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Alhambra Nievas, Frances Arnold y Débora Gómez
Sigue habiendo pioneras

Sigue habiendo pioneras

La carrera por la igualdad no tiene aún meta a la vista. Algún día dejará de ser noticia la conquista femenina de territorios acaparados por hombres

JOSEBA VÁZQUEZ

Miércoles, 8 de marzo 2017, 17:55

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Me han estremecido / un montón de mujeres / mujeres de fuego / mujeres de nieve...», cantaba -canta- Silvio Rodríguez en el tema que da nombre al tercer álbum de su discografía, 'Mujeres'. La balada del cantautor cubano hace honor a la figura femenina de forma genérica, muy especialmente a las heroínas de méritos anónimos y ámbitos humildes. Entre «otras desconocidas gigantes», Rodríguez alude sin nombrarlas a su madre, Argelia Domínguez, a su recién nacida hija Violeta y a su abuela, María León, «que parió once hijos / en el tiempo de la harina / y un kilo de pan». También a una de sus 'novias' recurrentes, la revolución castrista.

El compositor de la Nueva Trova no hace mención expresa a nombres célebres, pero su verso las refiere tangencialmente. No habla, por ejemplo, en forma tácita de Marie Curie, pionera en el campo de la radiactividad y primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades, Física y Química, además de abrir la puerta al profesorado femenino en la Universidad de París. Tampoco de la rusa Valentina Tereshkova, que en junio de 1963 se convirtió en la primera cosmonauta; ni de tantas otras «que la historia anotó entre laureles», según entona el músico.

No hay en 'Mujeres' un listado de damas ilustres. Ni es su intención principal ni podría abarcar la relación de notables que han aportado los siglos... Sigue haciéndolo el presente con féminas insignes. Lo es la granadina Alhambra Nievas, única mujer declarada, hace cuatro meses, mejor árbitro del rugby mundial. También Cressida Dick, al frente de Scotland Yard desde el pasado febrero, caso exclusivo en los 188 años de la institución británica. O Cassandra De Pecol, una estadounidense de 27 años que ha recorrido los 196 países de la Tierra en el tiempo récord de 18 meses y 26 días. «Me estremeció la muchacha / hija de aquel feroz continente / que se marchó de su casa / para otra de toda la gente». Este fragmento de 'Mujeres' homenajea a Tamara Bunke, Tania, una argentina que llegó a combatir junto al Che Guevara y que, fatales coincidencias del destino, también murió en Bolivia mes y medio antes que su compatriota. Pero el verso bien podría haberse dedicado anticipadamente a De Pecol... catorce años antes de su nacimiento. Tenemos además a Frances Arnold, la única ganadora del Premio de Tecnología del Milenio por desarrollar la llamada evolución dirigida. Y a Débora Gómez, la primera piloto de helicóptero integrada en la patrulla acrobática ASPA, que realiza exhibiciones por toda Europa. Son cinco muestras actuales de las muchas mujeres que siguen rompiendo «sin pudores las reglas marcadas», que dice Bebe en 'Ella'.

Con muchos arrestos. Cressida Dick ha asumido la dirección de Scotland Yard con un liderazgo tranquilo y eficaz. Por Iñigo Gurruchaga

El nombramiento de Cressida Dick como jefe de la Policía Metropolitana de Londres, Scotland Yard, significa que cinco mujeres son responsables de máximo nivel sobre la seguridad de los británicos. La ministra de Interior es Amber Rudd. La directora de la Agencia Nacional del Crimen (NCA) es Lynne Owens. Sarah Thornton preside el Consejo Nacional de Jefes de Policía. Y la jefe de la Fiscalía de la Corona es Alison Saunders. Quizás todas ellas reconocerían que ocupan estas posiciones porque las pioneras cometieron delitos. Las manifestaciones de las sufragistas al principio del siglo XX eran reprimidas por policías y un grupo entre ellas pasó a la acción directa para protestar. Lanzaron piedras contra las cristaleras del Ministerio de Interior y eligieron la cárcel antes que pagar la multa.

La conquista del voto por las mujeres vivió más batallas y hoy, en el exterior del Parlamento donde una sufragista murió en unos disturbios, se levanta una estatua de sus líderes, Emmelin y Christable Pankhurst. Pero antes de que se reconociera la legitimidad de su causa ya había mujeres en la Policía británica. En 1883, Scotland Yard contrató a una para visitar a condenadas en libertad provisional.

