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Pelirrojos reunidos en el festival Red Love de Châteaugiron, en Francia. AFP
Orgullo pelirrojo

Orgullo pelirrojo

Mas de mil personas con «cabellos de fuego» se reúnen para reivindicar su peculiaridad genética y combatir estigmas

Martes, 28 de agosto 2018, 00:30

«Bermejo, ni gato ni perro de aquella color». Quevedo recogía ya en su 'Buscón' este refrán que encierra la secular inquina hacia los pelirrojos, tenidos por malditos y pecadores. Y es que tener el cabello cobrizo, rojo o anaranjado como el fuego fue un estigma. Pero quienes lucen esta coloración capilar y sus características anatómicas –abundancia de pecas y piel blanca– quieren mudarlas en motivo de orgullo y reivindicar su peculiaridad genética.

Más de un millar pelirrojos –lo son entre el uno y el dos por ciento de los humanos– se reunieron este fin de semana en Francia orgullosos de sus caballeras color zanahoria, como las de Vincent Van Gogh, Pippi Langstrump o Nicole Kidman. Reivindican su derecho a ser diferentes, como las marchas del orgullo gay. Algo de lo que se ufana Pascal Sacleux, organizador de 'Red Love', el evento que congregó a la marea rojiza en la ciudad francesa de Châteaugiron para «enorgullecerse» de esa pigmentación bermeja.

«Nací pelirrojo, seguiré siéndolo y sintiéndome bello, como todos quienes están aquí», declaró a AFP Simon, un agricultor galo de 32 años que comparte penas, alegrías, recuerdos y reivindicaciones con quienes han vivido situaciones parecidas por su tono capilar. «De niño se burlaron de mí; me llamaban pelo de zanahoria», lamentó, destacando cómo los pelirrojos «han sufrido y sufren el mismo acoso que los obesos». «Hasta los quince años el acoso fue terrible», confirma Liam Fife, de tupida barba cobriza, que participó antes en el 'Roodharigendag', la macromanifestación mundial que cada año reúne en Holanda a miles de pelirrojos. «Apestas; eres feo», escuchó de crío. Con la edad ganó autoconfianza y se liberó de complejos. «Cuando veo a un niño pelirrojo trato de darle fuerza; ánimo para que no viva el aislamiento que sufrimos nosotros», explica rodeado de crestas, melenas, bigotes, barbas, moños y coletas rojas en una jornada festiva en la que no faltaron una veintena de novias pelirrojas ataviadas con sus vestidos nupciales reivindicando la variación genética que les hace únicas.

Superados los prejuicios religiosos que relacionaban el «cabello de fuego» con el diablo y el pecado, hoy sabemos que su 'síndrome' se debe a la mutación del gen receptor de melanocortina 1 (MC1R). Que algunas variantes impiden producir la eumelanina –la forma más común de la melanina que da el color marrón al pelo– en favor de la producción de feomelanina, que aporta el tono rojo.

Los pelirrojos, que proliferan en Irlanda, Reino Unido, Holanda, Alemania, Noruega e Islandia, sintetizan mejor la vitamina D, lo que disminuye el riesgo de padecer osteoporosis, raquitismo, depresión y afecciones cardíacas. Por contra, tienen casi el doble de probabilidades de padecer párkinson. El psicólogo Scott Barry Kaufman asegura que ligan más, en especial las pelirrojas, ya que el pelo rojo es más excitante que cualquier otro color y se percibe indicador de juventud y fertilidad.

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