historia de Juliana Pelegrina, la joven de 15 años que sirvió de criada a Gerald Brenan y con la que tuvo una hija que, posteriormente, le arrebató. Según explica Ramos Espejo, con este libro «se trata de hacer justicia a una mujer maltratada por la historia, a una muchacha de 15 años, de una familia pobre de Yegen, que entra a servir en la casa del inglés y que en 1931 tuvo una hija».
«La niña crece en un ambiente de pobreza hasta que Brenan vuelve, casado ya con la poetisa americana Gamel Woolsey, para llevarse a la pequeña, Elena, a la que cambian el nombre por Miranda Helen», relata el periodista. Juliana Pelegrina «mantuvo en su corazón el amor por su hija; vivió siempre con la esperanza de encontrarla entre alguna de aquellas inglesas de ojos claros que perseguía por el laberinto turístico de la Alcaicería granadina hasta que, ya ciega, sólo podía imaginarla», tal y como cuenta Ramos Espejo.
También autor de 'Crónica de Gerald Brenan', sobre su tesis doctoral, Ramos Espejo ha seguido la obra de Brenan, pese a lo cual se muestra crítico con este episodio que ensombrece al hispanista, que pasó en Málaga los últimos años de su vida, dejando al descubierto al hombre que buscó, además de paz y autoformación como escritor en la Alpujarra, «emular las hazañas de los caciques en el medio rural».
Habla la familia de Juliana
Ramos Espejo cuenta en estas páginas la historia entre Brenan y Juliana dando la palabra a la familia de esta alpujarreña, a la que Brenan «dejó muy malparada en su 'Memoria personal', desvelando sin pudor aspectos de las relaciones íntimas que mantuvo con ella cuando era una menor. ¿Qué podía hacer una joven de quince años que se queda embarazada de un hombre, en cuya casa está sirviendo y le ocurre como a otras adolescentes que entraban a trabajar en la casa del señorito o caciquillo del lugar?», se pregunta el autor, para concluir: «Eran otros tiempos».
En esas circunstancias «normalmente se eludía la responsabilidad del hombre que mantiene esa relación, más forzada que voluntaria por parte de la joven, por más que Brenan lo haya intentado maquillar de otra manera».
El autor insiste en «cómo el hispanista cuenta la historia a su manera, sin expresar otros sentimientos que los de sus instintos, que los justifica sin reparar en el daño que está causando a una menor». En 'Memoria personal', escribe Brenan que él mismo quitó la llave de la habitación cuando Juliana se quedó a dormir en su casa, como era habitual. «Eso le pasaba y le sigue pasando a los pobres -eso me dijo Isabel, hermana de la víctima- y fueron esas circunstancias las que provocaron que esta joven se viera obligada a claudicar en lo referente a la la custodia a su padre», sentencia.
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