La Asociación Británica de Mujeres Policías (BAWP) ha trazado su historia en colaboración con la Universidad de Buckinghamshire. En el principio eran matronas, que se ocupaban de mujeres y niños detenidos. En la Primera Guerra Mundial se crearon dos cuerpos voluntarios de mujeres policías. Uno de sufragistas burguesas, y el otro procedía de la clase trabajadora. Edith Smith fue en 1915 la primera policía con poder de arresto. En Grantham, la villa natal de Margaret Thatcher. Se le encargó la persecución de mujeres que se prostituían con clientes de las bases militares. Criticada por las sufragistas, que exigían que se persiguiera a los hombres que las pagaban, tuvo un final desgarrado nueve años después, una sobredosis de morfina.

La primera inspectora data de 1932 y la primera jefe de un cuerpo de condado en la estructura regional de la Policía británica, de 1995. En 1991, Stella Remington ya se había convertido en la jefe del MI5, el servicio secreto de inteligencia interior. Y antes, en 1984, Yvonne Fletcher fue la primera víctima mortal con uniforme, en el asedio de la Embajada de Libia.

Cressida Dick habló de las cuestiones de género cuando, en 1994, abandonó Scotland Yard y pasó al Foreign Office para ocuparse de cuestiones de antiterrorismo. Dirigía la persecución del terrorismo en la Policía de Londres, que coordinaba las fuerzas regionales en esa tarea, hasta que fue relegada. Desavenencias con el jefe al que ha sustituido, sir Bernard Hogan Howe, habrían sido la causa. «Cuando entré había en la Policía áreas inaccesibles para las mujeres. No recibías formación de orden público, no había mujeres en las unidades que usan armas de fuego hasta 1988, ninguna mujer se hacía cargo de un perro y había solo una en el Departamento de Investigación Criminal», decía a The Guardian hace dos años.

El caso Menezes

Su carrera está marcada por un trágico fallo. En julio de 2015 era la máxima responsable de la persecución de un yihadista que había huido tras fracasar en su intento de repetir la masacre perpetrada por sus correligionarios unos días antes en el transporte público de Londres. Un brasileño inocente, Jean Charles de Menezes, murió por disparos de policías cuando montaba en el metro en el sur de Londres.

La Justicia analizó el desorden de la operación, que coincidió con un cambio de turnos de trabajo, y la exoneró de responsabilidad personal. Esta hija de profesores de la Universidad de Oxford, que se formó en ese campus y en el de Cambridge, y que un día dejó una gran firma contable para ser policía, siguió ascendiendo. Está ahora al mando de 32.000 personas desde la nueva sede de Scotland Yard en la ribera del Támesis, cerca de la calle que da su nombre a los bobbies de Londres.

Su predecesor le ha dejado una trayectoria descendente de los delitos en la capital británica, aunque un informe reciente señala una cierta pasividad ante los que tienen rango menor. Hereda también una fuerza de seguridad que se apoya de manera creciente en las cámaras y en los ordenadores. Y que seguirá patrullando desarmada en el 90% de sus efectivos. Tiene reputación de ser tranquila y de liderar de manera clara. Los críticos achacan su nombramiento por la ministra de Interior y el alcalde de Londres, Sadiq Khan, a las escrituras de lo políticamente correcto y le reprochan que, cuando fue responsable de la Policía de Oxford, no disolvió una manifestación ilegal porque había niños. Pero lo que para unos es un reproche puede ser para otros un aval.

El mundo a sus pies. Cassandra De Pecol ha recorrido los 196 países del planeta en tiempo récord, 18 meses y 26 días. Por Joseba Vázquez

Según relata en su blog Cassandra De Pecol, Cassie, estadounidense de 27 años, «de jovencita soñaba en viajar a tantos países como fuera posible y hacer de nuestro mundo un lugar mejor». ¿Y quién no? La diferencia es que ella ha cumplido su anhelo con creces. El pasado 2 de febrero completaba una travesía de documental: ese día cruzó de Omán a Yemen, el país número 196 de su peregrinaje, la totalidad de los que existen en el planeta, los 193 soberanos más Taiwán, Kosovo y Palestina, solo reconocidos como estados por parte de la comunidad internacional. Cassie alcanzaba así dos logros inéditos: convertirse en la primera mujer en completar semejante recorrido, y ser la persona que lo ha hecho en un tiempo más breve: 18 meses y 26 días, apenas tres jornadas de estancia media por lugar. El récord anterior estaba en posesión de un compatriota de Michigan, Yili Liu, que en 2010 acabó por pisar los mismos territorios después de tres años, tres meses y seis días de viaje.

