Al cava le resbala la independencia
No hay boicot. Los bodegueros catalanes prevén una campaña navideña «mejor que las anteriores» pese al rifirrafe político. «El consumidor busca calidad»
julia fernández
Lunes, 30 de noviembre 2015, 00:26
En el supermercado, el trajín de productos en esta época del año es incesante. No es raro encontrarse baldas huérfanas de mercancía y cajas apiladas al lado sin abrirse. Tampoco extraña el vagar de algunos clientes que no encuentran la harina que antes estaba al fondo del pasillo, o la tónica que ocupaba el estante de arriba. Estamos a seis semanas del descorche de la Navidad y las tiendas buscan acomodo a esos productos estacionales que tanto disfrutamos en estas fechas. Turrones, peladillas, polvorones... y cavas, que aunque hay todo el año, ahora son los reyes.
En los despachos de muchos bodegueros el teléfono suena de continuo y sus departamentos de ventas registran un tráfico de correos electrónicos peor que el de la operación retorno a Pekín el día de la fiesta nacional china. Empieza la temporada alta de un sector que este año mira con cierta esperanza al horizonte. En Sant Sadurní dAnoia, la cuna de este espumoso, trabajan ya a buen ritmo para despachar los pedidos. «Las perspectivas son buenas, mejores que en años anteriores», confiesa Pere Guilera, presidente de Pimecava, una asociación profesional privada que agrupa a medio centenar de pequeños y medianos productores. Aunque no se frotan las manos, sí reconocen que el consumo se recupera «poco a poco».
Pero el cava de verdad no solo se hace en el Penedés, ni siquiera solo en Cataluña. Valencia, Extremadura, La Rioja, Navarra y Aragón también se han hecho un hueco en el mapa. Allí miran los datos con la misma ilusión. «Tenemos muchas expectativas», dice Marcelino Díaz, dueño de una bodega con su mismo nombre en Almendralejo. El año pasado despacharon 300.000 botellas y en esta campaña esperan, al menos, repetir. Ellos, además, están centrados en el área que experimentó un mayor crecimiento en 2014: el mercado interno. Según el Consejo Regulador del Cava, que agrupa a 244 productores (de los que solo una veintena son de fuera de Cataluña), el año pasado se produjeron 242,3 millones de botellas. De ellas, 87,6 millones fueron a parar a las mesas de nuestro país, un 7,54% más que en 2013. En los últimos 15 años solo ha habido dos crecimientos similares, en 2006 (8,38%) y en 2010 (8,37%).
Los datos dan alas al sector, aunque nadie lanza las campanas al vuelo. Por precaución y porque hay cierta incertidumbre sobre cómo reaccionará el mercado ante los últimos movimientos políticos de Cataluña. En 2004, el cava se enfrentó a un momento crítico:numerosas voces pidieron que no se consumiese el procedente de bodegas catalanas. La culpa fue del entonces líder de ERC, Josep-Lluís Carod Rovira, que previamente había animado a sus paisanos a torpedear la candidatura olímpica de Madrid. Los datos del desafío se notaron en la estadística de 2005: las ventas internas cayeron un 6,6%. Aquel desencuentro hizo daño a los cavistas, pese a que hoy lo consideren «pasado».
Un producto «sensible»
En 2014 también vivieron otro momento delicado: la consulta prohibida del 9-N. Aunque a la hora de la verdad, en las mesas españolas triunfó el cava en general y no hubo derrumbe de ventas. Ahora asisten a un nuevo capítulotras las elecciones autonómicas del 27-S. Los ganadores, el bloque Junts pel sí, en el que están Artur Mas, la CUP y ERC, han iniciado los primeros pasos para la independencia de Cataluña. ¿Hay posibilidades de un nuevo boicot? José Ramón Pin, profesor de IESE Business School, cree que no: «La reacción del Gobierno y los partidos nacionales en defensa de la unidad de España calman los ánimos».
Los productores también se muestran tranquilos. Confían en la madurez del mercado.«El consumidor es inteligente, lo que busca es la calidad», precisa Guilera. «No vamos a negar que el cava es un producto sensible, pero a nosotros no nos ha llegado ningún comentario desfavorable», subraya Pedro Muñoz, director de cavas de la bodega Roger Goulart, que produce unas 800.000 botellas al año, de las que el 80% son para exportar.«Somos un caso peculiar». Los distribuidores son otros de los que huelen las tormentas de este tipo a kilómetros y este año no aparecen nubarrones en el horizonte. «No hemos notado nada», se sinceran desde una firma con sede en Barcelona. En otra de Sevilla coinciden, aunque allí sí reconocen que hay clientes que hace tiempo que les pidieron incluir cava no catalán en sus pedidos.
Y aunque alguien pueda pensar que estas barreras son una oportunidad para las bodegas del resto del territorio, se equivoca. «Muchas de las que nacieron tras lo de Carod Rovira han desaparecido», explica Pablo Ossorio, enólogo y cofundador de Bodegas Hispano Suizas, con sede en Requena. Y va más allá:«A mí me molestaría que eligieran mi cava solo por no ser catalán». Lo dice un experto que este año ha colocado a uno de sus espumosos (el Tantum Ergo Pinot Noir Rosé) como el mejor de España.
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