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La Archicofradía de la Expiración sufría hace cuatro décadas el robo de varios elementos patrimoniales que se hallaban expuestos en la capilla de sus imágenes titulares, en la parroquia de San Pedro. Entre esas piezas artísticas se encontraba una de las coronas, del tipo imperial, de la Virgen de los Dolores, que le regaló su hermano mayor perpetuo, Enrique Navarro, una de las figuras claves en el devenir y configuración de la Semana Santa de Málaga en su última centuria, quien dirigió la corporación perchelera durante 58 años y fue presidente de la Agrupación de Cofradías durante 29 años entre mandatos con cargo electo y como interino.
La presea en cuestión, promovida por Rafael Alfonso García-Hidalgo, vestidor de la imagen mariana y mano derecha de Enrique Navarro, era obra de Manuel Seco Velasco, protagonista indiscutible de la edad de oro de la orfebrería sevillana del siglo XX junto a Cayetano González, nacido en Málaga, tras el traslado de su padre como 'vista de aduana', aunque con solo diez años, su familia se mudó a Sevilla, la ciudad del progenitor, donde abrió su taller.
La corona sustraída estaba ejecutada en plata de ley en su color y sobredorada, con pedrería, y fue ofrecida a la Dolorosa en 1945, que ya la lució en febrero de ese año durante el quinario del Cristo de la Expiración, cuyo montaje se instaló al inicio de la cabecera de la nave del Evangelio de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, donde se encontraba la hermandad desde 1939 –antes, desde 1932 a 1934, estuvo en la Catedral, luego, en 1935, se estableció de forma provisional en la iglesia del Sagrado Corazón y en 1938 pasó a los Mártires–, ya que el templo de San Pedro había quedado en un estado deplorable con motivo de la 'quema de iglesias y conventos' de 1931 y no fue hasta 1946 cuando regresaron los titulares a su sede. Este altar efímero lo presidía el Crucificado de Benlliure, que estrenó potencias y cruz cilíndrica culminada con cantoneras. A su derecha, se situaba la Virgen de los Dolores con la nueva corona, y a su izquierda, una imagen prestada de San Juan Evangelista, conjunto que representaba el tema iconográfico del Calvario.
Si bien esta presea venía utilizándose para los cultos y traslado del Viernes de Dolores hasta su desaparición, lo cierto es que se trató de la primera gran corona de procesión que tuvo la Virgen de los Dolores durante la posguerra, dado que la anterior pieza fue destruida durante los sucesos de 1931 y, por tanto, la efigie era tocada desde entonces con un halo metálico sin ninguna pretensión artística y en 1939 lució una pequeña diadema, que aún se conserva.
Fue el jueves 19 de enero de 1984 cuando, entre las 13 y 16 horas, según las investigaciones, se perpetró el robo de la referida corona de la Virgen de los Dolores, un rosario, un broche de plata con el escudo de los huérfanos de Valdemoro y una de las cantoneras –remate– de la cruz del Cristo de la Expiración. Diario SUR se hacía eco de la noticia dos días después y cifraba las pérdidas en más de dos millones de pesetas de la época, o lo que es lo mismo, más de 12.000 euros de hoy. Al parecer, uno de los miembros de la junta de gobierno de la cofradía fue quien se percató del hurto hacia las seis de la tarde, después de acceder a la capilla de las imágenes. Tras las primeras pesquisas, los investigadores no tenían claro el número de autores que cometieron el delito. «Parece que dos o tres individuos se escondieron en el interior de la parroquia de San Pedro por la mañana esperando que cerraran la misma al mediodía. Una vez que se cerraron las puertas, los individuos treparon por la verja que separa la capilla donde se encuentran las sagradas imágenes, doblando los remates de la misma», describía la noticia. «Posteriormente, se subieron al altar de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores y tras desatonillar la corona, realizada por el orfebre sevillano Seco Velasco a principios de la década de los 40 y regalada a la cofradía por el que fuera hermano mayor de la misma, Enrique Navarro Torres, en 1945, quitaron la misma llevándosela», narraba SUR, que también añadía el hurto de un rosario y broche de la Virgen. Luego, «los ladrones se subieron al altar del Cristo y arrancaron uno de los tres remates de la cruz. Igualmente, intentaron arrancar las potencias que el Cristo tiene sobre su cabeza, no pudiendo conseguir su objetivo. No obstante, en su intento dañaron levemente el rostro de la imagen del Cristo de la Expiración, si bien es poco perceptible», aseguraba este periódico en su edición del 21 de enero de 1984. Fue el propio hermano mayor de la Expiración, Félix Ruiz del Portal, que vivía sus últimos meses de mandato, quien presentó, en la misma noche de los hechos, la correspondiente denuncia en la comisaría. El investigador David J. Varea Fernández expone en un artículo publicado en la revista de la cofradía, en septiembre de 2020, cuatro asientos contables hallados en los libros de tesorería de la hermandad, en los que se revelan que Manuel Seco Velasco cobró por esta corona un total de 17.500 pesetas, cantidad satisfecha mediante dos pagos de 6.000 pesetas (21 de noviembre y 18 de enero) y un tercero de 5.500 pesetas. A este importe se sumó 205,30 pesetas por el transporte desde Sevilla a Málaga.
