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Enrique García-Herrera en su despacho de la Caja. Archivo familiar.
Enrique García-Herrera, un olvidado mecenas malagueño

Enrique García-Herrera, un olvidado mecenas malagueño

Fue director durante 26 años de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, integrada luego en Unicaja, y el creador del Museo de Artes y Costumbres Populares, abierto junto a la plaza que lleva su nombre en pleno Centro

Domingo, 6 de diciembre 2020, 01:17

Pocos malagueños gozan del privilegio de tener dedicada a su memoria una espaciosa plaza en pleno Centro de Málaga. La cuestión es que entre los más jóvenes el nombre de Enrique García-Herrera es prácticamente desconocido. Ignoran que fue director durante 26 años de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, integrada luego en Unicaja, y el creador del Museo de Artes y Costumbres Populares, abierto junto a la plaza que lleva su nombre. Enrique García-Herrera fue todo un mecenas del arte en la Málaga de la segunda mitad del siglo XX. A tratar sobre su figura dedicamos el presente artículo, que pretendemos comenzar hablando de su padre y de sus antecedentes familiares. Como verá el curioso lector merecen la pena conocerse.

Los García-Herrera

Sabemos de los orígenes de los García-Herrera gracias a la labor investigadora de Trini y José María García-Herrera, hijos de nuestro biografiado y bisnietos del que podemos considerar el fundador de la saga, Joaquín Herrera Fajardo (1833-1891). Este empresario tenía un almacén de madera y aserradora, importaba petróleo de América y vendía productos para fabricar jabón. Joaquín fue concejal del Ayuntamiento de Málaga y uno de los mayores contribuyentes de la provincia. Se asoció en sus negocios con Carlos Larios o con Simón Castel creando la Sociedad La Concepción, que se dedicaba al refinado de aceites minerales. Le podemos considerar, con todo derecho, uno de los promotores del desarrollo industrial de la Málaga decimonónica. Joaquín Herrera Fajardo murió a los 58 años en 1891, sin descendencia y sin testar. Heredaron sus negocios sus sobrinos Antonio y José García Herrera. Nosotros nos ocuparemos de este último, por ser el padre de nuestro biografiado.

Foto de la familia García-Herrera y García de la Reguera en 1918. Enrique está a la derecha de su padre. Archivo familia García-Herrera.

José García Herrera (1864-1933) había nacido en Córdoba, aunque de padres malagueños. Estudió el bachillerato en el Instituto Provincial de la calle Gaona, algo poco frecuente entonces entre la juventud malagueña. En 1891 se casó en la iglesia del Sagrario con Concepción García de la Reguera y Carreras, descendiente de una saga de libreros, los Carreras, que tenían una librería varias veces centenaria en la plaza de la Constitución, en la ciudad de las cien tabernas y una sola librería. Insistimos en lo del instituto y en lo de la librería para que seamos conscientes del ambiente culto y liberal en el que se crio nuestro protagonista. Del matrimonio entre José y Concepción nacieron trece hijos, de los que diez alcanzaron la edad adulta.

El mismo año de su boda, José García Herrera heredó los negocios de su tío, con el que llevaba trabajando desde los 17 años. José creó con su hermano una sociedad para llevar sus negocios, que se denominó Sobrinos de Herrera Fajardo. De manera sabia diversificaron sus inversiones: tenían una tienda y almacén de ultramarinos y coloniales, el Bazar Malagueño, en la calle Martínez; una fábrica de chocolate, La Abeja; y una fábrica de mosaicos, Santa Teresa, fundada en 1900, que obtuvo gran éxito por la calidad y variedad de sus productos (en 1913 contaban con 83 modelos diferentes): son los artísticos suelos hidráulicos de las casas de nuestros abuelos. García Herrera se encargó de la reforma del suelo de la iglesia de la Merced en 1909, que causó sensación en su época. Hasta su última remodelación en el año 2006, algunos bancos del Parque conservaban una pequeña placa: García-Herrera y Cía.

