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Trabajadoras fabricando el famoso salchichón Prolongo en 1953. Cortesía de Prolongo
Prolongo: Los orígenes de una empresa malagueña bicentenaria

Prolongo: Los orígenes de una empresa malagueña bicentenaria

Tribuna de la Historia ·

Muy pocos comercios o empresas malagueñas pueden presumir de haber cumplido 200 años como es el caso del negocio fundado por Rafael Prolongo en 1820

Sábado, 15 de febrero 2020, 14:06

Muy pocos comercios o empresas malagueñas pueden presumir de haber cumplido 200 años. Los podríamos contar con los dedos de una mano y aún nos sobran dedos. Según mis cálculos son solo tres: las cererías Zalo y Ojeda, la antigua farmacia Bustamante de la plaza de la Merced y Prolongo. Esta última tiene además el mérito de ser actualmente una de las diez empresas más importantes de Málaga. Veamos cuál es su historia.

El pionero: Bartolomé Prolongo

Según Manuel Muñoz Martín, que ha rastreado los archivos notariales en busca de la pequeña historia de Málaga, Bartolomé Prolongo era oriundo de Génova y había arribado a Málaga en una fecha no determinada de la primera mitad del siglo XVIII. Desde Génova también llegaron otros italianos ilustres que se acabarían asentando en nuestra ciudad, como Giovanni Luigi Picasso (que era de Sori, un pequeño pueblo costero a 15 kilómetros de Génova) o Giuseppe Caffarena (que llegó en 1842 a Málaga con la custodia de la Catedral, que había sido reparada en un taller de Génova). Bartolomé Prolongo era tallista y dorador, como otros paisanos suyos que se fueron estableciendo en Málaga como el orfebre José Caffarena o el platero Juan Ghiara Parodi, que tuvo en calle Granada la joyería más lujosa de la Málaga decimonónica.

Bartolomé Prolongo, origen del fecundo árbol de los Prolongo en Málaga, se casó con una malagueña de origen italiano: Josefa Aicardo. Tuvieron, que sepamos, cinco hijos de los que al menos el mayor, José Prolongo Aicardo, siguió el oficio paterno de dorador. Vivía en la calle Carretería 21 y su posición económica era ya bastante desahogada, porque al morir tenía un importante patrimonio en casas, dinero y alhajas, según el inventario de bienes de su testamentaría. Su hermano Juan Prolongo fue asesinado en el año 1800 por unos bandidos cuando se dirigía a su hacienda en el campo, inaugurándose así una trágica práctica porque a su descendiente, Francisco Prolongo, también le ocurrió lo mismo en la pedanía de Lagos durante los convulsos días del Cantón de Málaga (1873), y José María Prolongo Herráiz perdió la vida al ser ejecutado por unas milicias a dos kilómetros de Álora en los trágicos días de nuestra Guerra Civil (1936). Tres Prolongo asesinados vilmente en mitad del campo.

El fundador: Rafael Prolongo Gutiérrez

Centrémonos ya en nuestro protagonista, Rafael Prolongo Gutiérrez (1789-1861). Era nieto del fundador de la estirpe malagueña, Bartolomé Prolongo, y el tercer hijo de los los siete que tuvo el matrimonio formado por Gerónimo Prolongo Aicardo y María Gutiérrez. Rafael Prolongo Gutiérrez no siguió la tradición familiar, puesto que abrió en 1820 una pequeña tienda de comestibles en la calle San Juan, esquina a la calle Cintería, hecho histórico del que este año 2020 se cumplen dos siglos. Este edificio había sido construido, al parecer, por sus antepasados a principios del siglo XIX. El humilde comercio estaba estratégicamente situado, ya que abría sus puertas en la confluencia de tres calles muy comerciales: San Juan, Cintería y Marqués. Tenemos también que aclarar que por aquel entonces la calle San Juan estaba llena de carnicerías, tiendas de comestibles y puestos callejeros, al ser una prolongación natural del mercado principal de la ciudad, conocido como Alhóndiga, que estaba ubicado más o menos donde estuvo el edificio de Félix Sáenz. En este concurrido y bullicioso emplazamiento empezó Rafael Prolongo su práctica comercial.

Pronto se hizo su tienda muy famosa por dos motivos. En primer lugar porque allí se vendía la famosa mantequilla de Hamburgo, envasada en barrilitos y que era adquirida en grandes cantidades por las familias más distinguidas y adineradas de Málaga, conocidas popularmente como los de la manteca. Todavía hoy en Málaga tener manteca significa tener dinero. Y en segundo lugar, por lo que se hizo justamente popular y conocido en Málaga Rafael Prolongo: la fabricación manual y artesana de un tipo de salchichón al estilo genovés, según una receta que seguramente había aprendido de sus antepasados y que podría guardar relación con el salami genovés. Este salchichón tenía una curación muy rápida, de apenas una semana, y utilizaba como base carnes escogidas de cerdo.