Tan solo cinco días después de producirse el robo, la Policía resolvía el caso con la detención del artífice de la fechoría, Vicente José Flores Trujillo, de diecinueve años, «natural de Brasil –nació en este país de forma circunstancial, pero toda su familia era malagueña– y domiciliado en Málaga», aclaraba SUR en su edición del 27 de enero de 1984, en una información que incluía dos fotografías, en las que se daba cuenta el estado en que se encontraban la corona y el remate de la cruz del Cristo de la Expiración, la presea, hecha añicos, aunque se podían apreciar con claridad algunos de sus elementos de la ráfaga y canasto, y la cantonera, también destrozada para facilitar su venta.
A este respecto, el periódico de Málaga decía que la corona de la Virgen de los Dolores «fue recuperada por la policía en una situación de gran deterioro. El presunto autor del robo, para perpetrar el mismo, la rompió primero por la mitad y, posteriormente, la partió a pedazos para poder venderla. El broche también fue destrozado y el remate de la cruz del Cristo de la Expiración, machacado. Lo único que se ha recuperado sin daño alguno ha sido el rosario de plata de la imagen de la Virgen», exponía SUR el miércoles 25 de enero de 1984; es decir, un día después de ser detenido el autor de los hechos. «El estado de destrozo es tan grande que parece improbable que la corona pueda ser reconstruida, aunque la cofradía encargará al mismo Seco Velasco este trabajo, puesto que hay algunas partes de la misma que sí pueden ser recuperadas», relataba este diario. Sin embargo, este propósito no se llevó a cabo en todos los términos. De hecho, la nueva presea se encargó a otro taller y no se trató de una reproducción de la destruida, aunque, para su hechura, sí se aprovechó parte de la plata de aquella corona donada por Enrique Navarro, mientras que otros elementos los conserva la archicofradía enmarcados por el cofrade Pedro Gordillo Lomeña en sus dependencias como reliquias de lo que fue. En realidad, la corona de coronación pretendía recrear aquella otra magnífica presea realizada en 1945 por Manuel Seco Velasco, que, en su origen, se concibió con dos acabados, con partes en plata y otras en oro, aunque finalmente fue sobredorada en todo su conjunto en la década de los 50, si bien existen manifiestas diferencias en algunos de sus elementos, principalmente en el canasto y en las entrecalles de la ráfaga.
Es por ello que, contrario a la tónica generalizada en las cofradías malagueñas, la Virgen de los Dolores es la única imagen mariana que no luce su presea de coronación durante su salida procesional, toda vez que la archicofradía se decanta por otra espléndida corona, también de Seco Velasco, de 1960, regalo de Enrique Navarro, que, sin duda, es de mejor factura y diseño, y se caracteriza por su completo programa iconográfico, protagonizado por figuras exentas entre hornacinas y medallones de plata. El encargo de esta pieza fue clave para que la corona de Seco de 1945 quedara relegada a los cultos y traslado del Viernes de Dolores.
Siguiendo con la historia del hurto, el presunto autor del robo, que se escondió en la iglesia y, posteriormente, una vez que se cerraron las puertas, trepó por la verja que separa a la capilla donde se veneran las imágenes de la popular cofradía malagueña, fue detenido «por la policía, según señalaron fuentes de toda solvencia a este periódico, gracias a las huellas dactilares que dejó en la cruz al subirse en la misma para arrancar uno de los remates. Al parecer, es delincuente habitual y estaba en libertad provisional», indicaba SUR,
Este episodio llenó «de consternación al pueblo de Málaga que se solidariza con nuestra hermandad, con innumerables testimonios de repulsa y, a la vez, de apoyo hacia ésta», decía la corporación en su boletín editado en febrero de 1985 en el resumen del año anterior. «Aquel día aciago, llenó de pena y desolación a todos los hermanos de la Expiración y al pueblo de Málaga, que no comprendían cómo podría haberse cometido semejante felonía contra unas imágenes sagradas, objeto de la mayor devoción del pueblo y, sobre todo, del castizo barrio donde se ubican», añadía la publicación de la hermandad, este vez, en un artículo titulado 'Triste aniversario', en el que el anónimo redactor anunciaba que la junta de gobierno de la cofradía había acordado el encargo de una nueva corona al orfebre sevillano José Jiménez Jiménez, que, a la postre, sería la presea de coronación canónica, impuesta el 4 de octubre de 1986, en la Catedral –la Virgen de los Dolores fue la primera imagen mariana pasionista de la capital que fue coronada–, encomienda que se había producido «en un maravilloso gesto de desagravio y de inmenso amor hacia nuestros Amantísimos Titulares, haciendo un esfuerzo económico muy por encima de sus actuales posibilidades (...) para que supla con creces la tristemente desaparecida (...)». En esta afirmación se dejar entrever que este suceso avivó los ánimos de los cofrades, que, casi a la par, comenzaron a mover la coronación de la Dolorosa.
