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La pintura Un globo en el aire de Jules Tavernier representa un vuelo del globo de la compañía Buislay
1856: el espectáculo que asombró a Málaga

1856: el espectáculo que asombró a Málaga

En agosto de ese año se anunciaba la llegada a la ciudad del intrépido y famoso acróbata y aeronauta Esteban Buislay

Salvador Valverde

MÁLAGA

Domingo, 4 de abril 2021, 00:44

El número de El Avisador Malagueño del 26 de agosto de 1856 anunció con expectación la llegada a Málaga de un espectáculo intrépido dirigido por el famoso acróbata y aeronauta Esteban Buislay. Estaba causando mucha sensación, junto a su hermano Julio, en su gira por diferentes municipios de España. Los Buislay incluso fueron premiados por la reina Isabel II tal como afirma un impreso publicitario de 1860 que se conserva en el Archivo Municipal de Cartagena:

«Compañía gimnástica aerostática dirigida por Mr. Esteban Buislay, premiado por S. M. la Reina de España. Escalofriante función. Se ruega que no asistan los enfermos de corazón».

El show, «nuevo y poco común» que darían en Málaga, consistía en arriesgados ejercicios acrobáticos antes del momento culmen: ascensión en el globo Montgolfier. Entre los números de equilibrio estaban El hombre mosca (¿inspiraría el título a la famosa película de Harold Lloyd estrenada en 1923?), que consistía en andar bocabajo en un techo; y La montaña espiral, que era «subir sobre una gran bola manejada por los pies, a una altura extraordinaria (alrededor de 15 metros) en torno de una columna formando una verdadera espiral. Es cosa sorprendente según nos aseguran». (El Avisador Malagueño, 30/08/1856).

Por las calles de la ciudad se pegaron carteles publicitarios en fachadas, y en el citado rotativo en el número del 30 de agosto se publicó el programa que se realizaría al día siguiente y al domingo próximo a partir de las 16:30 h. (a la fresquita) en la plaza de toros de Álvarez, que era la de Málaga por aquel entonces. Llama la atención lo que se especificaba del número llamado La percha peligrosa, pues aseguraba que es un ejercicio inventado por los hermanos aunque imitado por otros acróbatas de manera defectuosa. Además, el público disfrutaría de ejercicios gimnásticos, un desafío simulado, los juegos llamados Icarios y Asiáticos, el número El perro sabio, etc., todo amenizado con la música interpretada por la banda militar. El precio de los palcos sencillos era 25 reales y los dobles 35; la entrada general era de 4, menos los niños (sin especificar edad) que tenían que pagar 2 y los soldados 1.

Ilustración publicitaria de la función La montaña espiral. Biblioteca Nacional de Chile

Espectáculo que casi acaba en desgracia en Barcelona

El rotativo malagueño no tenía duda respecto al numeroso público que congregaría tan inusual espectáculo, pero no únicamente en los tendidos de la plaza de toros, sino también en las azoteas y otros lugares altos para presenciar con mayor esplendor la travesía del globo por el cielo malagueño.

Esta parte del programa no finalizaba siempre satisfactoriamente tal como ocurrió año y medio antes en Barcelona, que casi acaba en desgracia. El Avisador Malagueño da cuenta del hecho el 26 de agosto a través de la información recogida del periódico Corona de Aragón. Esa ascensión empezó bien; a una altura considerable se empezó a arrojar, entre otras cosas, flores y caramelos sobre el entusiasmado público que aplaudía insistentemente. Pero a medida de que seguía subiendo el aparato empezaron los problemas. Cuando se dirigía hacia unas montañas cercanas, un repentino viento hizo que cambiara el rumbo en dirección al mar. Debido a la alta velocidad y altura que estaba cogiendo el globo, el aeronauta decidió abrir la válvula para controlarlo, pero el mecanismo se rompió imposibilitando su manejo. En dirección hacia el mar y ante el temor de alejarse de tierra sin rumbo fijo, el señor Buislay decidió arriesgadamente subirse por las cuerdas hasta «la parte inferior del diámetro mayor» para rajar el globo con un cuchillo y hacer que descendiera al salir el gas. El globo cayó al mar a una distancia de tres millas de Badalona. Pero ahí no acabó el peligro, ya que Buislay casi muere ahogado debido al gas que respiró. Inconsciente, con un chaleco salvavidas puesto, fue rescatado del mar por tripulantes del vapor Remolcador que salió en su auxilio. Una vez en tierra tuvo su necesaria asistencia médica hasta recuperarse completamente días después.