De Pecol ha tenido en quién inspirarse, aunque tal vez ni siquiera haya oído hablar de alguna de las aventureras que la precedieron. Entre los años 381 y 382, la hispanorromana Egeria, o Eteria, se desplazó hasta los santos lugares y contó sus experiencias en un libro. Fue una de las primeras viajeras de las que consta registro. En 1856, con apenas 25 años, la exploradora, fotógrafa y naturalista inglesa Isabella Bird visitó las Islas Sandwich, las actuales Hawai, y en 1879 se adentró en las Montañas Rocosas junto al trampero Jim Mountain Bridger, lo que le valió a Isabella el sobrenombre de La muchacha del Oeste. Después visitó Australia, Corea, China, Japón, Marruecos... Un sin parar hasta 1901. Murió tres años más tarde. Fue la primera mujer admitida como miembro de la Royal Geographic Society, la institución británica dedicada al impulso de la ciencia cartográfica.

Y por poner un final al listado de viajeras extraordinarias, la orientalista, cantante de ópera, periodista, anarquista y exploradora franco-belga Alexandra David-Néel consiguió en 1924 traspasar la frontera tibetana, llegando hasta Lasha, la capital. Empleó en ello tres años y sufrió numerosas detenciones porque el acceso estaba prohibido por el imperio británico. Fue la primera occidental en conseguirlo, para lo que tuvo que viajar con identidades falsas y vestida de tibetana.

Ecología, paz y aprendizaje

No ha tenido que hacer uso de triquiñuelas tan arriesgadas Cassie De Pecol, aunque no hace falta extenderse acerca de lo complicado, y en ocasiones peligroso, que pueden resultar ciertas zonas de nuestro planeta. Algunas dificultades ha tenido que solventarlas pagando el correspondiente impuesto a los aduaneros de turno. Respecto a su integridad física, Cassandra no es una chica que se acobarde. Gran deportista, muy aceptable triatleta, la joven domina también el krav magá, el sistema de autodefensa empleado por las fuerzas de seguridad de Israel. Cassi se siente fuerte.

Y tampoco necesitaba esta mujer gran inspiración ajena. Ya hace siete años, con 2.000 dólares en el bolsillo y junto a su hermano, Jason, se empeñó en recorrer Europa. Él aguantó dos meses; ella, dos años, trabajando en hoteles o de socorrista. Después vivió una enriquecedora experiencia en la Amazonia boliviana y ecuatoriana, asesorando a compañías de turismo. Para entonces Cassandra (Connecticut, 23-6-1989) ya tenía en mente la idea de su vuelta al globo. Programó etapas, cotejó vuelos, enlaces, trechos... e, incluso, bautizó el proyecto con el nombre de Expedition 196. Ya solo faltaba una minucia, la financiación. Durante un año reunió 10.000 dólares ejerciendo de canguro, pero el presupuesto calculado ascendía a... ¡200.000! Un buen cable le vino del Instituto Internacional de la Paz a través del Turismo, que le propuso filmar un documental y editar un libro con su aventura. Esa plataforma le granjeó el patrocinio de casi una quincena de empresas. Gasto cubierto, objetivo en marcha.

El 24 de julio de 2015 salió de casa nuestra Phileas Fogg. Su trasiego ha podido ser seguido en directo por medio de Facebook Live y durante el mismo ha conferenciado para 16.000 personas en 41 universidades y convenciones de los cinco continentes. También ha saludado a mandatarios de 50 países, incluido Felipe VI. Siempre con un discurso enfocado hacia el turismo sostenible, el cuidado del medio ambiente y el pacifismo. Aquel sueño juvenil de «un mundo mejor» ampliado a la realización personal. «Marcamos nuestras propias vidas. Nunca dejes de aprender, de ser más amable, más vivo, más compasivo», dice Cassie. Una mixtura de aquel «Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo», que pronunció Mahatma Gandhi, y el «Soy el dueño de mi destino, el capitán de mi alma», de Nelson Mandela. Una espinita le queda a Cassandra: pisar la Antártida. Pero ya tiene planes para extraérsela este mismo año.

