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«Nos han robado la niñez y la adolescencia»

«Nos han robado la niñez y la adolescencia»

Ramón, que mantuvo una relación con una chica durante tres años hasta que apareció Manuel, su actual pareja, tardó en asumir su homosexualidad «por culpa del adoctrinamiento de la sociedad» y hoy celebra con orgullo la felicidad de su situación

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Sábado, 11 de junio 2022, 10:57

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Hay silencios que ocultan lo que algunas palabras no son capaces de descifrar, pues forman vacíos enmascarados en sentimientos confusos; pero los sentimientos no tienen nombre ni género y lo que el alma esconde, el corazón revela a contracorriente. Son las encrucijadas de la vida, que a veces no entiende la diversidad, como la de Ramón, que vivía en constante barahúnda, con un amor reñido con el tiempo que le ha tocado vivir, que aunque no lo parezca engaña cuando la sociedad te marca el camino equivocado, sobre todo si vives en un pueblo que tiene sus reglas propias, diferentes a tus pensamientos. La homosexualidad sigue siendo un tema tabú si el ambiente familiar no propicia esa apertura de mente que requiere la situación.

La historia de Ramón es la de muchos jóvenes sometidos a una represión interior que se muestran incapaces de articular las herramientas necesarias que conducen a la libertad. Aunque se ha avanzado bastante, la sexualidad sigue siendo una asignatura pendiente en el curso de la vida que dista mucho de ser aprobada en un horizonte cercano. Se sigue careciendo de ese maestro que te enseñe cómo expresar lo que te nace desde dentro porque determinadas atmósferas contaminan la afectividad más sincera.

Ramón mantuvo una relación de tres años con una chica «a la que traté como una reina, aunque como mujer tengo muchas dudas de que se sintiera realizada».

Por eso Ramón mantuvo una relación de tres años con una chica «a la que traté como una reina, aunque como mujer tengo muchas dudas de que se sintiera realizada». «¿Pero cómo quieres que se sintiera si ni la tocabas?», espeta Manuel, su actual pareja y confidente de un pasado que quisieran borrar por la ausencia de felicidad.

Hoy muestran con orgullo el amor que llevan dos años degustando, desde que se conocieron en una playa nudista de Torre del Mar. «Estaba tan avergonzado que no me moví de la toalla en todo el día», confiesa Ramón, que sintió algo muy especial ese día cuando encontró en los ojos de Manuel un brillo distinto, desconocido hasta la fecha, íntimo hasta arrancar de las entrañas una sensación inédita. Algo le removió por dentro. Desde entonces, junio de 2020, no se separan nunca, solo para trabajar (uno es conductor de ambulancia y el otro se dedica a la hostelería), porque su intención es recuperar el tiempo perdido, «ya que nos han robado la niñez y la adolescencia», comentan a dúo: «Éramos personas que no podíamos expresarnos con la libertad que tenemos ahora».

Con 25 y 26 años, respectivamente, llevan relativamente poco tiempo mostrando sin etiquetas «una normalidad mal entendida, ya que cada uno debiera ser lo que es y no ocultarlo nunca». «Yo salí del armario a los 21 años», recuerda Manuel, «y yo a los 23», apunta Ramón, que tuvo que tomar una decisión drástica cuando su vida caminaba por derroteros impredecibles. «Planifiqué un viaje especial con mi novia a París, y en la ciudad del amor me dijo que teníamos que irnos a vivir juntos, que quería casarse. Ahí fue donde me di cuenta de que no podía seguir más tiempo con esa farsa. No había vuelta atrás. Días después de volver de Francia le dije que teníamos que hablar, pero no me dejó pronunciar ni una sola palabra. Sabía perfectamente lo que le iba a decir...» No es de extrañar si entonces, como ahora, su forma de expresarse delata comportamientos inequívocos. «Es difícil de entender que estuviera tanto tiempo contigo», amortigua la conversación Manuel, que nunca tuvo experiencia alguna con una mujer, pero al que también le costó asumir su condición sexual.

«Emocionalmente teníamos muchas carencias», aseveran ambos, « y eso se notó al comienzo de nuestra relación. Eran continuas frustraciones producto de la inmadurez. ¿Celos?, no, más bien recelos. Es como querer tener una madurez a una edad que no corresponde por culpa del adoctrinamiento de la sociedad, de los padres etc». «Cuando decidí hablar con mi novia, aunque no me dejó, fui luego a hablar con mi madre, que después de preguntarme si tenía algún problema grave y yo negarlo, me dijo: 'entonces ya sé lo que me vas decir, soy tu madre, no soy tonta'. Sobró que le contara que no me gustan las mujeres, sino los hombres. 'Tu padre también lo sabe, pero él necesitará más tiempo para asumirlo, pero lo aceptará, ya verás', y así fue. Hoy voy al pueblo con Manuel con absoluta normalidad, aunque no me gusta utilizar esa palabra...»

«Emocionalmente teníamos muchas carencias y eso se notó al comienzo de nuestra relación. Eran continuas frustraciones producto de la inmadurez«

«Salí del armario un día del orgullo», rememora Ramón, ataviado de arriba abajo con los colores del arcoíris que han brillado con intensidad en el Pride de Torremolinos, donde han querido contar su historia, «que hoy tiene un final feliz, lo que no quiere decir que sigamos teniendo problemas por toda la confusión mantenida durante nuestra niñez y adolescencia. Nos han robado esos años tan bonitos para el desarrollo de una persona...», afirma Manuel, que tuyo que ayudar a Ramón a recorrer esa vereda de contratiempos que él anduvo antes: «Tuve una pareja durante tres años -cuenta Manuel- y al principio me pasó lo mismo que a Ramón, por eso le decía continuamente que se diera tiempo, que ya vería después que lo que ahora era como un problema luego sería una tontería», lo que ocurre en todas las parejas, vaya. Manuel hace todas las labores de casa y Ramón le regala continuas muestras de amor en forma de cenas sorpresas adornadas con corazones que simbolizan la ternura de sus sentimientos.

Ahora, sentados en el Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso, entre besos, arrumacos y caricias, mientras hacen un receso en medio de la diversión, lo tienen claro: «El Orgullo es una fiesta para aquellos que no estábamos invitados a la fiesta». Es la manera de reivindicar que la libertad individual debería estar siempre por encima de corsés de los que quiere desprenderse para siempre el colectivo LGTBI.

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