El rotativo El Correo de Ultramar en su número del 5 de febrero de 1855 publicó que el aeronauta volvió a París cuando se recuperó totalmente y que este hecho no lo desanimaría a seguir con su espectáculo. Año y medio después su destino era Málaga.

Vandalismo en la primera función en Málaga

Globo de la compañía Buislay en San Francisco (EE. UU.) en la década de los 80 del siglo XIX. Golden Gate NRA, Park Archives openhistory.org

Tal como reseña la crónica de El Avisador Malagueño del 2 de septiembre de 1856, la función de Buislay en la plaza de toros transcurrió según lo esperado y con normalidad. Pero sucedió un incidente llamativo una vez que el globo se alejó en el cielo malagueño «ya puesto el sol» del casco histórico de la ciudad. En esta ocasión era Julio Buislay (al ser nombrado también como Julis, suponemos que Julio es la castellanización de su nombre) el que realizó la ascensión en globo. La travesía transcurrió con normalidad ante el alboroto de los presentes, pero cuando realizó el descenso, posando el aparato en unas huertas de la zona de Arroyo de los Ángeles, un numeroso grupo de personas se agolparon destrozándolo aun con las numerosas súplicas de Julio. Según afirmó el rotativo El genio de la libertad en su número del 17 de septiembre, fueron alrededor de 300 personas las que estuvieron rajando el globo a base de navajadas, «solo en parte pudieron lograr su salvaje intento. Dos de los principales autores del atentado ha sido presos».

En El Avisador Malagueño, en el número anteriormente citado, reflexionó respecto a tales hechos lamentables:

«Parece imposible que tales escenas, propias de bárbaros, pasen en una ciudad culta, y así esperamos que la autoridad haga entender la razón por medio del debido castigo a esa clase de gentes que no tienen de racionales más que la figura».

Sin que den explicaciones sobre el motivo de esta salvajada en las distintas publicaciones que se hicieron eco, es complicado explicar el porqué de esta actitud, ya fuera por puro vandalismo, temor al aparato, conseguir tela del globo para diferentes usos domésticos, etc. A saber.

El Guadalhorce, 05-04-1840. BNE

Segunda función sin ascensión

Parece ser que los destrozos ocasionados al globo fueron reparados pronto, pues, como estaba previsto, para el 7 de septiembre se anunció otra función con su respectiva ascensión. Eso sí, El Avisador Malagueño de ese mismo día señaló que se debían tomar las medidas suficientes para que no ocurrieran de nuevo los lamentables hechos acaecidos en el espectáculo anterior, «que tan mal dicen a favor de la cultura e ilustración de este pueblo».

Finalmente no hubo vuelo, ya que el viento que hizo no lo aconsejó (vaya a ser que pasara igual que en Barcelona). Pero en su sustitución hicieron volar «uno pequeñito (se supone que sin tripulantes) que hubo de caer al mar según la dirección que tomó». Aunque no hubo manifestaciones de protestas, sí que el público estaba disgustado por no disfrutar de ese gran momento del espectáculo ofrecido por los Buislay. Lo que sí refirió El Avisador Malagueño del 9 de septiembre es que los asistentes quedaron asombrados con el arriesgado número de La montaña espiral que compagina fuerza, agilidad y equilibrio.

Tercera función y segundo vuelo exitoso del globo Montgolfier

Al día siguiente de la segunda función, y por motivo de la festividad del día de la Virgen de la Victoria, se realizó una tercera función. Lo novedoso fue que en el globo, «en el trapecio que iba pendiente» Julio realizó una serie de acrobacias. Si el día anterior no hubo ascensión a causa del fuerte viento que hacía, en esta ocasión el problema era la falta de él; pero finalmente ascendió con una altura considerable ante el júbilo del público. Afortunadamente esta vez no hubo incidencias, pues tal como El Avisador Malagueño publicó el día 10 de septiembre, el aparato cayó en el río Guadalmedina frente del callejón de Natera. «El público aplaudió, como debía, la habilidad y el arrojo del joven gimnasta aeronauta».

Tercera ascensión y un carnero en paracaídas

Se acordaron más funciones por el éxito de público de las anteriores; parece ser que, aun con la mala experiencia del primer ascenso, salía rentable hacer permanecer el espectáculo en Málaga un poco más. La siguiente función era para el domingo 14 de septiembre. Se esperaba una discreta entrada debido a los miles de malagueños que ya asistieron y porque en esa tarde se procesionaría a la Virgen de la Victoria. Los pronósticos fallaron, pues aunque no se registró el lleno de las anteriores funciones, sí hubo una buena entrada en la plaza de toros.

