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Refugio construido en una localidad de EE UU tras las amenazas nucleares de Corea del Norte. Efe
Refugios contra el Apocalipsis

Refugios contra el Apocalipsis

Suben las ventas de búnkeres. La pandemia ha aumentado el interés por las instalaciones autosuficientes que proliferaron al calor de la Guerra Fría y que satisfacen el ansia de seguridad y privacidad de los que viven obsesionados con 'el día después'

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Domingo, 14 de noviembre 2021, 00:16

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La película llevaba por título '2012' y se basaba en la predicción maya de que el mundo, al menos tal y como lo conocemos, estaba destinado a desaparecer ese año, entre tsunamis capaces de desbordar los Himalayas y terremotos que engullían ciudades enteras. Pasada la fecha, hay gente entre nosotros que se prepara para ese escenario apocalíptico. Sin ir más lejos, la alerta de apagón eléctrico lanzada por Austria ha sembrado durante las últimas semanas la inquietud de algunos, temerosos de que ordenadores, cajeros automáticos, internet y otros servicios dejen de funcionar, hundiendo en el caos a nuestra sociedad. Red Eléctrica no tardó en salir a la palestra, descartando que se fuera a llegar a esos extremos. Sin embargo, entre un anuncio y el otro, cadenas como Leroy Merlín constataron un aumento en las ventas de grupos electrógenos del 87% respecto a la semana anterior y del 88% frente al mismo periodo de 2020. Velas, infiernillos y cocinas de gas también se han convertido en productos de éxito.

La pandemia ha aumentado el afán de seguridad y quienes consideran necesario protegerse de escenarios hostiles no se limitan a guardar latas de conserva en la alacena. Los hay incluso que construyen bajo tierra refugios de última generación, equipados con filtros radiactivos en previsión de una catástrofe nuclear; o para cerrar el paso a virus, bacterias y hongos. Eso sí, despídanse de saber cuántos son ni dónde están, porque si algo caracteriza a estos apóstoles del 'día después' son los contratos de confidencialidad que firman con los constructores.

«Desarrollamos un búnker prefabricado por 100.000 € para 5 personas. Se lo envío por barco donde quiera»

Alfredo Muñoz

Abiboo Studio

Tampoco en Estados Unidos, epicentro de una práctica que se popularizó al calor de la Guerra Fría y de la que bebe buena parte de la literatura 'survival'. Sí existen allí sin embargo estimaciones que hablan de un 3% de 'preppers' entre la población, el término utilizado en inglés para describir a aquellas personas que creen que van a sufrir una contingencia perentoria a lo largo de su vida, y están activamente preparadas para ello. Se trata por lo general de particulares, aunque también es posible encontrar empresas que ofrecen 'habitaciones de emergencia' con acceso a zonas comunales.

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Alfredo Muñoz es el fundador de Abiboo Studio, una firma con sucursales en EE UU, España o India especializada en diseños de arquitectura (incluida la espacial) y diseño industrial, y punta de lanza de la construcción de búnkeres. O como él los denomina, «DBX, estructuras concebidas para ambientes extremos que dificultan la supervivencia, pero localizadas en lugares que normalmente no definiríamos así».

Pero, ¿qué empuja a alguien a buscar refugio bajo tierra? La seguridad, sin duda, ya sea ante fenómenos naturales como huracanes o inundaciones, o para hacer frente a desastres detrás de los que se esconde la mano del hombre, como guerras, fugas biológicas o episodios contaminantes como la radiación nuclear.

Feria de artículos de supervivencia.
Feria de artículos de supervivencia. AFP

«Las personas interesadas en un refugio de emergencia son aquellas que quieren contar con un 'plan b' de supervivencia por si lo improbable acaba ocurriendo», explica Muñoz desde su oficina de Miami.

Testigo de este interés inusitado es también Francisco Márquez Romero, artífice de Underground Buildings, empresa radicada en Huelva donde a raíz de la pandemia su actividad se ha disparado «un 200% en el último año y medio». El constructor, que empezó trabajando en plataformas petrolíferas, detectó hace cuatro años que existía una demanda y se lanzó de cabeza a satisfacerla. En este tiempo ha construido «medio centenar» de búnkeres, «sobre todo en Galicia y Asturias, Barcelona y Madrid», aunque ya ha empezado a recibir llamadas «de gente de Canadá o Alemania».

«El covid ha triplicado el trabajo. Llevo construidos unos 50 refugios y tengo en proyecto uno con piscina»

Francisco Márquez Romero

Underground Buildings

Un búnker es mucho más que una caja blindada con baldas atestadas de provisiones. Las firmas consultadas para la elaboración de este reportaje hablan de sistemas de purificación del aire, acumulación del agua potable, generación de energía, sistemas de seguridad contra intrusos, domótica o acceso a internet vía satélite, detalla Muñoz. ¿Y qué hay de las comodidades? «Las que usted quiera y pueda pagar -dice rotundo Márquez -. Instalo los módulos y el cliente los equipa a su antojo. Dos baños, una sauna, un espacio para hacer deporte... Tengo incluso en proyecto uno con piscina», asegura ufano.