Rafael Prolongo, como buen comerciante, diversificó su oferta y también vendía otros productos, como el jabón que había sido fabricado en la almona de Sandoval, en la calle Refino, y pasta fosfórica para la elaboración de cerillas. Esta última se producía en una fábrica de Capuchinos, propiedad de su yerno, Francisco Sevillano, y que Rafael Prolongo compró al final de sus días.

Rafael Prolongo Gutiérrez contrajo matrimonio con María Salinas Blanca, unos diez años más joven que su marido. Del matrimonio fueron naciendo sucesivamente Dolores (nacida hacia 1825), Concepción (h. 1831), Juan de Dios (h. 1834), José María (h. 1836) y Francisco de Paula (h. 1840). Con el tiempo, los varones se fueron incorporando a los negocios familiares y, a la muerte de su padre, cada uno de ellos se quedó con uno: José María con la tienda de la calle San Juan y los otros dos con la fábrica de Jabón y de fósforos, sin que sepamos especificar cuál cada uno.

Rafael Prolongo Gutiérrez era abuelo de mi tatarabuela. Debió de ser un hombre inquieto. Sabemos que en 1839 había comprado unos terrenos próximos al camino de los Almendrales, que vendió poco después. Poco más conocemos del fundador de Prolongo. Estos son los datos que aportan los documentos que hemos podido cotejar. Sobre su personalidad nada conocemos. Se nos escapa de las manos como la espuma de la mar. Cuando falleció de disentería el 4 de agosto de 1861, a los 72 años de edad, vivía en la calle San Juan 80, en un edificio que, sospechamos, pudo ser de su propiedad. Allí más tarde se estableció la famosa farmacia de Bonifacio Gómez.

Partida de defunción de Rafael Prolongo Gutiérrez, fundador de Prolongo. Archivo Municipal de Málaga

El final de una tienda centenaria

Desde la muerte de su fundador, el negocio de la calle San Juan aparece bajo el nombre de Prolongo Hermanos. José María Prolongo Salinas se fue quedando con la parte del negocio de sus hermanos, tras la muerte de estos, hasta hacerse con la totalidad de Prolongo a finales del siglo XIX. José María Prolongo Salinas se casó con María García Fernández y tuvo cinco hijos.

Calle San Juan tras las inundaciones de 1907. Cortesía de Prolongo

En 1900 José María Prolongo regentaba el negocio de la calle San Juan con sus tres hijos solteros, Pablo, Carlos y Andrés. La sociedad se denominaba Prolongo e Hijos. Tenían tres dependientes empadronados en la tienda, como era la costumbre en los comercios malagueños. En 1905 los dependientes ya eran seis. Ese año el salchichón Prolongo se vendía a 5'50 pesetas el kilo. En 1906 Andrés, el hermano pequeño, se estableció por su cuenta en calle Nueva y abrió una tienda de ultramarinos que tuvo una efímera existencia. José María Prolongo Salinas falleció hacia 1910. Con él desapareció la segunda generación de esta bicentenaria empresa. Entonces sus hijos vendieron la tienda de la calle San Juan a Antonio Oliva Noguerales. La histórica tienda de comestibles pasó a llamarse Casa Oliva.

Anuncio de la antigua Casa Oliva. Año 1934

En Casa Oliva trabajaban de dependientes Juan Rodríguez López y Manuel Parra Jiménez. A finales de los años veinte ambos decidieron quedarse con el negocio, que mantuvo el nombre de Antigua Casa Oliva. En 1939 los dos socios se hicieron con otro traspaso: el de los renombrados ultramarinos y coloniales La Genovesa, en la plaza de Uncibay. En un principio Juan se quedó con Casa Oliva y Manolo con La Genovesa. Sin embargo, desde 1941 intercambiaron los negocios y desde ese año la familia Parra fue la propietaria de la histórica tienda de la calle San Juan, que pasó a llamarse Ultramarinos Parra. Estuvo abierta hasta finales de siglo. Cuando cerró la vieja tiendecita de ultramarinos su último propietario, José Luis Parra de Torre, no podía sospechar que ponía fin a un histórico comercio que llevaba vendiendo exquisitas viandas a los malagueños desde hacía casi 180 años, entre ellas el famosísimo salchichón de Málaga.

La fábrica de Prolongo

Una vez que hemos contado el final del comercio de la calle San Juan, sigamos con la historia de Prolongo. ¿Qué ocurrió a principios de siglo, tras el fallecimiento de José María Prolongo, para que sus hijos tuvieran que vender la tienda? En un reportaje sobre Prolongo publicado en la revista malagueña 'El Pregón' en 1928, sus hijos Pablo y Carlos contaban (unos 18 años más tarde) que habían recogido un negocio empobrecido y que habían pasado «momentos muy críticos, con recursos económicos muy mermados y teniendo que hacer frente a apremiantes compromisos. A fuerza de energías, de derroche de actividad, levantaron y engrandecieron el negocio que heredaron». Desconocemos qué ocurrió. Los hermanos Pablo y Carlos Prolongo García forman la tercera generación familiar de la histórica empresa. Cuando falleció su padre, recordemos que hacia 1910, no debían de ir muy mal las cosas porque Pablo Prolongo matriculó un Peugeot con la placa MA-35, un lujo para la época.

