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Caminando por el lado salvaje es una serie de reportajes sobre lugares sacudidos por el crimen, la desgracia o la polémica que los turistas visitan para concienciarse, conocer de cerca o... por puro morbo.
'Turismo de pobreza': Uno más en la favela

'Turismo de pobreza': Uno más en la favela

Rocinha es una de las favelas más grandes y frecuentadas por viajeros en Río de Janeiro. Tras la muerte de una española en 2017 por disparos de un policía, estos tours enmarcados en el 'turismo de pobreza' decayeron un tiempo, pero se han vuelto a recuperar

ISABEL IBÁÑEZ

Domingo, 18 de agosto 2019

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Pocos son los turistas capaces de disimular la inquietud que atenaza al que por primera vez se interna en una favela, y más si se trata de Rocinha, una de las más grandes de Río de Janeiro. No contribuye precisamente a tranquilizar la muerte de la española María Esperanza Ruiz, de 67 años y natural de El Puerto de Santa María, que en octubre de 2017 realizaba un tour en coche por esta favela cuando el conductor se saltó un control policial y uno de los agentes la emprendió a disparos contra el vehículo, acabando con su vida. Pese a que el consulado español en la ciudad advertía del «repunte de violencia» en las favelas. Según un testigo del incidente, poco después los viajeros seguían paseando entre las chabolas como si nada. Muchos visitarían a continuación las tiendas de lujo de los vecinos barrios pudientes de Gavea y São Conrado, a tiro de piedra.

El turismo de favela atrapa el interés del extranjero deseoso de ser uno más en aquel tinglado de casas en cuesta; unos 2.000 cada día llegan con la intención de conocer de cerca cómo viven sus 69.000 vecinos, según el recuento del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística de 2010, o los 100.000 que reconoce el Censo de Favelas realizado por el Gobierno estatal. Cantidad que otros abultan hasta 150.000... Las cifras bailan más que sus habitantes en el carnaval, pues aquí no hay dios ni Estado que entre a dar cuenta de lo que el día a día va improvisando.

Leonardo Soares Leopoldino (lsleopoldino@hotmail.com; agencia Life Style Leopoldino) es un experimentado guía local en Rocinha al que la persona que llevaba el tour contratado por la española fallecida llamó el día anterior para saber si era seguro hacer el recorrido por la favela. Lo cuenta él para este periódico: «Sí, ella no era de aquí, y me llamó por teléfono. Yo la aconsejé que no fuera porque era peligroso para los turistas, pero no me escuchó y mira lo que pasó, la pérdida de una vida... Después el turismo pasó por una mala temporada, seis meses de bajón. Da idea de la importancia de que el guía sea de aquí. Pero las cosas se han recuperado, son seguras de nuevo». El día que hablamos con él conducía a un grupo de cinco españoles al interior de Rocinha. Hasta la cima.

«Muchos aprenden aquí que debemos valorar las cosas más simples de la vida»

Leonardo S. Leopoldino. Guía local

«El guía dijo que si hay Policía es peor, por el fuego cruzado con los narcos»

Iván Clemente. Viajero y bloguero

«Que nadie espere el crimen como producto, solo damos la realidad»

Ailton Araújo. Turismo sostenible

Por el camino, las calles se van estrechando conforme se empina la cuesta, y llegan puntos en que solo pueden pasar viandantes (uno al mismo tiempo) y motos, la mejor manera de circular por allí. La maraña de cables por las conexiones ilegales de electricidad casi tapa el cielo por momentos. Muchas de las casas tienen alegres colores, con preciosos y espectaculares grafitis, también pintadas y pancartas; como una que reivindica tranquilidad para el barrio ('Rocinha pide paz, el Gobierno duerme, Rocinha no') o las frases que en azul adornan los peldaños de una angostísima escalera, pura filosofía para encarar el presente: «Espere un poco y vencerá, días mejores vendrán...». Conviven comercios de todo tipo, alimentación, ropa... Incluso sucursales bancarias en la base de la colina.