Gana el juego limpio. Alhambra Nievas es la primera mujer designada mejor árbitro mundial de rugby. Por Joseba Vázquez

Esta granadina de nacimiento y malagueña de adopción es mucho más que una mujer nacida hace 33 años en Beas, en la provincia que un día perteneció al reino nazarí. Puede decirse, y es exacto, que esta chica está acostumbrada a bregar cada dos o tres semanas con mastodontes de hasta 115 kilos de peso. Se ha habituado a ello porque desde hace cinco años es la única árbitra en la División de Honor masculina de rugby, donde los jugadores no son precisamente frágiles piezas de porcelana. Podría añadirse, y también resulta completamente cierto, que Nievas debutó en 2013 como colegiada internacional, que en 2014 dirigió la final de la Copa del Rey de chicos, que ha actuado en varias ediciones del Seis Naciones femenino y que en lospasados Juegos de Río se le confió la final del rugby 7 de chicas entre Australia y Nueva Zelanda. «Estar en unos Juegos Olímpicos lo había anhelado desde niña», cuenta.

Pero, por encima de todo esto, que ya la sitúa en un nivel sobresaliente, es obligado resaltar otra escrupulosa realidad: que Alhambra es la mejor árbitro (con o) del rugby mundial. Así fue designada el pasado 13 de noviembre en Londres, en el marco de la gala anual de premios que celebra la World Rugby, la federación internacional. Era el segundo año consecutivo en que la malagueña figuraba como nominada, y esta vez se convirtió en la primera mujer de la historia en obtener ese título. Alhambra es única. Como el conjunto arquitectónico con el que comparte nombre (Castillo Rojo). La andaluza fue galardonada junto al sudafricano Rasta Rashivenge, superando a ilustres jueces del balón oval como Jaco Peyper y Jérome Garcès.

Para celebrar el magno éxito la UMA la homenajeó nada más llegar a Málaga, Nievas fue designada asistente en el amistoso que las selecciones de Tonga y Estados Unidos disputaron una semana más tarde en Anoeta, también como primera fémina en tomar parte en un encuentro de esa envergadura.

Perseguir «sueños raros»

«Aún necesitaré algo mas de tiempo para asimilar todo lo que está pasando, todo va muy deprisa, la verdad...», confiesa Alhambra a este periódico. «Pero sí soy consciente de que este hecho, junto con otros paralelos y mucho trabajo detrás, está consiguiendo romper ciertas barreras respecto a algunas funciones dentro del deporte en cuanto a género», añade. Nievas vive en una nube, es feliz, pero su más grande placer le trasciende a ella misma, según confiesa. «La mayor satisfacción es ver la cantidad de chicas que se están acercando al arbitraje... y poder inspirar a todas esas mujeres que no se atreven a perseguir sus sueños porque parecen raros».

¿Raro? Era poco previsible, desde luego, el mayúsculo triunfo internacional alcanzado por una mujer en un campo eminentemente masculino y un deporte en el que España se encuentra lejos de las potencias mundiales. Alhambra, ingeniera de Telecomunicaciones «a falta de presentar el proyecto de fin de carrera», matiza, practicó de niña fútbol, tenis, baloncesto, voleibol y kárate. A los 19 años descubrió el rugby. Fue jugadora aficionada durante once campañas, en tres de ellas internacional con la selección. En 2006 empezó a arbitrar en regional y en 2012 llegó a la máxima categoría nacional masculina. Una carrera vertiginosa. Actualmente se dedica full time al arbitraje. Acaba, de hecho, de regresar de Las Vegas, una de las seis sedes de la WSWS, las series mundiales del ruby 7 femenino, en las que ella es una de las jueces fijas.

«¿Si se puede vivir exclusivamente de esto? Yo lo hago gracias fundamentalmente al apoyo del contrato que tengo con la federación internacional, la colaboración de la Federación Española y de patrocinadores que han creído en mi trabajo. Con esto puedo vivir dignamente y ser feliz haciendo que mi labor sea mi pasión, algo muy difícil de alcanzar en los momentos que atravesamos», valora.

¿En contraste con el rugby de chicas, impresiona salir a un campo rodeada de bigardos de más de cien kilos de peso?

