La importante labor desarrollada por Álvaro Príes Gross, hermano mayor de la Congregación de Mena
El congregante destinó importantes donaciones para la reconstrucción de la capilla, incluido el altar y camarín de los titulares, y participó en el diseño y dirección de las obras
ANDRÉS CAMINO ROMERO
Miércoles, 15 de junio 2022, 12:49
La década de los años treinta del pasado siglo ha dejado una profunda huella en la historia de la Semana Santa malagueña por dos acontecimientos que tuvieron lugar: los llamados 'Sucesos de Mayo' de 1931 y la Guerra Civil. En el primero, se produjeron durante los días 11 y 12 de mayo los consabidos asaltos y quemas de conventos e iglesias con la desaparición de gran parte de la imaginería religiosa y patrimonio procesional que se encontraban en las capillas o en las salas de juntas anejas a las mismas. En el segundo, lo poco que había podido salvarse o reconstruirse en el tiempo que transcurrió entre un hito y otro, fue destruido en una nueva embestida contra los templos.
La Congregación de la Buena Muerte fue una de las instituciones nazarenas que más sufrió las iras del populacho en el ataque a la parroquia de Santo Domingo. La pérdida de su sagrado titular, el Crucificado del escultor Pedro de Mena, supuso no solo un duro golpe para los congregantes sino para el conjunto de procesionistas malagueños que vieron cómo una de las más preciadas joyas del barroco español desapareció entre las llamas para siempre. Fueron, sin duda, tiempos difíciles para los 'menosos'. La reconstrucción de la corporación se produjo a partir de 1932, participando en esta ardua labor el congregante Álvaro Príes Gross, quien la presidiría en dos etapas diferentes.
Datos biográficos
Álvaro Príes Gross nació en Málaga, en 1892. Hijo de Adolfo Príes Scholtz, conde de Príes, y María del Pilar Gross Orueta. De esta unión, además, vinieron al mundo Fernando -quien se convirtió en el II Conde de Príes a la muerte de su progenitor-, Blanca, María del Pilar y María Gabriela.
Álvaro fue aficionado al dibujo y al diseño, y había ingresado en la Congregación de Mena siendo niño, a instancias de su tío, el Marqués de la Casa Loring.
Nuestro personaje casó con María de la Concepción de Sentmenat y Güell, VIII Marquesa de Benavent, nacida el 2 de abril de 1904. Hija de Carlos de Sentmenat, IX Marqués de Castelldosrius, e Isabel Güell y López. Fueron hermanos de María de la Concepción, Luisa y Félix, X Marqués de Castelldosrius.
El matrimonio residió -que se sepa- en un edificio de la calle Mariblanca (actualmente el número 21), esquina con Montaño, y no tuvo descendencia.
Durante el periodo republicano y por su propia seguridad no se dejó ver por los círculos sociales de la ciudad. Con el estallido de la contienda civil se marchó de Málaga y regresó tras la entrada del llamado 'bando nacional' el 8 de febrero de 1937.
La Marquesa de Benavent fue nombrada camarera de Nuestra Señora de la Soledad bajo la presidencia de su esposo en la Congregación de Mena.
La esposa de Álvaro falleció en Barcelona, el 18 de octubre de 1970. La misa por su eterno descanso, organizada por los hermanos de Mena, no se celebraría hasta el 20 de abril de 1971, a las 8 y media de la tarde, en la capilla de los titulares en la iglesia de Santo Domingo.
Príes Gross murió en Málaga, el 18 de mayo de 1983. Se conoce por la esquela publicada en el Diario SUR del 17 de mayo de 1984, con motivo del primer aniversario de su óbito, que fue «gentilhombre de cámara con ejercicio de S. M. el Rey Alfonso XIII». En ella se recogía, además, que el día 18 tendría lugar una misa «en la parroquia de San Felipe Neri, a las 8,30 de la mañana; en la parroquia del Sagrario, a las 9,30, 10 y 11 de la mañana; en el Santuario de Nuestra Señora de la Victoria, a las 6,30 de la tarde, y en la capilla de la Dehesa de los Llanos (Albacete), a las cinco de la tarde, serán aplicadas por el eterno descanso de su alma».
Congregación de Mena
Una de las primeras actuaciones reorganizativas llevadas a cabo por el hermano mayor, Antonio Repiso Ramírez, tras los 'Sucesos de Mayo' fue solicitar el permiso del Cabildo Catedralicio para dar culto a la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. La institución presidida por éste solicitó por escrito fechado el 14 de noviembre de 1932 el traslado de la titular mariana a la Catedral. En la instancia, los congregantes firmantes Antonio Repiso, J. Chervás, Miguel Serrano y Álvaro Príes, expusieron que habían logrado recoger algunos trozos de la Virgen de la Soledad y que, por acuerdo de la junta de gobierno, se encargaba al escultor Francisco Palma García su restauración. Necesitaban, por tanto, el visto bueno de las autoridades eclesiásticas para instalarla en un altar que sirviese de trono, en el lateral derecho de la puerta de los Abades o del Sol.