En los años veinte del pasado siglo, aquí laboraban un puñado de granjas que abastecían de fruta y verdura al sur de la ciudad, ranchitos que dieron nombre a Rocinha, pues eso quiere decir. Fue a partir de los cincuenta cuando empezó a crecer con el aumento de la inmigración, llegando a las 86 hectáreas que ocupa –pueden ser más, pueden ser menos, nunca se sabe–. Hasta los setenta no llegó el abastecimiento de agua y electricidad, y el primer centro de salud se levantó en 1982. Al año siguiente fue reconocida administrativamente como barrio. En teoría.

En la práctica, todo resulta difícil en Rocinha, pues aquí hay una guerra, en realidad dos: la que mantienen entre sí los líderes de las bandas que pugnan por controlar el narcotráfico y la que libra contra ellos la autoridad, en especial la BOPE, el Batallón de Operaciones Especiales Policiales, temidas por su efectividad. Ahora piensan revitalizar las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), creadas en 2008 y venidas a menos por culpa de un proceso, el de pacificación, con demasiadas luces y sombras.

El presidente de Brasil desde enero, el ultraderechista Jail Bolsonaro, se ha tomado la seguridad como un reto personal. «Si un policía mata a diez, quince o veinte (delincuentes), con diez o treinta tiros a cada uno, tiene que ser condecorado y no procesado», dice, aunque en su cruzada pueda llevarse por delante a quien nada tiene que ver, como la española. Según el Instituto de Seguridad Pública de Río, entre enero y junio de 2019, el homicidio intencional cayó en la ciudad un 23% en comparación con el mismo período del año pasado (608 homicidios menos). En cuanto a los muertos por intervención de los agentes estatales, aumentaron el 15%. Los policías caídos en acto de servicio se han reducido a la mitad.

Puntos de interés en Rocinha

  • Instituto Wark Marcos Rodrigo 'Wark Rocinha' nació en 1985 en esta favela, donde reside. Es el creador del Instituto Wark, que enseña a los chavales de la comunidad que quieren aprender y practicar arte, en especial la técnica del grafiti. Es posible visitarla como parte de algunos tours preocupados por el lado social del turismo.

  • Rocinha Surf Escola Fue fundada en 1994 por José Ricardo Ramos, que aprendió a surfear solo en las olas de São Conrado. Los niños de Rocinha pidieron hacer lo mismo, y ahí se dio cuenta de que el surf podría ser una distracción para ellos, que ya estaban siendo seducidos por el narcotráfico. 300 chavales pasan por aquí al año.

  • Los colores de la Rua 4 La preciosa y reformada Rua 4, con sus casas de colores, es una visita obligada para quien se interne en Rocinha. Fueron construidas por el Gobierno para recolocar a familias muy pobres y personas con discapacidades a quienes resultaba imposible residir en otras partes de la favela por sus barreras arquitectónicas.

Arriba, Instituto Wark. Abajo, a la izquierda, Rocinha Surf Escola y, a la derecha, los colores de la Rua 4.
Imagen principal - Arriba, Instituto Wark. Abajo, a la izquierda, Rocinha Surf Escola y, a la derecha, los colores de la Rua 4.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Instituto Wark. Abajo, a la izquierda, Rocinha Surf Escola y, a la derecha, los colores de la Rua 4.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Instituto Wark. Abajo, a la izquierda, Rocinha Surf Escola y, a la derecha, los colores de la Rua 4.

Viajeros españoles

De cuando en cuando, el Ejército cierra la favela y mil soldados se adueñan de sus calles. «El impacto fue enorme;nada más bajar de la furgoneta vimos a un grupo de militares armados hasta los dientes», recuerdan los catalanes Iván Clemente y Erika Campdepadrós (www.viviendoporelmundo.com). «El guía nos comentó que cuando hay Policía es peor, porque puede haber fuego cruzado con los grupos de narcotraficantes, pero que pasaba muy poco. También es posible que haya fuego cruzado entre dos bandas de narcos. Pero lo que aseguran es que nadie te va a robar; cualquier incidente que no tenga que ver con el negocio de las drogas atrae a la Policía y es un contratiempo para las bandas: al que roba le cortan la mano».