Corporación municipal a principios de los años 40. Enrique García-Herrera es el cuarto por la derecha de la segunda fila. Archivo familia García-Herrera

José García Herrera fue teniente de alcalde del Ayuntamiento y el responsable de la reorganización del cuerpo de bomberos, dotándolo, entre otras cosas, de un nuevo uniforme. Estuvo comprometido con la ideología republicana y fue amigo del mismísimo Francisco Pi y Margall, que fue el abogado que se encargó de asesorarle en sus pleitos. José presidió la Junta Permanente de Festejos, que apostó por la apertura de Málaga al turismo; fue presidente del Real Club Mediterráneo y de la Sociedad Excursionista. Desde 1920 unió sus apellidos formado el compuesto García-Herrera que utilizarón él y sus descendientes. Sus empresas sufrieron varias crisis: la de las inundaciones de 1907, la provocada al terminar la Primera Guerra Mundial, que produjo la definitiva separación en los negocios con su hermano Antonio en 1920. José García-Herrera murió en 1933, a los 69 años de edad.

Colegio de San Agustín

Tras esta breve introducción llegamos a nuestro protagonista, Enrique García-Herrera y García de la Reguera (1908-2002). Nació en el seno de una familia burguesa y acomodada y era el octavo de diez hijos. Tras sus primeros estudios en el Colegio Alemán ingresó en el Colegio de San Agustín en 1918, a los diez años, en el preciso año de la fundación del mismo. Perteneció a la primera promoción del colegio. Fue un excelente alumno y en las listas que los padres agustinos enviaban cada año al instituto, que estaban organizadas según el orden de aplicación y de aprovechamiento, Enrique García-Herrera ocupaba algunas veces el primer lugar, por lo que algunos lo han considerado el primer alumno del colegio. Vio nacer y crecer al Colegio de San Agustín. Por sus inquietudes culturales perteneció al equipo de redacción de la revista del centro educativo, que se llamaba Almas Nuevas.

Calificación de Enrique García (aún no era García -Herrera) obtenida en la asignatura de arítmética en segundo de bachiller. Archivo familia García-Herrera

Enrique García-Herrera siempre se consideró un hijo del colegio y recordaba con cariño aquellos tiempos felices en los que estudió allí el bachillerato. En 1951 pronunció una conferencia en San Agustín sobre el ahorro infantil. Perteneció a la asociación de antiguos alumnos. Y fue el más longevo de los 17 alumnos que formaron la primera promoción del Colegio de San Agustín.

Su verdadera vocación fue la de ser catedrático de historia, pero la vida le llevó por otros derroteros. En efecto, al terminar sus estudios en el Colegio de San Agustín, se preparó por libre el primer curso de la carrera de filosofía y letras, que superó con brillantes calificaciones. Sin embargo, la quiebra de las empresas familiares le obligaron a estudiar la carrera de derecho y a buscar trabajo a temprana edad. Así en 1929, a los 21 años, terminó sus estudios de derecho e ingresó en la Diputación de Málaga como oficial administrativo.

Durante la Guerra Civil permaneció refugiado en Villa Maya, donde estaba el Consulado de Méjico, y allí escribió un diario que fue publicado por el profesor Antonio Nadal. Al terminar la guerra, testificó a favor del cónsul mejicano, Porfirio Smerdou, que era además hermano de su cuñada. Enrique García-Herrera mantuvo amistad con Porfirio toda su vida.

Antiguos alumnos de San Agustín. Enrique García-Herrera es el cuarto por la derecha de la segunda fila. Archivo familia García-Herrera

Tras la Guerra Civil, volvió a presentarse a las oposiciones de la Diputación y, como obtuvo el primer puesto, fue nombrado en 1941 Jefe Letrado de lo Contencioso. Por las tardes ejercía la abogacía de manera privada. En 1943 contrajo matrimonio en la iglesia de la Victoria con Trinidad Pérez-Bryan López, con la que tuvo cuatro hijos: Trini, María Victoria, Enrique y José María. A continuación nos vamos a centrar en los dos aspectos que consideramos más relevantes en la biografía de Enrique García-Herrera: su dirección de la Caja de Ahorros y su benemérita labor cultural.