Autosuficientes

Funcionan también como granjas hidropónicas prefabricadas, que abastecen de comida orgánica a sus habitantes, tanto en situaciones extremas como en contextos normales. «La capacidad de los búnkeres de ser autosuficientes durante meses sin necesidad de acceso a la red de agua, saneamiento, o de energía, los hace también interesantes para segundas viviendas en lugares remotos», señala Alfredo Muñoz. «Poder ofrecer al menos tres meses de completa autonomía es fundamental», advierte Muñoz. Ellos garantizan doce.

Pero las personas no son topos, y los retos fisiológicos y emocionales derivados de vivir largos periodos en un búnker son tan complejos como los de carácter técnico. Dos son en este sentido los desafíos a los que deben hacer frente estas construcciones: por un lado, la falta de relación con la naturaleza y la luz natural; por otro, la imposibilidad de acceder a alimentos perecederos, como son las verduras. DBX resuelve ambos problemas convirtiendo un invernadero hidropónico en el centro de la vida dentro del búnker, a la manera de los huertos que los antiguos romanos cultivaban en sus patios. «Siempre garantizando el bienestar fisiológico durante periodos de aislamiento bajo estrés».

Debido a su condición modular, el tamaño puede variar (y por tanto el presupuesto). Abiboo ofrece soluciones de 350 m2, susceptibles de ampliarse tanto como sea necesario para cubrir las necesidades. Sus ingenieros los han construido de 1.200 m2 y cuentan con espacios de entretenimiento, deporte, cultivo, protección... incluso con una pequeña enfermería. ¿Los precios? Fuentes consultadas calculan que puede resultar 1,5 veces más caro que una vivienda de alto standing en la misma zona. Ahí van unos ejemplos. En Underground Buildings, el catálogo de estructuras incluye desde espacios de 4x4 metros y 3,5 de altura por 45.000 euros, hasta el encargo efectuado por una comuna: 400 metros cuadrados, capacidad para 35-50 miembros y un presupuesto que ronda los 1,5 millones de euros.

En Japón este tipo de refugios son muy comunes.
En Japón este tipo de refugios son muy comunes. Efe

En Abiboo, por su parte, están desarrollando con un fabricante español líder europeo en el sector de la calderería de aceros inoxidables, un prototipo completamente prefabricado, el Mini-Búnker DBX2, con capacidad hasta para 5 personas. «El objetivo es dar una respuesta asequible a quien quiera disponer de uno de estos refugios, pero no quiera gastar más de 100.000 euros», precisa. Y añade a renglón seguido que «puede transportarse a cualquier parte del mundo, ya que cabe dentro de un contenedor marítimo».

Eso si busca algo relativamente asequible, porque si lo que tiene en mente es lujo, Muñoz ha construido en Carolina del Sur (EEUU) un búnker con jardín de cultivo hidropónico que actúa como un invernadero subterráneo: 120 metros cuadrados que prescinden de pesticidas e iluminados las 24 horas del día con leds violetas. Una cabina hermética situada a la entrada de la vivienda cuenta con una ducha de aire y otra húmeda con esterilizadores, que actúan de barrera sanitaria y minimizan el riesgo de contaminación en la vivienda.

Contra las radiaciones

No es necesario que un búnker esté enterrado, salvo que uno sea celosísimo de su privacidad o quiera blindarse contra la radiación nuclear, en cuyo caso 5 metros bastan para aportar la protección necesaria ante ese escenario apocalíptico, apuntan los expertos. La construcción en superficie es más económica.

No cabe duda de que en los últimos años la demanda de refugios está aumentando considerablemente, aunque varía mucho según el país. Corea, Oriente Medio, la antigua Unión Soviética... En Estados Unidos subyace una cultura propicia para los búnkeres. Durante la Guerra Fría se crearon muchos para albergar a miles de personas en caso de ataque nuclear. Nueva York, por ejemplo, cuenta con miles de antiguos refugios antibombas en toda la ciudad construidos en los años 60, cuando Kruschev amenazaba desde Cuba con sus misiles nucleares. Fueron un desperdicio de recursos y actualmente no están en uso. En Europa Occidental, por contra, la idea de prepararse para un posible cataclismo se asocia a las teorías de la conspiración y a la paranoia.

Datos de interés

  • 5 metros es la profundidad a la que se excava un búnker concebido para proteger de la contaminación radiactiva asociada a un desastre nuclear. Pero los hay también cubiertos con una tapa de hormigón de 20 centímetros y enterrados a 1,5 metros, y hasta construidos en superficie.

  • 12 meses es la autonomía de un búnker DBX desarrollado por Abiboo Studios con capacidad hasta para diez personas. Es decir, que el refugio puede dotarse de aire, agua, energía y comida durante ese tiempo sin que exista contacto de ningún tipo con el exterior.

  • Modular y escalable Acero de 5 mm, vigas cruzadas, poliespán para insonorizar, puertas blindadas... Su autosuficiencia y versatilidad los convierte en una opción interesante incluso como segunda residencia en lugares remotos.

«Por la información que tenemos en la actualidad -abunda Alfredo Muñoz-, el país con mayor cantidad de búnkeres es Nueva Zelanda, donde grandes fortunas del sector tecnológico de Silicon Valley, como por ejemplo Peter Thiel, han construido refugios de emergencia. También circulan informaciones no contrastadas según las cuales celebridades como Bill Gates, Tom Cruise, Kim Kardashian, Steve Huffman o Shaquille O'Neal también tienen su propio nido bajo tierra».

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