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A la izquierda, Isidro y María del Mar en la actualidad. A la derecha, la pareja el día en el que él salió de la cárcel. SUR

«Aún huelo la celda, no hay nada peor que ser inocente en prisión»

Indemnizan con 3.000 euros a Isidro Lozano, que pasó un año en la cárcel de Alhaurín de la Torre por un delito que no cometió

Domingo, 11 de julio 2021, 00:44

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Isidro Lozano vive a caballo entre Marbella y una finca de 200 hectáreas en la sierra de Granada. Allí pasa la mayor parte del tiempo rodeado de naturaleza con María, el bastón que nunca le deja caer. La casa más cercana la tiene a dos kilómetros. Esa es su paradoja. Vive rodeado de libertad. Pero se siente preso.

Isidro es un hilo de voz al otro lado del teléfono. «Me han roto la vida», masculla, sin parar de llorar. Es un hombre partido en dos: su cuerpo va por un lado y su cabeza, por otro. Al caer la noche, después de tomar varias pastillas, se mete en la cama y se relaja. Pero ni siquiera ahí logra desconectar de la cárcel, porque sueña con ella.

–Yo no he salido. Sigo allí. Aún huelo la celda, no hay nada peor que ser inocente en prisión.

–¿A qué huele una celda?

–A soledad. El ventanuco. Todo está en blanco y negro.

Ahora Isidro duerme junto a María rodeado de pájaros, en mitad del campo. «Cuando me levanto, le doy cien vueltas al patio, he desayunado en la cárcel, he olido los baños, he visto las caras de mis compañeros diciendo 'Isidro, tranquilo'».

La historia que lo llevó a la cárcel es larga, pero se resume de una manera muy sencilla: Isidro estuvo un año preso por un delito que no cometió. Tras un interminable camino judicial consiguió que el Tribunal Supremo aceptara su inocencia en el segundo recurso de revisión de la condena.

Desde entonces hasta ahora, Isidro ha emprendido una larga lucha para demostrar que la Justicia se equivocó y reclamar una compensación por el daño causado. De momento, la Audiencia Nacional le ha concedido 3.000 euros de los 900.000 que solicitaba, ya que ha estimado sólo parcialmente la demanda. Su abogado, Jordi Ventura, ya prepara el recurso.

La condena

La Sección Novena de la Audiencia Provincial lo condenó a cuatro años y medio de cárcel por unas lesiones que, en realidad, habían causado sus hermanos –Juan Carlos y Eduardo– en el año 2008. Su error fue seguir la misma estrategia de defensa, de modo que las falsas coartadas de éstos arrastraron a Isidro a una sentencia condenatoria que pesó como una losa.

Lo grave empezó a partir de marzo de 2016, cuando la Audiencia les dio un plazo a los tres para su ingreso voluntario en prisión. La familia recurrió a SUR y, en una confesión pública en las páginas de este diario, Juan Carlos y Eduardo afirmaron: «Nosotros somos culpables, pero nuestro hermano es inocente».

Pero a Isidro no lo exculparon sus hermanos, sino la física. A la hora en que se produjo la agresión, que tuvo lugar en Estepona, él estaba ingresado en una clínica de Marbella. Isidro y sobre todo su mujer, María del Mar Martí, agotaron las vías legales para convencer a la Audiencia, pero la Sección Novena siguió con su hoja de ruta y ejecutó la sentencia. No sirvieron de nada los informes médicos que aportó –ha sido tratado por un tromboembolismo pulmonar y operado de una fibrilación auricular–, que desaconsejaban su entrada en prisión.

«Nadie quería que yo entrara. Ni el fiscal, ni siquiera la parte contraria, solo el juez. Me llamaron los policías, que me tenía que presentar en comisaría. Me quitaron los cordones de los zapatos. Al ver cómo me encontraba, el agente me preguntó: ¿Usted está preparado psicológicamente? Y yo le decía: Pero cómo voy a estarlo... Si soy inocente«.

Ingresó en prisión el 13 de junio de 2017 y ni un solo día de los 352 que estuvo recluido dejó de repetir que no era culpable, que no debía estar allí; sus compañeros terminaron por llamarlo «el loco» porque no decía otra cosa. «Me ayudaron mucho en el centro penitenciario, si no, no sé dónde estaría. Me dieron un tenedor y un cuchillo de plástico y me quitaron la cuchilla de afeitar para que no me cortara el cuello...». Isidro asegura que intentó quitarse la vida dos veces. «No tuve valor».

