José María de Sancha y el Guadalmedina
TRIBUNA DE LA HISTORIA ·
El ingeniero de Caminos redactó, junto a su colega Molini, la desviación del río en 1877MANUEL OLMEDO
Domingo, 16 de enero 2022, 15:34
Dos efemérides y un reto justifican estas líneas. El día 2 del presente mes de enero se han cumplido 132 años del fallecimiento en Vigo del gran José María de Sancha Valverde, ingeniero de caminos nacido en Madrid y malagueño por vocación, que sentó las bases del desarrollo urbanístico de Málaga con su extraordinaria visión de futuro. Él propuso la apertura de la actual calle Larios, planificó la Ronda de circunvalación, diseñó el paseo marítimo, culminó la traída de aguas de Torremolinos y redactó el proyecto de alcantarillado general, una infraestructura imprescindible para asegurar la salubridad de nuestra población. Que tardó 50 años en comenzar a construirse….
Además de todo ello fue una gran persona, dotado de singulares dotes artísticas, y un impulsor de la cultura, del arte y de la ciencia. Hoy lo recordamos también como uno de los fundadores de la Sociedad Malagueña de Ciencias y uno también de sus más activos miembros. Esperemos que pronto un rombo azul lo recuerde en la llamada «casa árabe», el bello edificio de ladrillo visto que edificó para ser el hogar de su numerosa familia, y que hoy es la joya del paseo que lleva su nombre. No se merece menos.

No puede olvidarse que su proyecto más importante fue el de desviación del río Guadalmedina, redactado junto con su colega Moliní en 1877. Cuatro años más tarde Sancha vivió el desbordamiento del río en la madrugada del miércoles 6 de abril de 1881. Además de causar graves daños provocó la muerte de 11 personas, entre ellas de José Huguet Llopis, alcalde del barrio de la Trinidad (entonces existía esta cargo) al hundirse la bóveda de la gran alcantarilla de la plazuela de la Aurora a las 7 de aquella fatídica madrugada. Fue una gran tragedia, aunque menor que la de 1907 o incluso que la catástrofe que vivimos en el otoño de 1989, en la que ocurrió una rotura similar de la misma bóveda.

El proyecto de Sancha ni siquiera pudo ser iniciado. La catástrofe económica y social que produjo la plaga de filoxera, que arrasó los viñedos malagueños, imposibilitó comenzar la obra de desvío, pese a que para su financiación el Ayuntamiento formalizó en 1888 una concesión al empresario Julio Navalón para el aprovechamiento urbanístico de las márgenes del cauce, cuyo proyecto redactó el arquitecto Berrocal. El gran Cánovas del Castillo hizo cuanto fue posible para que esta importantísima iniciativa prosperase, porque así se conseguiría crear una amplia y gran avenida, flanqueada por modernos edificios, y un gran espacio verde en el centro de Málaga. Y trabajo para los malagueños.


