Un búnker en la UMA para custodiar los exámenes de Selectividad

Susana Zamora

Sábado, 9 de abril 2022, 01:30

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Por sus proximidades transitan miles de personas diariamente, aunque solo un número muy reducido de ellas conoce este espacio en la Universidad de Málaga (UMA). Probablemente, el más seguro con el que cuenta la institución académica: tres anillos de seguridad (el general del campus, el propio del edificio universitario y uno específico), videovigilancia 24 horas, sensores para la detección de intrusos, acceso restringido a personal autorizado mediante huella dactilar y código numérico... Es conocido como el búnker. Sus paredes no son de hierro y acero, pero si es lo más parecido a una cámara acorazada. No hay ventanas y su ubicación discreta en el campus de Teatinos evita su fácil localización.

Y ese es su objetivo, porque en este lugar, al que ha tenido acceso SUR, es el centro neurálgico de las Pruebas de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (PEvAU), conocida popularmente como Selectividad. Así es desde 2015, año en que se trasladó desde su anterior emplazamiento en el edificio I+D (junto a la Facultad de Ciencias), que era más pequeño y más vulnerable.

Este año es la Universidad de Málaga la encargada de organizar la Selectividad para toda Andalucía (cada curso le toca a una universidad andaluza siguiendo el orden alfabético), una responsabilidad añadida, que conlleva no solo custodiar el modelo de examen de cada una de las asignaturas de la prueba, que se celebrará el 14, 15 y 16 de junio, sino de generar todas las copias y tenerlas preparadas en tiempo y forma.

En total, este año se imprimirán medio millón, que serán distribuidas en 30.000 sobres lacrados de 10, 25, 50 o 100 unidades, según las preferencias indicadas por cada universidad andaluza y, posteriormente, guardadas en cajas para ser entregadas en mano a los responsables de cada una de ellas el día acordado para su recogida en el búnker.

Para ello, cuenta con una sala acondicionada con palés (en cada uno se depositan los pedidos de cada universidad) y una carretilla portapalés para que el desplazamiento de las miles de copias hasta las furgonetas sea más rápido. «Además, se ha habilitado una puerta especial de acceso independiente, celosamente protegido con cámaras de vigilancia 24 horas y conectadas a un circuito cerrado de televisión y sensores de detección de movimientos», subraya Jorge Luque, miembro del servicio de Acceso y con experiencia en seguridad.

De la elaboración de los exámenes se encargan las ponencias de cada asignatura, formadas por un profesor de universidad y otro de Bachillerato de cada una de las nueve universidades andaluzas, es decir, 18 personas por materia. «Ellos deciden qué se pregunta en cada uno de los seis modelos de examen que se preparan, dos para la convocatoria de junio, otros dos para la extraordinaria de julio (antes era en septiembre) y otros dos que se dejan en reserva por si hubiera que atender alguna incidencia. En cualquier caso, un sorteo decide finalmente cuál cae en cada convocatoria», aclara José Francisco Murillo, vicerrector de Estudiantes de la UMA, quien ha avanzado que estarán listos después de Semana Santa para su impresión, un servicio que realizará una empresa externa y que ya ha sido licitado por 45.000 euros. Es solo una parte de los 150.000 euros de presupuesto aprobados por la Junta de Andalucía para que la UMA haga frente a la organización de la Selectividad este año y que empleará en recursos materiales, personal y refuerzo de la seguridad.

Precisamente, para extremar ésta y evitar filtraciones, la imprenta firma un acuerdo de confidencialidad con la universidad y «no puede sacar ni una copia si no es en presencia de la jefa de servicio de Acceso o la coordinadora de las pruebas», indica Murillo. No se pueden desechar copias para no dejar rastro y tampoco se puede trabajar en red durante el diseño del examen para evitar ser hackeado. Una vez elaborados los seis modelos se guardan en una memoria portátil, que protege la jefa de servicio de Acceso hasta el día de la prueba, «si hace falta con mi vida», exagera entre bromas Inmaculada Crespillo.

El búnker tiene una sala principal con ocho ordenadores en la que el día de la prueba se reúnen las seis personas autorizadas del servicio de Acceso, un inspector de Secundaria y los ponentes de cada materia, que una vez abierto el examen en cuestión, lo revisan por si hubiera una última cuestión que atender y así poder solventarla rápidamente en coordinación telefónica con el resto de universidades. «Al igual que los estudiantes que se están examinando, ninguno de ellos puede salir del búnker en la primera media hora del examen para evitar que la prueba se vea comprometida», apunta Murillo.

Otra sala sirve de almacén para las maletas portátiles de mano que serán repartidas con las copias de todos los exámenes entre los presidentes de las 19 sedes que acogerán la Selectividad este año en Málaga y, por último, el búnker cuenta con un espacio habilitado con estanterías donde se guardan bajo llave y con acceso solo para dos personas los exámenes de la Selectividad del curso anterior. «Debemos custodiarlos durante un año, salvo aquellos que estén pendientes de resolución por una reclamación. En este caso, los guardamos hasta que haya una resolución definitiva», indica Murillo.

El próximo 14 de junio es el día marcado en rojo desde hace meses por todos los aspirantes a entrar en la Universidad (el año pasado fueron más de 8.300). Se juegan la nota de acceso al grado deseado y ahí entran los 450 correctores que califican sin saber (los exámenes no llevan nombre, solo un código de barras) a qué alumno pertenece alguno de los 200 exámenes que tendrán que corregir.