Fuera, la esposa coraje que requiere una historia así tocaba a todas las puertas acompañada de su abogado, Jordi Ventura. Un ardid del letrado, que impulsó una acción civil para conseguir del hospital un certificado con el registro horario que acreditara la versión de Isidro, supuso la base jurídica para un segundo recurso extraordinario de revisión del Supremo. A la vista de las pruebas, el Tribunal Supremo concluyó que la incompatibilidad horaria impedía que fuese el autor de las lesiones.

Imagen principal - Indemnizan a Isidro Lozano, que pasó un año en la cárcel de Alhaurín de la Torre por un delito que no cometió
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«Lozano Fernández, Isidro. Agente judicial». El anuncio sonó a las 18.30 horas del 31 de mayo de 2018 por la megafonía del módulo 10 de la cárcel de Alhaurín de la Torre. «¡Libertad, libertad!», empezaron a gritar los presos al tiempo que abrazaban al compañero que llevaba un año repitiendo mañana, tarde y noche, que era inocente. Isidro los miró incrédulo y preguntó a qué se debía esa algarabía. Un recluso le explicó que, cuando el agente judicial viene por las mañanas, trae malas noticias. Pero si viene por la tarde es para comunicar una libertad. Isidro salió del centro penitenciario aquel día. Pero sigue preso.

«Tengo pesadillas todas las noches y me veo en la cárcel. Me encuentro a un policía por la calle y me echo a temblar, porque me imagino que viene a detenerme. Yo era un chico de una familia normal. Me reía, era feliz. Y ahora me tengo que esforzar para que mi mujer me vea bien. Llevamos 30 años juntos, tengo que mantenerme fuerte por ella. Pero quisiera tener 90, ser anciano, que llegue la noche rápido«. Isidro vive a base de pastillas –le han dado la incapacidad para trabajar– y tiene que recurrir a María del Mar para recordar su edad exacta. »Eso, 53. Pero mi vida se terminó porque un juez decidió que quería llevarme a la cárcel, yo entré en prisión porque el juez se empeñó«. Ahora, su lucha, y la de su mujer, es que sancionen al magistrado que, dicen, no les escuchó. »Sólo quiero que no le vuelva a hacer a alguien lo que me ha hecho a mí«, añade Isidro.

La Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial, encargada de la acción disciplinaria sobre los jueces, rechazó en 2019 llevar a cabo cualquier tipo de sanción contra el magistrado. Esta decisión fue recurrida por el abogado de la familia, que apeló al Tribunal Supremo, órgano que ahora ha vuelto a negar la apertura de un expediente sancionador al juez, ya que considera que los denunciantes están solicitando hacer una revisión probatoria de los hechos (algo vedado a estos organismos), pese a que en el recurso únicamente piden que se investigue si el magistrado ha cumplido su deber a la hora de examinar las actuaciones que terminaron con un inocente en Alhaurín de la Torre.

«Ojalá lo hubiese cometido [el delito], porque yo ahora estaría bien. Habría pagado mi deuda a la Justicia y podría seguir con mi vida. Pero esto no. Si no es por María, yo me paso cuatro años y medio en prisión, porque el sistema te obliga a arrepentirte para salir antes. Pero yo no lo iba a reconocer, porque no lo hice. María luchó como una jabata y me dijo: 'Tú no estás solo en este camino'«.

Isidro y María llevan 27 años juntos, sin separarse, salvo esos 352 días. No tienen hijos y, aunque han vivido casi siempre en Marbella, ahora han encontrado su refugio en la sierra de Granada, donde cuidan de 200 ovejas, cinco perros y un par de búhos. «Tengo miedo a todo, a todos, a todas las personas. Confío en mi mujer, en mis animales, porque sé que no me van a hacer daño«.

Isidro se levanta muy pronto, sobre las seis o seis y media, para ver amanecer y oír los pájaros, a los que ha construido pequeñas casitas de madera para que aniden. Sólo ahí, en ese instante, se siente libre. Pero es un sentimiento efímero. Su otra mitad sigue en la celda.

Retraso de la Justicia, sí; error judicial, no

Isidro pidió una indemnización al sistema judicial en base a dos factores:a que el la Justicia se retrasó de forma indebida (la instrucción duró más de seis años) y al error judicial que se cometió al ordenar su ingreso en prisión. En la resolución de la Audiencia Nacional se cita textualmente un auto del Tribunal Supremo dictado en 2015 que argumenta la decisión: «La mera revocación parcial de una sentencia a través, en este caso del recurso de revisión, no presupone por sí solo el derecho a indemnizar al pretenderse una declaración de error en base a la revocación parcial acordada, al resolver un recurso de revisión, basado, no conviene olvidar, en 'hechos nuevos'». Por tanto, a raíz de esa doctrina, la magistrada afirma que «de la sentencia de revisión penal no resulta de forma expresa y directa un error judicial de la sentencia» y «el recurso ha de ser desestimado quedando descartados todos los daños».

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