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D. ROLDÁN
Jueves, 29 de diciembre 2016, 00:49
La falsificación de productos se ha convertido en un negocio que está atrayendo a más sectores delictivos. La facilidad con el que se introduce en el mercado y con el que se vende, ha convertido a esta forma de delincuencia en un negocio en alza. Así lo demuestra las incautaciones realizadas por la Policía Nacional en los últimos meses. En la 'operación Tashken', la red desarticulada ganó seis millones en apenas cuatro meses; y en la 'operación Pinar', según señala el inspector jefe del Grupo de Propiedad Industrial de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Policía, se incautaron 264.980 artículos falsificados además de 71 detenidos.
Pero además, los productos falsos tienen consecuencias para la salud. La Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) ha analizado los componentes de un producto auténtico y su falsificación. En el estudio se ha detectado que mientras el auténtico puede temer más de 80 componentes, uno creado en cualquier parte apenas llega a los 25 y en muchísima menos cantidad.
El problema se acentúa cuando a esos ingredientes se les añade otros perjudiciales para la salud y prohibidos. A través de una cromatología de gases y la espectometría de masas se han detectado compuestos prohibidos como el etilenglicol o el alcohol industrial. «También se ha encontrado agua, que puede venir de cualquier lado. Las empresas, por ejemplo, realizan un control microbiológico de su agua», explica Carmen Esteban, directora técnica de Stanpa. También se ha encontrado una carencia de protección ultravioleta, lo que puede dar lugar a dermatitis, irritación ocular, reacciones alérgicas severas, manchas en la piel o fototoxicidad.
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