Caja de Ahorros Provincial de Málaga

El día 20 de junio de 1949 se inauguró en la calle Alarcón Luján la primera oficina de la flamante Caja de Ahorros Provincial de Málaga. El acto fue presidido por el presidente de la Diputación de Málaga, Baltasar Peña Hinojosa, y la sede fue bendecida por el párroco de la iglesia de Santiago, Hipólito Lucena. Y allí estaba presente, lógicamente, nuestro protagonista, que había sido nombrado director de la Caja de Ahorros, cargo que mantuvo durante 26 años. Para explicar el trabajo de Enrique García-Herrera al frente de la caja, seguimos los datos que publicó en el Diario Sur (30-5-2005) Francisco de Paula Sánchez-Pastor Morales, que fue el número uno de la primera promoción de empleados de la Caja y que conoció de cerca a su director.

La Caja de Ahorros Provincial de Málaga fue dotada en 1949 con un millón de pesetas procedentes de la diputación y tenía cinco empleados. Cuando García-Herrera terminó su labor directiva en 1975, la Caja contaba con unos activos de cinco mil millones de pesetas, tenía 41 oficinas con 125.000 clientes y empleaba a casi trescientos trabajadores. Esto da una idea de la importante gestión de su director al frente de la entidad. Debido a la competencia de las otras dos cajas de ahorro malagueñas, la de Ronda y la de Antequera, la nueva caja de ahorros tuvo que abrir sus primeras oficinas fuera del radio de acción de las otras dos entidades. Por eso, las primeras oficinas de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, fundadas en 1953, estaban en la Axarquía: Vélez-Málaga, Periana, Torrox y Casabermeja. Cuentan que Enrique García-Herrera tenía en su despacho una gran pintura de la provincia de Málaga, que ocupaba todo un testero. Cada vez que se inauguraba una nueva sucursal en un pueblo, se dibujaba de manera esquemática el perfil de esa localidad en su lugar correspondiente. Por otro lado, Enrique buscaba en cada pueblo para sede de la Caja un edificio que fuera de alguna manera emblemático, singular o histórico, y siempre colocaba en él letreros discretos, que respetaran el entorno en el que estaba enclavado. Como él mismo decía, no eran necesarios grandes carteles, porque todo el mundo en el pueblo sabía dónde estaba la oficina bancaria.

La Caja se hacía cargo de la Casa de Misericordia, que acogía a unos 500 niños huérfanos y abandonados. Para acceder al puesto de botones en cualquier sucursal, estos niños tenían preferencia sobre otros candidatos. En 1960 la Caja inauguró su nueva sede en el edificio de la Diputación de Málaga, con acceso por la calle Molina Lario. En 1975 Enrique García-Herrera dimitió de su puesto de director, una decisión que entonces fue muy sentida, especialmente por los empleados que tanto apreciaban a su director. Tras un cuarto de siglo al frente, sufriendo la dura competencia de las cajas de Ronda y de Antequera, nadie daba un duro por la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. Y toda esta labor se hizo con los medios de entonces, sin ordenadores ni cajeros automáticos. Se cuenta que durante su mandato ninguna sucursal había sufrido ningún atraco. En 1991 la Caja de Ahorros Provincial de Málaga se unió a la Caja de Ahorros de Ronda, junto a otras cajas, para crear Unicaja.

Libreta número uno de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, a nombre de Baltasar Peña Hinojosa. Archivo Díaz de Escovar

Mecenas de la discreción

Así llamó el periodista Alfonso Vázquez a Enrique García-Herrera, de una manera tan acertada que a nosotros nos parece que merece encabezar el título de este apartado final. Ya dijimos que su verdadera vocación fue el arte y a ella se dedicó con pasión como director de la Caja y al frente de la Obra Social y Cultural, realizando una importantísima labor. Quizá su primera acción destacada fuese la compra en 1954 del archivo de Narciso Díaz de Escovar, archivo que es todo un tesoro para los malagueños en general y para los investigadores en particular por los documentos que atesora.