El nivel de contacto es mayor y a veces el ritmo de juego, pero cuando controlas aspectos técnicos y tienes una adecuada preparación física y mental, no aprecias diferencias considerables. Lo único que sí intentas es evitar que te lleven por delante, je je...

¿Se ha sentido a veces más examinada por ser mujer?

En alguna ocasión sí. Pero no siempre de forma negativa;también positiva... La mejor arma es poner una sonrisa y que no consigan amedrentarte. A quien no le guste, que no mire. Yo sigo mi camino e intento hacer mi trabajo como árbitro, función que no debería entender de géneros.

Científica de la vida. Frances Arnold abre el palmarés femenino de los Nobel de Tecnología. Mejorará nuestra existencia. Por Irma cuesta

Hace unos meses, cuando el jurado del prestigioso Premio del Milenio se sentó a evaluar a los candidatos que optaban en 2016 al más alto reconocimiento en el campo de la tecnología, apenas tardaron un día en decidirse. Solo Frances Arnold (Pensilvania, 1956) destacaba de manera excepcional. Aquel día, la científica norteamericana se convirtió en la primera mujer en ganar esta suerte de Premio Nobel del sector de la tecnología y el mundo entero se inclinó ante una luchadora incansable cuya vida cambió cuando, hace ya 21 años, decidió que dedicaría su existencia a crear proteínas que ayudaran a la gente a resolver muchos de sus problemas. Ella misma ha confesado que, cuando comenzó a darle vueltas al asunto, no sabía en dónde se estaba metiendo; que, si lo hubiera sabido, posiblemente habría cambiado de idea.

La suerte debía de estar de parte de la humanidad porque no solo no lo hizo sino que, dos décadas después, es la responsable de lo que se ha bautizado como evolución dirigida, un método que ha permitido crear nuevas enzimas de laboratorio para su uso en catalizadores industriales, un medicamento para la diabetes de tipo 2, detergentes domésticos e, incluso, combustibles a base de azúcar. Y todo, asegura, escogiendo el mejor patrón: la naturaleza. «La evolución es para mí la mejor diseñadora de todos los tiempos. Y me di cuenta de que éste debe ser el algoritmo para futuros diseños, para crear un nuevo código biológico que fuera útil para los humanos», explicó cuando le entregaron el premio.

En aquel acto, la catedrática de Ingeniería Química, Bioingeniera y Bioquímica en el Instituto de Tecnología de California (Caltec), única mujer miembro de las tres más prestigiosas academias de Estados Unidos la de Ciencias, la de Ingeniería y el Instituto Nacional de Medicina, no pudo apartar de su cabeza el recuerdo de algunos de los Arnold que la han precedido. Nieta del teniente general William Howard Arnold, un militar con una lista de condecoraciones casi tan larga como premios ha ido acumulando ella a lo largo de su vida, es más que probable que heredara de él el valor y que fuera su padre, William Howard Arnold Jr., un físico nuclear miembro igualmente de la Academia Nacional de Ingeniería, el responsable de transmitirle su inquebrantable amor por la ciencia.

La mujer que ha sido capaz de conseguir el mayor de los reconocimientos en un mundo dominado por hombres nació y creció en Edgewood, un pequeño suburbio de Pittsburgh. Como otros cientos de estudiantes de secundaria de aquella época, viajó a Washington en auto-stop para sumarse a las protestas contra la guerra de Vietnam. También como buena parte de los universitarios de Estados Unidos, vivió de su trabajo fue camarera en un club de jazz y taxista mientras hacía la carrera y comenzaba a instalarse en su cabeza la idea de mejorar el mundo.

Aprender de la naturaleza

Frances Arnold acabó los estudios coincidiendo con la era Carter y la creación del primer instituto norteamericano de investigación en energía solar, y fue allí donde empezó a convertirse en la científica de éxito que es hoy. Años después, el Gobierno presidido por Ronald Reagan enfocó su esfuerzo en una dirección que poco tenía que ver con la política medioambiental, y la rubia, fuerte e inteligente investigadora llamada a escribir con oro su nombre en la historia de la ingeniería bioquímica volvió a las aulas y se doctoró en biotecnología.

