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Esteban Granero no echa nada de menos el fútbol. Quizás únicamente ese momento en que la pelota cae en el césped y hay que empezar a jugar. «Siempre fui un futbolista al que le ha gustado jugar, pero todo lo demás lo he visto como un lastre que se arrastra; por eso no he alargado mi carrera deportiva y he buscado otras cosas que hacer», explicó este lunes el exfutbolista profesional y consejero delegado de Olocip, una empresa dedicada a la inteligencia artificial, en una nueva sesión de Sun&Tech Meet Now, las charlas de pequeño formato que organiza SUR con el patrocinio de la Diputación Provincial de Málaga y CaixaBank DayOne.
De hecho, Granero, mientras era futbolista profesional, mucho antes de colgar las botas en el año 2021, ya emprendió en tecnología. «Convivía con el mundo de los datos. Viví el auge del big data en el deporte. Todo el mundo quería ver la manera de sacarle partido. Conversaba con los analistas de la Real Sociedad -su equipo entonces-. De alguna manera, me di cuenta de que había espacio para que la captación de los datos fuera mejor y también su análisis vía inteligencia artificial», explicó ante el auditorio que se reunió en el Centro Cultural La Malagueta, al que siguieron más de 600 personas vía 'streaming'. Así que investigó sobre qué universidades estaban trabajando en inteligencia artificial y se puso en contacto con la de Granada y con la Politécnica de Madrid. En esta última tuvo conversaciones con dos profesores y se puso a la tarea: allí apalancó la propiedad intelectual del negocio y de la empresa.
Asegura que su carrera deportiva y como emprendedor son muy parecidas: «El reto de ser futbolista lo emprendes de adolescente y no es tan diferente de ser emprendedor en tecnología», afirmó. Aunque la mezcla de ambos mundos le ha llevado a romper barreras en los dos. «Me he movido en el territorio de los científicos, lo que es complejo, porque son muy especiales y muy celosos de lo suyo», aseveró, para añadir, a su vez, que también ser emprendedor tecnológico en el fútbol requiere persuadir de que la industria del deporte se tiene que adaptar a la tecnología, aunque ésta, asume, tiene que serle útil. E ilustró: «Estas barreras se rompen con el tiempo, con la consistencia y los resultados». También reconoció que él lo tuvo más fácil para mezclar ambos mundos, porque conocía al dedillo las necesidades tecnológicas concretas del fútbol y sus esfuerzos se volcaron en la creación de aplicaciones útiles para la labor de los directores deportivos. Además, su profesión como deportista también le ayudó a reunir recursos tanto económicos como redes de contactos, que le ha favorecido no haber tenido que pedir financiación y haber obtenido beneficios pronto.
El producto que desarrolló busca la optimización de la elección de futbolistas a los que contratar en el mercado de fichajes, para que ésta sea objetiva: «Es difícil no caer en la subjetividad y los datos pueden ayudar a añadir objetividad, no sólo cuando cuentas cuántas cosas hacen los jugadores, sino también desde un punto de vista más cualitativo, para analizar cuál es el papel o el rendimiento de un jugador en un partido o dentro de un equipo», explicó. Además, trabaja la prospectiva: «Reducimos incertidumbre, porque anticipamos el rendimiento de un jugador en el nuevo equipo, porque seguro que no es el mismo que ha tenido en el anterior: el contexto y las circunstancias son diferentes. Esta reducción de incertidumbre se traduce en mejores decisiones y en un impacto económico muy importante», defendió.
Si la herramienta que ha diseñado «objetiviza el rendimiento y predice el futuro», también aclaró que un director deportivo no debe sentirse amenazado por la tecnología: «No le va a sustituir una herramienta tecnológica, sino otro director deportivo que use mejor las herramientas tecnológicas». «La labor del experto en fútbol no va a desaparecer, porque hay detalles que son intangibles, que no son datos. El humano va a ser predominante en este mercado», añadió. Aunque no tiene una visión complaciente sobre las implicaciones de la inteligencia artificial en el mundo laboral: algunos empleos desaparecerán para las personas, aunque también opina que otros nuevos nacerán.
Tampoco cree que vaya a esfumarse la magia del fútbol opacada por los números y los datos: «El fútbol es muy aleatorio, son muchos jugadores, un campo irregular, una pelota que se mueve por todos lados. Esa aleatoriedad del fútbol no se va a perder. Nosotros no podemos ver el futuro, lo que hacemos es reducir incertidumbre. Hacemos lo mismo que el director deportivo, pero la máquina tiene más memoria y más datos y puede ayudar a predecir con algo más de precisión», expuso.
Pero estas herramientas deportivas no son ni las únicas ni las que más beneficios reportan a la compañía de Granero. Su empresa también trabaja para el sector turístico; en la visión artificial -ayuda a crear sistemas para que las cámaras identifiquen cosas que suceden en algún lugar-; para bufetes de abogados que requieren creación y análisis de documentos; en la industria cultural analizando contenidos de series y películas para determinar fórmulas del éxito de crítica y público... Pero ni han trabajado -y descartan hacerlo en el futuro- para casas de apuestas; nunca ha querido aceptar sus encargos: «No digo que esté mal, pero nosotros no lo hacemos», afirmó.
Con más de quince años de deportista profesional y casi una década como emprendedor tecnológico, hizo balance y afirmó, en conversación con la periodista de SUR Nuria Triguero que «la vida de futbolista es mucho más estresante»: «El deportista tiene una presión social brutal que consume mucha energía». Aunque también insistió en los paralelismos de ambas facetas: «Como futbolista y como emprendedor, tienes que aprender a encajar», es decir, «a recibir golpes». «Un emprendedor tiene que estar convencido de su idea, pero tiene que ser flexible. La idea original de alguien nunca se convierte en realidad tal cual. Hay que ser adaptativo», reflexionó.
Y también dio una lección sobre el éxito, que considera como «línea continua, no como un lugar al que llegar»: «Poder emplear a gente, aprender de las personas que trabajan conmigo, poder estar en casa con mis hijas y tener el hambre de decir que tenemos cosas por resolver. Todos los días puedo decir que he triunfado o lo contrario».
Esteban Granero valoró favorablemente la ley europea de Inteligencia Artificial que se ha aprobado recientemente:«Nos ayuda a combatir la asimetría que puede producirse». Sobre esa asimetría –o desigualdad– alertó que si hay unos pocos que atesoran los datos frente a la mayoría desposeída de ellos «puede ser muy peligroso para la igualdad de todos en cuanto a oportunidades y también para nuestra seguridad».
De ahí que defendiera que, en términos de regulación, «es mejor pasarse de frenada que quedarse corto». «No hay que poner límites a la inteligencia artificial, pero sí a su uso. La nueva ley europea es una buena ley», aseguró, para resaltar a continuación: «Tiene un sello español bastante importante, porque la ex secretaria de Estado (de Digitalización e Inteligencia Artificial) Carme Artigas, ha tenido una labor muy importante».
«El uso de la inteligencia artificial puede tener sus peligros, aunque no son peligros apocalípticos. La inteligencia artificial son máquinas que usan datos para pensar y tomar decisiones: quien tiene la inteligencia artificial tiene un poder. El problema está en quién posee los datos y en quién no los tiene», expuso.
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