Pero la terrible crisis lo impidió. Por fortuna Cánovas consiguió que los terrenos ganados al mar con los nuevos muelles, en vez de convertirse en solares edificables (más de 100.000 metros cuadrados), fuesen cedidos al Ayuntamiento para ser destinados a parque. Así nació el «decumano» de Málaga, es decir una gran avenida que, incluyendo la Alameda, tiene casi 1.300 metros de longitud y constituye un excepcional eje verde este-oeste.
Sociedad de Ciencias
La segunda efeméride es la creación el 6 de octubre de 1872, 150 años se cumplirán en el que acaba de comenzar, de la citada Sociedad de Ciencias, hoy Academia. Fue el fruto de las inquietudes de un pequeño grupo de ilustrados malagueños «amantes de los adelantos científicos», que el 24 de julio anterior celebraron una reunión a tal efecto adunados por el geólogo Domingo de Orueta.
En los primeros años de su andadura algunas de las más lúcidas aportaciones de los socios se debieron a José María de Sancha, que redactó prolijos informes sobre el Guadalmedina en los años 1873 y 1881. También la actual Academia de Ciencias se ha ocupado del problema que continúa representando para Málaga el río Guadalmedina, y no puede olvidarse el informe redactado al efecto en 1995 o el debate organizado en marzo del 2000.
Y ese es el reto al que se refiere el titular de este artículo: el Guadalmedina… que hoy también viene a cuento dada la noticia difundida hace unos días por la Fundación Ciedes con el titular: «El río Guadalmedina es objeto de investigación por parte de las universidades andaluzas». Por algo será. Lo que abunda no daña… siempre y cuando se trate de cuestiones trascendentales.
Han transcurrido 21 años del Plan Guadalmedina, propuesto por la entonces alcaldesa Villalobos, y en el presente se cumplirán los 10 del «Concurso de ideas para la integración urbana del río Guadalmedina» que ganó el equipo liderado por el arquitecto José Seguí. Pero ni de uno ni de otro ha resultado alguna actuación concreta.
Cabe esperar que, con el objetivo de «contar con una valiosa información sobre cuáles son los problemas reales, cual es el diagnóstico y cuál puede ser el alcance de las distintas propuestas…» se ponga el necesario énfasis en el auténtico problema, sobre el que seguidamente vamos a incidir.
Inundaciones por avenidas del río
Porque no puede olvidarse que desde el siglo XVI Málaga intentó resolver las inundaciones provocadas por las recurrentes avenidas del río, que fueron tan numerosas como las ideas, estudios o proyectos que se han venido sucediendo a lo largo de quinientos años. Resulta cuando menos insólito que en cinco siglos no se haya logrado solucionar definitivamente el problema, sobre el que quien esto escribe ha venido reflexionando durante los últimos ocho lustros. En las adjuntas imágenes pueden verse algunos ejemplos de lo que escribieron diversos e ilustres técnicos sobre la cuestión que hoy nos ocupa.

En 1979, ¡hace más de 8 lustros!, cuando comenzó a construirse la presa del Limonero en terrenos de la hacienda del Limosnero, el diario Sur inició motivó un gran debate ciudadano, acertadamente planteado por el periodista Francisco Cortés Jaén, «Pacurrón». El rechazo a la presa fue prácticamente unánime, pero la obra continuó y fue concluida en 1983. Su más ardoroso opositor fue el ingeniero de caminos Francisco Benjumea, y hasta su fallecimiento mantuvo la imperiosa necesidad de eliminar el riesgo que suponía … y que aún continúa suponiendo.
Dando por descontado el benéfico influjo de la reforestación de la cuenca del río de la ciudad (casi 5.000 hectáreas), proyectada por Bermejo y ejecutada en su mayor parte por Martínez Falero, ambos ingenieros de Montes, y la defensa que supuso durante casi tres cuartos de siglo el embalse regulador del Agujero, obra de otro gran ingeniero de Caminos, Manuel Giménez Lombardo, la cuestión no está zanjada.
Hoy una avenida extraordinaria del Guadalmedina, con un período de recurrencia de 10.000 años, difícilmente podría ser laminada por el Limonero. Y no puede olvidarse el caudal que aportan los arroyos que desembocan en el cauce aguas abajo de la presa. Estas poderosas razones sirvieron de justificación para la iniciativa planteada el año 2000.
Coincidimos pues con la oportunidad del anunciado nuevo estudio. Pero consideramos necesario y urgente volver a afrontar tan importante problema. Aunque la probabilidad de que ocurra una catástrofe sea muy pequeña, el riesgo es enorme. Y Málaga no puede permanecer más tiempo bajo una amenazante espada de Damocles que, cayendo de improviso, en demasiadas ocasiones ha causado la pérdida de muchas vidas y de muchos bienes.
Y en el análisis del problema no puede olvidarse el universalmente aceptado cambio climático… del que cabe esperar casi cualquier evento catastrófico. Podría y debería pues intentarse, a pesar de la crisis provocada por la Covid, y aunque no sabemos qué otras consecuencias nos traerá, que los anunciados fondos que han de llegar de Europa permitan afrontar las obras, a nuestro juicio imperiosamente necesarias, para lograr la definitiva solución del riesgo existente.
Además, hasta que no se consiga resolver tan grave asunto, resultará imposible que Málaga logre crear su «cardo», es decir su gran eje sur-norte. Pero no una vía con doce carriles, como hace años se planteó, sino un eje verde que transforme favorable y trascendentalmente el cauce del Guadalmedina y el urbanismo de nuestra ciudad.

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