Soares Leopoldino, que acompaña a entre 300 y 500 viajeros al año, ha nacido y vive allí. Les conduce hasta la cumbre para enseñarles las vistas panorámicas, «otro ángulo desde donde contemplar la belleza de Río de Janeiro, pero también nuestra vida cotidiana. Y cierro el tour con un almuerzo o cena para completar la experiencia». No está mal culminar con una 'feijoada'. Advierte de que solo se pueden sacar fotos de personas con permiso y que «no hay que temer por las cámaras, el dinero, el reloj o las cosas de valor. Aprovechen el paseo, no tengan miedo si van con guía de aquí».

- Como vecinos, estarán ustedes quizá cansados de la fama del barrio, de que solo se vea desde fuera la delincuencia...

– Así es. El turismo en esta favela es diferente y único en la ciudad. Una buena experiencia. Hay cerca de mil favelas en Río, pero solo cuatro son seguras para el visitante. Rocinha es una de ellas, pionera además en el turismo.

¿Por qué cree que los turistas quieren conocerla?

– Es la realidad de Brasil y de Río de Janeiro. Es muy interesante, culturalmente también, y muchos aprenden aquí que debemos valorar las cosas más simples en la vida.

¿Qué problemas tienen ustedes?

– Los cables de electricidad colgados por todas partes, el que solo se recoja la basura una vez al día, las enfermedades por las condiciones insalubres en las que vive mucha gente, saneamiento y transporte público deficientes, el consumo de drogas y cachaza (aguardiente hecho con azúcar de caña y hasta un 80% de concentración de alcohol).

¿Ha vivido algún incidente con los turistas: tiroteos, robos...?

– Escuchar tiros de noche es habitual, pero, gracias a Dios, no sucede mucho durante las horas de turismo, de 08.30 a 17.00. Quizá en los tiempos difíciles de años anteriores, pero raramente. Los guías locales garantizan la seguridad.

¿Y su dinero va a parar a los habitantes de la favela?

– Claro. Da ingresos y genera trabajo a los guías, a los artesanos locales, a las personas que permiten el acceso a la terraza de su casa como mirador, a los restaurantes, a proyectos sociales que organizamos...

Arriba, soldados brasileños patrullando por Rocinha. Abajo, a la derecha, vista de la favela. A la izquierda, un niño jugando al balón. Mauro Pimentel (AFP) / Sergio Moraes (Reuters)
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Imagen secundaria 2 - Arriba, soldados brasileños patrullando por Rocinha. Abajo, a la derecha, vista de la favela. A la izquierda, un niño jugando al balón.

¿Parte del espectáculo?

Rocinha Original Tour fue la primera operadora de turismo calificada como sostenible en la favela, nacida en 2014 para dar trabajo e ingresos a residentes (www.rocinhaoriginaltour.com.br). Su lema es 'Conocer Rocinha con quienes la conocen', por sus guías locales. Su administrador, Ailton Araújo Ferreira, informa de que medio millar de viajeros al año contratan sus servicios. «El turista moderno busca experiencias reales, curiosidades divertidas y ver el día a día del pueblo brasileño, de las favelas».

Admite que los viajeros llegan «temerosos», pero que, «tras la información que damos a la entrada, comienzan a observar la verdadera realidad, la de la mayoría de las personas, trabajadoras y honestas, de Rocinha». Reconoce que el asesinato de la española afectó mucho al turismo por un tiempo, y echa pestes contra las «agencias externas que explotan el 70% del turismo sin conocer el territorio, sin compromiso ni vinculación con la favela». Promete ofrecer lo mejor de Rocinha: «Arte, cultura, historia, gastronomía, atracciones visuales y lo principal, la hospitalidad de su gente, siempre con el contraste de sus problemas cotidianos». Eso sí, previene, que nadie espere «el crimen como producto, solo la realidad, ya que trabajamos el turismo basado en la comunidad».

