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LA TRIBUNA

La vocación malagueña de Zafarraya

JUAN MIGUEL ORTIGOSA

Miércoles, 31 de marzo 2010, 05:00

Zafarraya, Ventas y Almendral son los tres pueblos que se asientan en el Llano. En lo más alto de la Axarquía, traspasado el puerto natural de El Boquete, se abre como un oasis imposible el fértil Llano de Zafarraya, formando un 'poljé' de tierras completamente planas a casi mil metros de altitud. Eterna frontera entre bizantinos y visigodos, entre las rayas árabes de Málaga y de Archidona, entre las tierras de Vélez y de Alhama, entre Málaga y Granada,.. y última frontera que fue de los últimos neandhertales europeos .Esta realidad de frontera permanente, debió de ser la causa del origen de su nombre, traducción literal de la denominación árabe de Saf-araya, «línea de bandera», y libremente, «límite de territorio», y no quizá, el clásico y supuesto derivado de «Campo de Pastores» con que se conoce por muchos autores, del árabe Fhas-al-rai-y-y-ya. {Moraleda de Zafayona también procede literalmente de Saf-aiyona: «línea de manantiales»).

Este Llano, que durante milenios fue frondoso bosque y dehesa de pastos frescos para el ganado trashumante de la costa y de las tierras de Zalia, ha tenido desde siempre vocación malagueña, más abierto y decidido a ser istmo que frontera, con la vecina comarca malagueña de la Axarquía. Y no es que ahora suframos un repentino ataque chauvinista de república independiente que quiera soberanamente elegir su destino, ni que renunciemos a nuestra realidad granadina, de la que también nos sentimos sosegadamente orgullosos. sino que esta vocación o afinidad tiene sus razones lógicas y objetivas en las raíces más profundas de su historia. Nuestro origen ancestral está en la costa. Desde el litoral penetró en el Llano a través de la ruta milenaria que asciende desde la Axarquía por la falda de la Mojonera la cultura del Algar, que continúa su itinerante influencia por la ruta de las Viñas hacia Chimeneas y la Malá, llegando hasta la misma Vega de Granada. Por la misma ruta, ascendió al Llano de Zafarraya el príncipe omeya Ab-el-Rhaman que, huyendo de los abbasidas, buscaba crear una cabeza de puente con sus aliados de Archidona. Luego fue conocido como Abderrarnán I, fundador del emirato de Córdoba. Igualmente, se accede al extremo más oriental del Llano, donde se ubica el complejo de 'Las Alcaicerías', con hoteles, restaurantes, casonas y la ermita de San Marcos, que en tiempos del reino nazari de Granada formó como una especie de frontera-aduana en el comercio de la seda.

Del poblado de Zalia (hoy queda el recuerdo de las ruinas de su castillo), en el corazón de la Axarquía, proceden los primeros campesinos que cultivan estas tierras. Conquistado el reino de Granada, Vélez Málaga y Alhama se disputan durante siglos el aprovechamiento de los pastos y tierras de este feraz 'poljé'. Pero sobre todo, esta vocación procede de hace menos de tres siglos. Cuando en el año de 1760 el rey Carlos III promulga una pragmática de roturación de tierras improductivas y de dehesas, se produce la colonización masiva del Llano por parte de los campesinos de los pueblos limítrofes. Los habitantes de Alfarnate ocupan la parte centro-occidental y fundan El Almendral y Zafarraya, y los de Periana y Alcaucín ocupan la parte sud-oriental, fundando Ventas de Zafarraya. Sólo el extremo más oriental del Llano es ocupado por algunos colonos procedentes de Alhama y Játar.

Desde ese momento, más de dos siglos de luchas y litigios entre los nuevos colonos y los antiguos beneficiarios de la dehesa del Llano, los ganaderos del pueblo de Alhama, van a reforzar esta vocación. Los nuevos colonos, acosados por pleitos continuos y acciones violentas de los alhameños, con escaso apoyo de las autoridades de Granada, sólo pudieron mantener su asentamiento por el decidido apoyo de la Diputación Provincial de Málaga y el recio comportamiento de los descendientes de la Axarquía. La posterior comunicación del Llano con la costa por vía férrea, en el primer tercio del siglo XX, el incremento de las relaciones comerciales, profesionales y personales sirven para reforzar este vínculo malacitano de los pueblos del Llano. Hay que recordar que la dependencia eclesiástica con Málaga se mantiene hasta 1957, en que las parroquias de los pueblos del Llano pasan a depender de la archidiócesis de Granada. Y esa influencia, en aquellos tiempos, no era un asunto baladí.

Sólo el desarrollo de las relaciones administrativas, sanitarias o educativas, que en los tiempos modernos nos remiten a Granada como parte de su provincia, y la circunscripción electoral que definitivamente nos relaciona con la problemática granadina, disminuye un poco nuestra tradicional vocación malacitana. Para reforzar este secular vínculo, hoy disminuido, planteamos aquí y ahora la conveniencia de que el Llano se denomine como Axarquía granadina, como justa expresión de una relación natural de proximidad física, comercial, cultural, gastronómica, folclórica y personal que tanto nos ha enriquecido mutuamente a lo largo de la historia. Con esto se cumpliría también el deseo largamente expresado en vida de un axarco de pro, D. Antonio Gámez Burgos, que tanto promocionó la Axarquía malagueña y que, sucumbiendo a los encantos de lo que él siempre consideró como Axarquía granadina, residió sus últimos años en ella, en su finca-cortijo 'La Almunia del Saíd', en el Llano de Zafarraya.

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