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marina rivas
Sábado, 25 de julio 2020, 23:33
Se necesita más de una página para plasmar su trayectoria pero puede resumirse asegurando que la malagueña Conchi Ruiz es una institución nacional de la Medicina deportiva. Comenzó en otras ramas pero comprendió que su verdadera pasión iba ligada a este ámbito. Además, ha escrito artículos, impartido ponencias y clases, trabajado en centros de salud, la Diputación provincial y hasta cárceles, ha viajado por todo el mundo para ampliar sus horizontes y ha encontrado su destino en el deporte. Ahora está al pie del cañón (o del banquillo) mirando por el bien de su pequeña gran familia: es la médica del área de Deportes de la UMA, del BeSoccer UMA Antequera y colaboradora de la Federación Española de Baloncesto, entre otros.
–Su currículo es interminable, no ha dejado de formarse, ¿ya era así de 'hiperactiva' de pequeña?
–Sí, además nunca me ha costado estudiar. Iba a clase, escuchaba y ya era suficiente, yo era la niña que ponían de modelo en la clase. Hacía los deberes rápido en la clase y pedía permiso para ir a la biblioteca a leer.
-¿Siempre tuvo clara su vocación?
–Sí, desde que recuerdo quise ser médico, desde Primaria.
–¿Algún médico en la familia?
–No próximo. Mi padre se formó en turismo, fue director de una agencia de viajes y ahora tiene 90 años, y mi madre se dedicó a cuidar de sus 6 hijos. Desgraciadamente dos de ellos fallecieron por enfermedades genéticas. Yo de pequeña siempre estaba mala, con anginas y el tema de la anemia, juré que nunca pincharía a un niño…
–Y luego se dedicó un tiempo a la puericultura, ¿la gente sabe en qué consiste esta especialidad?
–La gente te dice, ¿eso qué es? (ríe). Es un término que define al médico que se forma para cuidar a los niños, es pediatra puericultor porque no es sólo cuidar la enfermedad y prevenir, es una visión más global.
–La especialidad deportiva le llegó 'de rebote' como quien dice…
–Sí, yo no iba encaminada a eso. Llegó en un momento que yo iba de contrato en contrato, porque antes no tenías que hacer el MIR, y en Málaga se abrió la posibilidad de hacer medicina deportiva vía escuela. Pagué la especialidad mientras trabajaba de pediatra y luego ésta se extinguió. Desde 2015 no salen promociones de medicina del deporte en España.
–Y así entró en el servicio de deportes de la UMA y comenzó a recorrer España y Europa con los equipos del centro y las diferentes selecciones de baloncesto de la Federación Española…
–En 2001 empecé con Deportes de la UMA y en 2005, que fue cuando ascendió el equipo de baloncesto femenino de la UMA a Liga 2, me llamó la Federación Española de Baloncesto. He tenido la suerte de recorrerme Europa con los campeonatos: Polonia, Inglaterra, Francia, Italia… También he ido con deportistas paralímpicos…
–¿Cómo es la relación médico-jugador? Se sabe que al menos la de los utilleros, masajistas y fisios suele ser muy buena…
–Es diferente, no es tanto contacto directo, del médico te acuerdas cuando te tienes que hacer una prueba o firmar una ficha. Pero pasas mucho tiempo con ellos así que la relación es buena.
–¿Cuál es el cliché sobre los médicos que más le suele molestar?
–Bueno, a mi lo que sí me ha pasado alguna vez y que sí me molesta es que a lo mejor si voy con un fisio, no se dan cuenta que yo soy médica del deporte. Si vamos dos personas, un hombre y una mujer, él es el médico y yo la fisio, eso es un poco… Y me encanta la fisioterapia.
–En sus inicios, ¿cree que se la desprestigió alguna vez por ser mujer pese a ser médica?
–Curiosamente, no. Desde el principio, era la médica, incluso cuando me metí en el mundo del deporte. Además, creo que influyó el que yo ya llegué a esta especialidad con un bagaje, ya de mayor, no de jovencita, pero nunca me he sentido diferente.
–¿Se quedó con la espinita de no haber practicado algún deporte en su infancia?
–Pues sí, porque justo en mi promoción del Colegio Presentación no salió un equipo de baloncesto, pero siempre me gustó.
–Usted, que además ocupa dos altos cargos como son la presidencia de la Sociedad Andaluza de Medicina del Deporte y la dirección del área de Medicina Deportiva del Colegio Oficial de Médicos de Málaga, ¿cómo ve la evolución de la mujer en la medicina deportiva?
–La medicina tiene nombre de mujer, las nuevas generaciones son mujeres, esto va a cambiar, ahora ya hay muchas mujeres en juntas directivas. En mi generación sí eran más chicos que chicas, pero ahora hay más médicas. En la Medicina Deportiva hay muchas ganas, pero no hay oportunidades. Hay muy pocos médicos del deporte, en general y es triste.
–Dedica el 90% de su día al trabajo, ¿qué hace el 10% restante?
–Me escapo a ver a la familia un fin de semana, me gusta leer… No tengo niños así que puedo moverme más libremente.
–Aprender idiomas también entra en su lista de aficiones…
–Sí. Mi padre, como trabajaba en turismo, nos hablaba en inglés desde pequeños, Luego aprendí francés y alemán, con profesores nativos y también árabe dos años.
–Y otra curiosidad suya es que cantaba…
–Sí, tenía buena voz (ríe). Unos amigos de clase teníamos un grupillo, fuimos a un festival benéfico en Carranque, que lo presentó María Teresa Campos.
–¿Algo que no sepa mucha gente sobre usted?
–Que mi padre tiene 90 años y en vez de cuidarle yo a él parece que me cuida él a mi (ríe).
–Para concluir, su mejor y peor recuerdo en su carrera como doctora deportiva
–Los peores, las lesiones. Los mejores, esas victorias emocionantes en las que ves felices a los equipos. La alegría se transmite.
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