Quizá se refiera a la experiencia que vivieron Clemente y Campdepadrós: «Pasaron a nuestro lado grupos de chicos con pistolas y metralletas, como si estuvieran buscando a alguien para un ajuste de cuentas. Nos asustamos muchísimo, pero luego pensamos que formaba parte del espectáculo, para que los turistas crean que han visto la favela en su más auténtico apogeo y dar valor añadido al tour. Evidentemente, son suposiciones, quizás sea lo que pasa cada día en las favelas…». Les sorprendió comprobar que «allí vive gente que no existe para el Estado, la estrechez de sus calles, con la basura acumulada, y que hasta las familias más pobres tenían un equipazo de música». Luego vino la visita a la escuela: «Me sentí un poco como en un zoológico y culpable en cierto modo, pero, si lo pienso bien, viví una experiencia humana nueva teniendo contacto con los niños, y ellos se divierten con la presencia de extranjeros».

El sevillano Miguel Egido también visitó Rocinha, viaje que relató en su blog (www.diariodeunmentiroso.com): «A muchos les puede parecer de mal gusto, una visita innecesaria de turismo de pobreza, por ir buscando el morbo de ver un sitio 'prohibido', inseguro, peligroso y cargado de corrupción. En mi caso fue por poner cara a todo lo que he oído y a una parte importantísima de la historia de Brasil. Soy un curioso innato y no podía irme de Río sin recorrer una favela. Si tu actitud es respetuosa, no debe ser un dilema moral».

No hay que olvidar lo que dice Geovani Martins, joven carioca que ha plasmado en su libro de relatos 'El sol en la cabeza' lo que supone vivir en estos barrios, ya que fue vecino de Rocinha: «Quien está fuera de la favela continúa sin saber nada de lo que pasa dentro».

Historia de las favelas y algunas de las más importantes

  • Morro de favela En 1897, hubo una revuelta en la provincia de Bahía, en la comunidad de Canudos, que enfrentó al Ejército brasileño con un movimiento popular. A su regreso a Río, la capital por aquel entonces, los 20.000 soldados victoriosos esperaban que les pagaran su salario con todos los atrasos, pero el Gobierno, que también les había prometido casas, no acababa de cumplir. Hartos ya, se instalaron en una de las colinas de la ciudad, construyeron chamizos y allí se quedaron. Junto a ellos fueron llegando muchas otras personas desfavorecidas, en especial beneficiadas de la abolición de la esclavitud. Este es el origen de la primera favela, la que hoy ocupa la de Providência. Y se barajan varias hipótesis para ese nombre; una de ellas es que favela es la hierba que crecía en aquel monte, y así bautizaron al cerro Morro de Favela, término que se usó para este tipo de asentamientos que iban naciendo.

  • 2.000 turistas recorren Rocinha cada día. Dicen que esta favela acoge entre 60.000 y 100.000 vecinos –algunas fuentes hablan de 150.000– y unas 38.000 propiedades. Río de Janeiro tiene unos 7 millones de habitantes, que llegan a ser casi 12 con su área metropolitana.

  • 1.000 favelas hay en Río de Janeiro, y en ellas vive aproximadamente el 20% de la población, más de millón y medio de personas.

  • Otras favelas Fazenda Coqueiro pasa por ser la favela más grande de RÍo de Janeiro, con un kilómetro cuadrado de extensión. Le sigue Nova Cidade, con 0,93 km2, ambas al oeste de Río (tercera es Rocinha, con 0,86 km2). Cidade de Deus, también al oeste, se hizo famosa por ser escenario del rodaje de la película del mismo nombre de 2002, en español 'Ciudad de Dios'. Vidigal está situada al sur, junto a Rocinha, y es un modelo de favela amable que se ha puesto de moda; de hecho, la llaman la 'favela pija'. Santa Marta es conocida por el videoclip que grabó allí Michael Jackson en 1996, el de su canción 'They Don't Care About Us', para lo que tuvo que pedir permiso a los narcotraficantes que la controlaban. Hoy lo recuerdan un mural y una estatua del rey del pop. También es famosa por sus casas de colores. Pavao-Pavaozinho es una de las favelas más peligrosas de la urbe en estos momentos.

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