Las exclamaciones se escuchaban cuando Julio Buislay, con el globo a considerable altura, realizó acrobacias en el trapecio, «pues no es cosa de broma eso de trabajar en el aire, y a tales alturas». (El Avisador Malagueño, 16/09/1856). Cuando el globo estaba a la altura máxima indicada por el aeronauta, lanzó un carnero en paracaídas que afortunadamente aterrizó satisfactoriamente junto al edificio de la cárcel pública del barrio de San Rafael, que estaba cercano a la plaza de toros (situada en el espacio del antiguo huerto del convento de San Francisco. Fuente: La cárcel de la ciudad de Málaga de Mari Pepa Lara); eso sí, difícilmente el animal se recuperaría del shock que le produciría. El globo posó tierra en la zona de Martiricos sin incidencias. Se rumoreaba que en la siguiente función subirían ambos hermanos; Julio sustituiría al carnero (desconocemos si mostró su malestar) para lanzarse en paracaídas.

Cuarta función: el hombre bala fallido y otro vuelo

Ilustración del globo L´Observateur anunciando a la compañía Buislay en el periódico El Áncora del 17-7-1855. (BNE)

¡Que siga el espectáculo! Durante esos días, sin duda, gracias a los hermanos Buislay, Málaga se estaba convirtiendo en la capital mundial de la acrobacia. 4.000 personas se congregaron en la plaza de toros el domingo 21 de septiembre para disfrutar de otra función. En ese día se combinarían las acrobacias de los hermanos con ejercicios gimnásticos y la lidia de tres novillos (evidentemente los hermanos no eran los encargados de ponerse delante de los cornúpetos con muleta y estoque, aunque no era de extrañar por lo polifacéticos que eran). Poca chicha tuvo la novillada tal como afirmó la crónica de El Avisador Malagueño del 23 de septiembre, así que el plato fuerte de la tarde, de nuevo, corría a cargo de los hermanos acróbatas. Realizaron el número El hombre mosca del que la crónica referida curiosamente comentó que su mecanismo no lo habían comprendido bien y que el público no tuvo la reacción esperada. Pero los hermanos quisieron suplir ese chasco por un arriesgado número que consistía en disparar en altura a uno de los hermanos (suponemos que a Julio) con un cañón puesto en el globo (entendemos que tendría un paracaídas puesto). En eso se empeñaron, pero la cureña se desprendió del cañón cayendo peligrosamente al suelo cuando el globo estaba cogiendo altura. El aparato, con los dos hermanos y el cañón, se posó de nuevo en el Arroyo de los Ángeles ante el temor de que les volviera a pasar lo mismo que en el primer ascenso. Afortunadamente nadie se acercó navaja en mano.

Dos últimas funciones

Independientemente de si los hermanos Buislay tenían o no contratadas próximas funciones en otros municipios, lo cierto es que cogieron gustillo a Málaga y a los numerosos reales que se estaban embolsando por las buenas taquillas que hacían. El domingo 28 compartió espectáculo con una compañía ecuestre. El mejor momento de la tarde fue en el número de La percha peligrosa, cuyo «trabajo tan notable, como difícil y arriesgado fue muy aplaudido». (El Avisador Malagueño, 30/09/1856). La decepción fue que no hubo ascensión del globo debido al viento que soplaba dirección al mar (vaya a ser que no se le abriera la válvula como ocurrió en Barcelona).

La última función en Málaga se realizó el 5 de octubre. Fue la que menos público asistió. Los hermanos Buislay compartieron el coso de la plaza de toros con otros dos espectáculos de compañías gimnásticas dirigidas por los señores Bontemps y Auber. El broche de oro fue que Julio sí pudo realizar en esta ocasión una última ascensión en globo (se descartaron el cañón y el paracaídas) «cerca de la noche». (El Avisador Malagueño, 07/10/1856). El descenso no acabó como se esperaba, pues acabó el globo en un corralón cercano de la plaza de toros (se desconoce si se produjeron serios daños materiales).

La compañía Buislay, durante algunas décadas más, siguió asombrando al público de países europeos y americanos. Una función de Julio en Nueva York, diez años después de lo de Málaga, tuvo mucha repercusión porque casi se mata al caer al río Hudson desde una altura considerable mientras realizaba acrobacias en el trapecio instalado en el globo.

Cartel publicitario utilizado entre 1882 y 1885 con un Buislay en escena. Archivo Digital de Connecticut

Que este artículo sirva para reconocer a los hermanos Buislay, que tanto entretenimiento ofrecieron a los malagueños durante algo más de un mes en 1856 con sus números acrobáticos sorprendentes y pericias asombrosas en globo. Mínimo se merecen que el famoso Cirque du Soleil le dediquen en un futuro, a modo de homenaje, uno de sus originales espectáculos.

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