En ese tiempo apuntalaría su compromiso con quienes luchan por una industria química verde y fundaría Gevo, una compañía que trabaja en el campo de las energías renovables. Luego llegaría el momento en el que comenzaría a pensar en la evolución como la mejor diseñadora de todos los tiempos. «Observé la naturaleza y me dije: Bueno, la naturaleza no llegó a diseñar enzimas... ¿Cómo sucedió esto?», ha contado la investigadora cuando le han preguntado cómo empezó todo.

Frances Arnold tiene a sus espaldas varias décadas de trabajo incansable y otros muchos reconocimientos además del Nobel de la Tecnología. Por el camino han quedado años buenos y otros no tan felices, como 2005, cuando le diagnosticaron un cáncer de mama que logró superar tras una lucha titánica. Arnold vive en La Cañada Flintridge, una ciudad en el condado de Los Ángeles en la que a menudo la visitan sus tres hijos: James, Guillermo y Joseph. Un lugar precioso en el que Frank Capra rodó Qué bello es vivir. Pero eso fue mucho antes de que esta mujer contribuyera con su esfuerzo a conseguir que, en el futuro, vivir sea aún mejor.

La chica del Colibrí. Débora Gómez es la primera piloto en la patrulla acrobática de helicópteros del Ejército. Por Inés Gallastegui

El Ejército español abrió sus puertas a las mujeres en 1988. Hoy son uno de cada ocho miembros de las Fuerzas Armadas y siguen derribando barreras. La última: desde enero, la capitán Débora Gómez es la primera piloto titular del grupo acrobático de helicópteros del Ejército del Aire, la Patrulla Aspa, integrada por 14 pilotos y cinco aeronaves. Con sus 55 kilos, la madrileña domina a la perfección el Eurocópter 120 Colibrí, de una tonelada de peso y hélices de 5 metros. «No hace falta mucha fuerza», asegura la oficial, de 35 años, que también es filóloga y antes de convertirse en instructora de vuelo sirvió cinco veces en Afganistán al mando de una ambulancia aérea con base en Herat.

En el cielo de Granada se ven muchos helicópteros. A veces son los de la DGTcazando a conductores con prisa en la autovía, pero casi siempre se trata de los pájaros de la base aérea de Armilla, donde se forman todos los pilotos militares del país de este tipo de aparatos. Construida en 1922, tiene un perímetro de unos diez kilómetros rodeados de alambrada en este municipio pegado a la capital. En la entrada hay una barrera y un control de seguridad. Pero, una vez que enseñas el DNI y te pones la acreditación de visitante, todo son sonrisas.

La de la capitán Débora, que es como la conoce todo el mundo en la base, es franca y abierta. Con su mono azul de piloto, melena corta y nada de maquillaje, espera a las puertas de un edificio vetusto, decorado con fotos y maquetas de aeronaves de todas las épocas.

Sonríe, pero tiene una precisión muy importante que hacer: «No me considero pionera de nada. Siempre me he encontrado las puertas abiertas. Me han tratado como a uno más». Para llegar a donde está, insiste, ha hecho lo mismo que el resto de sus compañeros. «Ni más ni menos subraya. La Patrulla Aspa es una gran familia, y he entrado yo como podía haber entrado otra mujer o un compañero».

Según datos del Ministerio de Defensa, de los 126.000 efectivos de las Fuerzas Armadas, unos 15.000 son mujeres, el 12,5% del total. El porcentaje es algo superior en el Ejército del Aire, donde hay 2.800 féminas (13,6%), 128 oficiales de carrera (5,1%) y 21 pilotos (4,8%). De esas 21, Débora junto a su compañera Eva Gutiérrez fue la primera en convertirse en instructora de vuelo de helicópteros. Con su pericia a los mandos del EC-120 y su entusiasmo, era cuestión de tiempo que entrara a formar parte como titular del equipo acrobático que dirige el comandante Pablo Diego Sánchez.

«Siempre he tenido vocación. Quería poner mi granito de arena en servir a mi país», asegura. En su familia no hay militares su padre es pastelero y su madre tuvo un herbolario y una pajarería, pero Débora creció escuchando a su abuelo contar historias de la Guerra Civil. De niña, pasaba a menudo por delante del antiguo cuartel de Leganés, hoy convertido en la Universidad Carlos III. «Me encantaba ver los pavos reales que tenían en los jardines», recuerda.