Tras vender la tienda los hermanos Prolongo compraron hacia 1915 un terreno en la Estación de Cártama, en la finca Venta Romero, propiedad de Diego Salcedo Durán, que era además el dueño de Villa Salcedo en la Caleta. Allí pretendían Pablo y Carlos Prolongo construir una moderna fábrica en la que se elaborase el salchichón que toda Málaga iba a comer. Según cuenta Fernando Bravo, «para la colocación de la primera piedra se organizó una comida a la que fueron invitados un buen número de amigos de la familia. Aquel día consumieron varios jamones de la mejor calidad, al igual que otros embutidos y buen vino. Y al acabar la comida, en el mejor ambiente, en una especie de ceremonia fueron colocando los huesos de los jamones en el fondo de los cimientos, a modo de primera piedra, y sobre ellos se construyó la nueva fábrica, de modo que, si algún día se abriesen los antiguos cimientos, se podrían encontrar los restos de aquel banquete».

Pablo Prolongo, en el año 1910.

Julián Sesmero relataba otra anécdota de esta comilona a la que asistió Francisco Merino García, el que matriculó el primer coche en Málaga. Francisco Merino era representante de la marca francesa De Dion Bouton y le ofreció a Pablo Prolongo un coche a cambio de jamones, salchichones y otros embutidos durante un buen número de años. En efecto, en 1915 se matriculó un automóvil francés marca Darracq con el número MA-158. Para Muñoz Antivón la anécdota, aunque divertida, no tiene visos de realidad. En primer lugar, porque un automóvil era un producto demasiado caro para la época como para intercambiarse a manera de trueque por cualquier otra mercancía. Y en segundo lugar porque el importador de automóviles de la marca Darracq no era Francisco Merino, sino J. de la Huerta y Cía. Como curiosidad, añadiremos que el automóvil que compró Pablo Prolongo llegó en barco desde Marsella embalado en una gran caja. Por aquellos años Pablo Prolongo vivía en la llamada Hacienda de Vitorio.

En el reportaje de 1928 al que antes hemos aludido, se describe cómo era la fábrica que los hermanos Prolongo habían levantado en la Estación de Cártama. Según cuentan sus dueños, aunque la fábrica estaba dotada de la más moderna tecnología, todavía estaba en uso una embutidora que su padre José María usaba en la tienda de la calle San Juan y hasta hacía poco habían estado en funcionamiento algunas de las máquinas que había utilizado su abuelo, el fundador. El dato nos parece entrañable. Dos molinos de viento sacaban el agua que necesitaba la fábrica de un pozo. El periodista visitó incluso las modernas cochiqueras donde esperaban su hora los cerdos para ser sacrificados, animales que eran reconocidos a diario por el veterinario Francisco Gómez Suárez.

Años 30. Empleadas de la fábrica Prolongo posando junto al carrero y al mulo que transportaba el género a Málaga. Cortesía de Prolongo

Prolongo hoy

En el año 1937 la situación de la empresa Prolongo era ruinosa y su Consejo de Administración decidió su venta para tratar de evitar la pérdida total de patrimonio de sus propietarios. En ese momento los dueños de Prolongo entraron en contacto con los hermanos Joaquín y Ramón Soler Pacreu, que en ese año se encontraban en Sevilla. Los hermanos Soler eran industriales del sector cárnico en Gerona y acordaron realizar un alquiler con opción a compra de la industria Prolongo. Posteriormente, cuando decidieron la compra definitiva de la empresa, fundaron una nueva sociedad para continuar con el negocio. La nueva sociedad mercantil, heredera de Prolongo, se llamó Mataderos Industriales Soler, S.A. y estaba dedicada a la producción de embutidos y de jamón serrano, a la que se sumó Frigoríficos Andaluces de Conservas de Carne, S.A. (Faccsa), originariamente dedicada a la fabricación de jamón cocido (1941) y posteriormente centrada en la carne de cerdo fresca (1977). Tras el fallecimiento en 1966 de Ramón Soler Pacreu son su hijo Ramón Soler Pérez y su mujer María Dolores Ciurana Boadas quienes presiden la bicentenaria empresa.

Instalaciones de Prolongo en 1956. Cortesía de Prolongo

Hoy Prolongo tiene una plantilla de casi 1.000 trabajadores y sus modernas instalaciones ocupan una superficie de 45.000 m2. Exporta sus productos a 16 países, desde Nueva Zelanda a Canadá, pasando por Suecia o China. Sirva este artículo de aperitivo para el libro que con esmero y cariño está preparando Prolongo, la que creó el salchichón de Málaga.

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