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UNA MISIÓN POR CUMPLIR. El subteniente Roy Miller, Matt Damon, tiene el encargo de buscar armas de destrucción masivas en el desierto.
El deber y las mentiras en el conflicto de Irak
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El deber y las mentiras en el conflicto de Irak

Matt Damon, Greg Kinnear y Amy Ryan protagonizan la nueva película de Paul Greengrass, un thriller lleno de acción

BORJA CRESPO

Viernes, 12 de marzo 2010, 03:06

Tras dejar las cosas claras en el ámbito del cine de acción, Matt Damon y el nervioso cineasta Paul Greengrass vuelven a unir sus talentos en 'Green Zone: Distrito protegido', después de colaborar en 'El mito de Bourne' y 'El ultimátum de Bourne'. Acción y suspense vuelven a fusionarse en un cóctel explosivo que promete tensión y momentos dramáticos con la ocupación de Bagdad en 2003 por tropas norteamericanas como escenario de un filme vigoroso que no deja pestañear al espectador.

Inspirada en un libro del corresponsal estadounidense Rajiv Chandrasekaran, 'Green zone' presenta a un soldado obediente que deja de serlo cuando descubre que hay gato encerrado en una de las misiones que le han encomendado. Recorre el desierto en busca de armas de destrucción masiva, registra todo, pero no encuentra nada. Alguien da la vuelta al plan y la situación se convierte en una olla a presión donde espías y agentes del gobierno intentan que el mogollón que han liado no les explote en la cara.

«No es una película acerca de la guerra de Irak -subraya Greengrass-, sino un thriller que transcurre en Irak, algo muy diferente, y sé por experiencia que un thriller funciona mejor en ambientes extremos, donde el reto moral es intenso». 'Green Zone' es un atrevido filme situado en una zona bélica real.

El director de 'Bloody Sunday' rodó con veteranos de la Guerra de Irak que, además de asesorarle, interpretan a varios soldados del filme. «Me lo pusieron fácil -cuenta Damon-, sabían exactamente lo que debían hacer y daba la impresión de que yo sabía delegar responsabilidades. A ellos no es necesario darles explicaciones, funcionan así. La idea de tenerlos en el rodaje era que actuasen tal como son, ningún grupo de actores, incluso con días de ensayo, puede hacerlo tan bien como un grupo de ex soldados».

Un héroe consagrado

El inglés Paul Greengrass es el culpable de que Matt Damon se haya convertido en todo un héroe de acción gracias a la colaboración de ambos en la trilogía de Bourne. Greengrass asentó las bases del nuevo cine de acción, con imágenes vibrantes cámara en mano y estética de falso documental, características que le vienen que ni pintadas a 'Green zone'. Convenció a crítica y público y su trayectoria detrás de las cámaras vivió otro empujón tras conmocionar al personal con 'United 93', la historia de los pasajeros y de la tripulación que hicieron frente a los secuestradores del avión que el 11 de septiembre de 2001 se estrelló en un bosque de Shanksville, Pensilvania.

«Cuando se supo la verdad sobre Irak se rompieron los vínculos de confianza entre la población y el Gobierno de Estados Unidos, al igual que ocurrió en los años 70 con Vietnam», afirma el cineasta. Y es que Greengrass está convencido de que parte de la oposición a la Guerra de Irak estaba dentro de la propia CIA, en relación con la diseminación de la inteligencia. Según explica, antes de la guerra lo que necesitaba Estados Unidos era la excusa de las armas y la inteligencia para continuar con la invasión.

Normalmente es la CIA y otras organizaciones quienes analizan y asesoran acerca de la información que obtienen, y tienen unos filtros muy sofisticados para evitar que lleguen datos falsos o equivocados a las esferas más altas de la política. Sin embargo, según añade el director, lo que paso antes de esta guerra fue que varios grupos montaron una inteligencia alternativa y lo enviaron directamente a la Casa Blanca, y «así es como la inteligencia mala y engañada llegó dentro del sistema».

Así, por esta razón, señaló que «mucha gente dentro de la CIA estaba en contra porque veían lo que pasaba, y la lucha que existía en Washington luego se replicó en quienes llegaron a la zona verde, sobre lo que había que hacer una vez estaban allí». «Lo que quería hacer la CIA era llegar a algún tipo de acuerdo pragmático, y no habría sido muy popular», indicó Greengrass.

Sensación de furia

El director afirma que cuando da clase a los estudiantes de cine les transmite que «lo que importa es contar tu propia historia y cantar tu propia canción». Por ello, y en este caso, declara que de lo único que se acuerda es de la «sensación de furia» que sintió al darse cuenta de que no había armas de destrucción. «Es lo que he querido contar con esta historia», dice.

Considera que es esencial que la población vea esto, y cree que, aunque se trata de un tema complejo y difícil, se pueden llevar al público ideas y conceptos complicados si lo presentas de una forma cinematográfica que pueda aceptar, como ha pasado en el caso de 'Avatar' o 'Dark night'. En esta ocasión, al igual que hizo en la trilogía de Bourne, ha decidido llevar a cabo una película de acción, comercial, al mundo real, y colocarla ahí, junto a todo lo que estaba ocurriendo y la controversia moral que rodea este asunto, y dejar a un lado la ciencia ficción.

Respecto a la intención de la película, subraya que él «no es político», y decir que esta película lo es significaría que realiza «propaganda».

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