A principios de los cincuenta Enrique García-Herrera habilitó un par de salas para exposiciones en la planta baja del edificio de la Sociedad Económica de Amigos del País, en la plaza de la Constitución. Allí expusieron los mejores pintores malagueños del momento, desde Revello de Toro hasta Chicano, pasando por Brinkmann o Alberca. La media de exposiciones anuales era de 20. Alguno, como es el caso de Paco Hernández, tuvo una relación especial con la Caja, ya que pintó el mural de la central de Molina Lario y estuvo becado por la Caja en 1954 para la realización de sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Cuando en los años sesenta la Diputación de Málaga abandonó el viejo palacete de la calle Beatas y se trasladó al nuevo edificio de la plaza de la Marina, García-Herrera se encargó personalmente de la decoración del mismo. Solía frecuentar los anticuarios, como el famoso de Salvador Blasco, en la plaza del Obispo, y allí se surtía de muebles y pinturas que aumentaron de manera significativa la valiosa colección artística de la Diputación de Málaga.

Al no haber entonces en Málaga una universidad que fomentase la investigación, la Obra Socio-Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga llevó a cabo una importante gestión cultural editando libros, creando bibliotecas en los pueblos y organizando conferencias, conciertos y exposiciones. El primer libro que editó fue Málaga y su flora ornamental, de Modesto Laza Palacio, al que siguieron otros más de Bejarano, Baltasar Peña, Juan Temboury, Arturo Reyes, González Anaya, etc, hasta alcanzar la cuarentena de títulos en 1975. En los años cuarenta Enrique García-Herrera fue nombrado, como su padre y su tío abuelo, concejal del Ayuntamiento de Málaga, que presidía en aquel momento el alcalde Pedro Luis Alonso. Fue, además, desde 1961 director del Instituto de Cultura de la Diputación y en 1962, por su importante labor cultural, fue elegido académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.

Enrique García-Herrera de cerca. Archivo familiar

Pero quizá la aportación más significativa de Enrique García-Herrera como mecenas del arte a Málaga haya sido la creación en 1976 del Museo de Artes y Costumbres Populares. El edificio, convertido en corralón y amenazando ruina, fue comprado por la Caja en 1974. Se trata de una de las casas más antiguas de Málaga, construida en 1632, y es muestra significativa de la arquitectura popular malagueña del siglo XVII. Desde 1487 existió en ese solar un parador o posada propiedad de los frailes mínimos. Las piezas que se exponen en el museo habían sido adquiridas por la Caja ya desde los años cincuenta. Don Enrique tenía avisados a todos los directores de las oficinas de los pueblos con el objeto de que buscasen o rastreasen para su compra todo aquel material etnográfico o popular que se considerase de interés, de manera que cuando se inauguró el museo ya se contaba con muchas piezas valiosas. Además de los despachos de Arturo Reyes o de Díaz de Escovar, destacaremos la colección de barros malagueños, única en su clase. Estos barros eran una especie de artísticos souvenirs que se llevaban los extranjeros a sus países de recuerdo cuando visitaban Málaga. La colección era propiedad de un coleccionista inglés. Costó tanto su adquisición como el transporte por avión y el embalaje de piezas tan delicadas.

Enrique García-Herrera fue siempre un trabajador incansable. Sus hijos jamás le vieron tomarse unas vacaciones. Como mucho, en verano, no acudía a la oficina por las tardes. Mecenas discreto, siempre permanecía en un segundo plano, alejado de los focos. Nunca buscó el reconocimiento personal. Por eso, muchas de sus actuaciones han pasado desapercibidas o ignoradas. Era tan humilde y modesto que consideraba que su labor cultural tampoco fue tan meritoria. Falleció a los 93 años, el 4 de mayo de 2002. No quiso que se publicase esquela. Tan solo la Academia de San Telmo anunció en Sur dos meses más tarde la celebración de un funeral en la Catedral. Sirva esta breve semblanza para honrar la memoria de un ilustre mecenas malagueño.

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