El artículo concluía felicitando a la propia corporación y a su junta de gobierno, «por el acertado acuerdo» y hacía un llamamiento a los hermanos y devotos «para que aporten en su medida, su particular colaboración económica para conseguir hecho realidad nuestro homenaje de amor y devoción hacia nuestra Excelsa Madre de los Dolores», finalizaba la pieza literaria.
El 6 de diciembre de 1985 se desplazaba a Sevilla una comisión de la Expiración para visitar el taller de José Jiménez, con el fin de recoger la nueva corona de la Virgen de los Dolores que se encargó el año anterior, poco después de producirse el robo de la presea, y 45 días después, o sea, el 20 de enero de 1986, la corporación entregó al obispo de Málaga, Ramón Buxarrais, la solicitud formal para la coronación canónica de la Dolorosa, que le fue concedida el 19 de abril de 1986 mediante escrito firmado por el vicario general de la diócesis, Manuel Díez de los Ríos, en el que se le pedía a la hermandad la concreción del proyecto y demás detalles para el conocimiento del prelado antes de ser aprobada por la delegación de Hermandades.
Pues bien, cuarenta años después de aquel desagradable episodio, que terminó con la destrucción de la corona de la Virgen de los Dolores que le regaló Enrique Navarro en 1945, la hoy Archicofradía de la Expiración ha encargado una copia de esta presea al orfebre sevillano Ramón León, quien también viene acometiendo desde 2021 la restauración, en varias fases, del monumental trono de la Dolorosa, realizado igualmente por Seco Velasco entre 1946 y 1952.
La nueva pieza, de la que ya se cuenta con su maqueta para ser probada a Dolorosa en los próximos días, será ejecutada en plata de ley, como la primitiva, y que, incluso, podría utilizarse para la salida procesional del Miércoles Santo. Aunque todavía no hay fecha para su estreno, el primer teniente hermano mayor de la corporación, Juan Carlos Estrada, ha avanzado a SUR que no estará lista para la próxima cuaresma, «pero estaría muy bien que estuviera para el triduo de la Virgen por su festividad, en septiembre de 2025», comenta el directivo de la Expiración. «La corona robada y destrozada tenía un significado muy especial para la cofradía. De hecho, de todas las que tenía de culto, esta era la que le quedaba mejor. La ráfaga era muy original. Por eso queremos recuperar esa corona. Ramón León ha hecho el diseño en base a esa presea», subraya Estrada con entusiasmo, porque, por fin, la Madre del Cristo de la Expiración podrá lucir, de nuevo, aquella corona que tantos años llevó sobre sus sienes y, por consiguiente, se recuperará, de algún modo, una antigua estampa perdida hace cuarenta años.
¿Y qué pasó con el autor del delito después de ser detenido? Vicente José Flores Trujillo, carpintero de profesión, fue condenado por el robo de los elementos patrimoniales de la Expiración. Ingresó en prisión en enero de 1984 en calidad de preventivo, para salir en libertad condicional a los pocos días y reingresar de nuevo a la Prisión Provincial de Málaga en 1987 para cumplir una condena de cuatro años, dos meses y un día de prisión menor. Sin embargo, otra de las grandes devociones de la Semana Santa malagueña se cruzó en su camino y el 30 de marzo de 1988, precisamente Miércoles Santo, el día procesional de la Archicofradía de la Expiración, fue liberado por Jesús El Rico, renovando el privilegio de Carlos III, durante un acto que se celebró a las puertas del Palacio de la Aduana, sede, entonces, del Gobierno Civil. El indultado aseguró, cuatro años después de cometer asaltar a la cofradía perchelera, que lo cometió «porque me encontraba necesitado; estaba parado, en vísperas de casarme y de irme a la mili», decía Flores Trujillo a los medios de comunicación que cubrieron la noticia. «No esperaba que la misma Iglesia me fuera a indultar después del delito que cometí», agregó el reo liberado por Jesús El Rico, quien, en ese momento, tenía dos hijos y llevaba diez meses cumplidos de cárcel.
La liberación del condenado se produjo con el beneplácito de la Cofradía de la Expiración, al ser consultado su hermano mayor, Adolfo Díaz Rittwagen, por la sección primera de la Audiencia Provincial. Díaz Rittwagen, quien también fue el máximo mandatario de la corporación en el momento de la coronación, dio su consentimiento en nombre de la hermandad para la liberación de Vicente José Flores Trujillo. Según reconoció a SUR el hermano mayor de la Expiración, «la cofradía lo perdonaba, aunque aquello fue un golpe muy duro para todos nosotros». Curiosamente, el autor de los hechos recibió la noticia de su liberación por Jesús El Rico, el Viernes de Dolores, día muy señalado en esta corporación y elegido para la celebración de una función solemne y el tradicional traslado de sus titulares.
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