Así que nadie se extrañó cuando, con 20 años, ingresó en la Academia General del Aire en San Javier (Murcia), donde aprendió a pilotar avionetas y cazas y, en el último curso, decidió especializarse en helicópteros. Salió en 2007 convertida en teniente y su primer destino fue el Ala 48, con base en el aeródromo madrileño de Cuatro Vientos. Trabajó en sus dos escuadrones: el 402 y el 803. En el primero, encargado del transporte de VIPs, llevó a miembros de la Familia Real y el Gobierno, en tiempos del presidente Zapatero. En esa época conoció al rey Felipe VI, que también pasó por Armlla en 1996. «A veces coge los mandos y pilota él».

Un año en Afganistán

Con el segundo cumplió cinco misiones en Afganistán. En total, casi un año en la Base de Apoyo Avanzado de Herat compartida por fuerzas españolas e italianas pilotando un Superpuma que funcionaba como ambulancia del aire en misiones de evacuación de enfermos y heridos, tanto militares como civiles, desde diferentes puntos del país asiático al hospital de campaña. «Salvar vidas, ayudar a gente que lo necesita, es indescriptible», confiesa.

En septiembre de 2015 decidió cambiar de tercio y volver a los orígenes, esta vez como profesora de la escuela aeronáutica de Armilla, en la que se han formado más de 2.000 pilotos desde 1980. «Me gusta mucho la enseñanza», afirma. Vive dentro de la base, una miniciudad con polideportivo, comedor, dispensario y peluquería en la que trabajan 450 militares y 200 civiles con la misión de formar como pilotos y mecánicos a miembros de los ejércitos, la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía. Para ello disponen de una flotilla de 15 Colibríes y 8 Sikorsky.

Débora Gómez imparte clases teóricas y prácticas a entre 6 y 12 alumnos; cada promoción se queda tres meses. Su horario de 07.30 a 15.00, comodísimo comparado con el de Madrid o Herat, le deja las tardes libres. Es una forma de hablar: después de terminar Filología Inglesa por la UNED, empezó Geografía e Historia, pero ha parado para terminar su Master en Paz, Seguridad y Defensa y estudia francés en la Escuela Oficial de Idiomas. «Soy una empollona», se excusa sonriendo la capitán, que en 2016 terminó el curso de ascenso a comandante. Y aún le queda tiempo para correr, nadar, hacer pilates y salir en bici, aficiones que explican la delgadez de esta adicta al chocolate.

El trabajo voluntario en la patrulla acrobática, fuera de la jornada laboral, implica dos o tres instrucciones a la semana y veinte exhibiciones al año. Su estreno será en Burdeos (13 y 14 de mayo) y después le esperan León y Santander en junio, Vélez-Málaga en julio y Bélgica en septiembre. Los espectáculos de la Aspa no tienen nada que envidiar a los de cazas de la Patrulla Águila. Los helicópteros vuelan más bajo, más despacio y más cerca del público. En cada exhibición, los cinco Colibríes realizan distintas formaciones en el aire la pescadilla, el rombo, la flecha o la cuña y los pilotos muestran sus habilidades con diferentes figuras acrobáticas: el despegue Rienda en homenaje a la esquiadora granadina, la rotura Alhambra, el tiovivo, el tornado o el cruce francés requieren una precisión increíble para evitar el contacto entre los aparatos, con un diámetro de diez metros en el rotor principal. «Volamos muy seguro, no somos camicaces: amamos la vida», bromea.

A los mandos del EC-120, matiza, no hay diferencia entre hombres y mujeres: «El helicóptero se encuentra asistido por un sistema hidráulico. No se necesita mucha fueza». Se lo piensa y añade: «Lo que hace falta es ilusión; con eso se consigue todo». Después de haber sobrevolado los más diversos paisajes, no duda a la hora de elegir: «Mi Madrid». Quizá por eso no descarta regresar algún día a Cuatro Vientos.

Es curioso, pero cuando se le pregunta por sus ambiciones profesionales, la capitán Gómez utiliza una metáfora terrestre. Ni alas ni hélices: «Iré cogiendo los trenes que me ponga la vida, sin una meta concreta».

¿Y cómo se imagina su futuro?

Quiero poder seguir levantándome por las mañanas con ganas de ir a trabajar porque me apasiona lo que hago. Me veo compaginando mi vida personal con la profesional, dejando a mis hijos en el colegio antes de irme a trabajar. Lo que busco en la vida es ser feliz. Nada más.

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