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En Dubai, Miguel Trillo retrata a un joven vestido con reminiscencias de la estética punk. :: SUR
CULTURA

La mirada nómada de Miguel Trillo

Considerado como 'el fotógrafo de la movida', el autor repasará este sábado su banda sonora personal en La Música Contada. El fotógrafo malagueño pone su objetivo en Asia en busca de tribus urbanas

ANTONIO JAVIER LÓPEZ ajlopez@diariosur.es

Sábado, 13 de marzo 2010, 13:33

Algunos pequeños gestos pueden cambiar una vida. Quizá porque, debajo de una apariencia inocua, esconden una necesidad profunda, una convicción irrenunciable. A Miguel Trillo le sucedió en Madrid, una noche de 1978, haciendo fotos en un antro poco recomendable. Tocaba el grupo Kaka de Luxe. En un instante, Miguel cambió el encuadre, giró la cámara hacia el público y marcó el camino que ha seguido durante más de treinta años de trabajo.

Porque en este tiempo, Miguel Trillo se ha dedicado a retratar el rostro de la calle. Personajes anónimos, representantes de las tribus urbanas de los cinco continentes. Ahora viaja por Asia. China, India, Corea, Japón... En todos los lugares busca lo mismo, la idea que le llevó a mover el objetivo aquella noche de 1978. «La imagen del grupo era la misma en cualquier ciudad, pero el público no. Estábamos viviendo un momento histórico. Había una generación que iba a crecer en libertad. Entonces la frivolidad era combativa, ahora no. Antes ser frívolo era una forma de ser contestatario».

Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953) echa la vista atrás para rememorar aquellos años: «En Málaga estudiaba Filología Románica y de allí me fui para Madrid para terminar, porque quería hacer Imagen en Ciencias de la Comunicación. Al llegar me encontré con los cambios políticos y sociales y la movida, que no existía pero empezamos a crearla. Yo lo hice con mi cámara en la mano».

Más allá de los años 80

Tanto es así, que Miguel Trillo está considerado por muchos como uno de los 'fotógrafos oficiales' de la movida madrileña. Él no rechaza del título, pero lo matiza: «Es una etiqueta. La movida dura cuatro o cinco años, pero yo sigo haciendo cosas. No se me relaciona con los trabajos que he realizado sobre el rap o sobre Asia... La etiqueta ahí está y si está es porque funciona. No voy a renegar. Aquello no fue un invento de la prensa o del alcalde de Madrid, como algunos dicen. Aquello existió».

Esa reivindicación la llevará a la Sala Gades, donde pasado mañana (20.00 horas, entrada libre) protagonizará una nueva sesión del discofórum La Música Contada. El fotógrafo repasará su banda sonora sentimental, un repertorio en el que ocupará un lugar protagonista la música de los 80. «Todavía estoy decidiendo los temas, aunque habrá algo de Kaka de Luxe, saltaré a Radio Futura... Música en castellano casi toda y luego terminaré con el rap y el hip hop».

Trillo abunda un poco en su relación con los dos últimos estilos: «Los primeros discos de rap en español se hicieron a finales de los 80 y yo participé en los dos: 'Madrid hip hop' y 'Rap in Madrid', el primero salió en un sello independiente y el segundo, en una multinacional, los dos en 1989. El rap venía del breakdance y la discoteca y por otra parte estaba el rock. Yo estaba a medio camino, en el pop».

El autor malagueño ha combinado en su trabajo imagen y música. «Mi fotografía va unida a la música y a la reivindicación. Cuando yo empecé, la cultura era un arma arrojadiza, pero también festiva. Ahora estoy metido en un proyecto que se titula 'Gigasiápolis'. He ido a Nueva Delhi, Seúl, Pekín, Tokio y en esos países tienen distintas religiones y por tanto distintos conceptos del pecado, de lo que está mal. Allí la gente joven tiene la música como una forma de contestación respecto a sus mayores. Nosotros veníamos de unos padres conservadores, pero ellos vienen de identidades tribales de la Edad Media».

Un punki en Nueva Delhi

Ese afán contestatario ha llevado a Trillo a fijar su mirada en el Lejano Oriente: «Un punki de Pekín o un rapero de Nueva Delhi son contemporáneos de los occidentales, pero tienen mucho más valor. Para mí no tiene mérito hacer una foto en Madrid, Barcelona o Málaga de una persona moderna. Eso representa casi un lugar común. La energía que me quede la dedicaré a buscar nuevas formas de expresión en países donde eso todavía significa ir contracorriente».

Esas 'Identidades' encontradas por todo el mundo compusieron la gran retrospectiva que le dedicó en 2009 el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, cuyo catálogo se vende (y se agota) en Nueva York o Tokio. Ha sido uno de los mayores reconocimientos que ha recibido este 'fotógrafo de la movida'. Eso sí, comparte el título con otros tres autores: Alberto García-Álix, Ouka Leele y Pablo Pérez-Mínguez. Los tres han recibido ya el Premio Nacional de Fotografía. Y que se dé por aludido quien corresponda.

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