En la reunión capitular del 29 de noviembre, se informó de la autorización que deseaban obtener los hermanos de Mena: «para instalar la venerada imagen de su titular, ya restaurada, en un altar que para esto se erigirá en el lateral derecho de la puerta llamada de los Abades y hará frente al altar de Nuestra Señora de Belén, con celebración de una misa en los domingos y días festivos (la aspiración más adelante es que se diga una misa diaria) una novena de dolores a la Santísima Virgen y la llamada misa de privilegio de Nuestra Señora que el Sábado de Gloria a las 12 de la mañana con toda solemnidad se suele celebrar».
Los congregantes Repiso, Chervás y Serrano redactaron el 13 de enero de 1933 un nuevo escrito dirigido al Presidente del Cabildo, manifestando que: «próximo a terminarse las obras de instalación de un altar donde se dará culto a Ntra. Sra. de la Soledad, deseamos instalar un cepo, que sirva para recaudar fondos con que sudvenir (sic) a los cultos que en honor de nuestra imagen se celebren y conociendo la situación precaria del Clero Español el importe total de las recaudaciones que se verifiquen sean repartidas por mitad en cultos y clero». El Cabildo, por su parte, no puso objeciones a lo solicitado, solamente un matiz, que el Deán anunciaría la forma de apertura y recogida del cepo.
Por un oficio-saluda que el hermano mayor envío a Narciso Díaz de Escovar, el 24 de enero de 1933, se sabe que la primera misa que celebró la congregación, tras la restauración de la Virgen, se realizó el 29 del mismo mes, a la 1 de la tarde en el altar que ocupaba en la Catedral.
En la reunión capitular celebrada el 20 de marzo de 1933, se dio cuenta de que los cultos de Nuestra Señora de la Soledad, tendrían lugar en la semana del 1 al 7 de abril, a las 5 de la tarde.
El periódico La Unión Mercantil de 2 de abril, anunciaba a los cofrades de la celebración de un solemne septenario en honor de la Santísima Virgen de la Soledad, consistente en el rezo del santo rosario, un sermón y una salve.
En una reunión del Cabildo de la Catedral, la del 3 de abril, el Deán hizo uso de la palabra para exponer que: «la Cofradía de la Buena Muerte había manifestado su deseo de que se cantase a sus expensas un miserere en la noche del Jueves Santo y que distintas cofradías habían manifestado su deseo de hacer vela ante el Santísimo durante la noche».
La institución capitular ante la primera petición acordó que se preguntase a la hermandad si el miserere sería para los oficios y si debía celebrarse en la capilla mayor o ante la imagen de la Soledad. En relación a la segunda, se accedía a lo demandado, indicando a los cofrades que mantuviesen el orden y la compostura en la Casa del Señor. Por su parte, la congregación respondía, en primer lugar, que el miserere se cantaría en el trascoro, por ser este lugar de mayor amplitud para la asistencia de cofrades; y, en segundo, que la música sería la compuesta por Eduardo Ocón y Rivas.
El siguiente objetivo de los congregantes fue colocar, junto a la imagen de la Virgen, una fotografía del llamado Cristo de Mena. El Cabildo Catedral accedió a tal pretensión sin ningún impedimento.
En la cuaresma de 1934, la congregación celebró su septenario durante los días 17 al 23 de marzo, siendo el encargado de predicar los cultos el sacerdote José Suárez Faura, rector del Colegio del Loreto de Madrid.
El 31 de mayo de 1935 se celebraría un cabildo de elecciones, saliendo elegido hermano mayor el aristócrata Álvaro Príes Gross.
Poca es la información que se posee de su primera etapa como máximo responsable de la Congregación de Mena. Destaca el interés en aupar el culto interno, especialmente la Misa de Privilegio a la Virgen de la Soledad, y reorganizar la institución nazarena, formándose una nueva junta de gobierno en 1938, tras el paréntesis que supuso la Guerra Civil en Málaga.
El 8 de julio de 1939, tuvo lugar una asamblea para designar a los nuevos miembros de la directiva, siendo nombrado máximo dirigente Emilio Küstner Scheneider. Bajo la presidencia de éste, Príes presentó un diseño para la construcción del trono de la Virgen de la Soledad, pero de los tres que concursaron se seleccionó el de Enrique Ruiz del Portal.
Pasados unos años, en 1960, Álvaro Príes volvía a tomar las riendas de la corporación dominica poniendo como condición que se incluyese en la junta de gobierno el cargo de hermano mayor adjunto, puesto que él no solía residir de forma habitual en Málaga y, por tanto, asistir a juntas, reuniones, cultos y actos protocolarios. Los congregantes así lo acordaron y para este puesto designaron a Rafael Alonso Muñoz.
Un año después, el hermano mayor exigía, para continuar en el cargo, la creación de dos comisiones independientes que gestionara sus propios fondos y en las que debían asentarse los futuros proyectos. Uno, sería dedicado a las mejoras procesionales (bordados de túnicas, enseres y cobertizo desmontable para los tronos); y, otra, la reconstrucción de la capilla, incluido el altar y camarín de los titulares.
El segundo de los proyectos se materializó en muy poco tiempo, debido a las importantes donaciones realizadas por el propio Príes Gross, quien además participó en el diseño y dirección de las obras. Finalmente, la capilla quedó inaugurada por el arzobispo de Sión y vicario general Castrense, Luis Alonso Muñoyerro, el Domingo de Resurrección, 22 de abril de 1962.
Una iniciativa que no puede pasarse por alto bajo su presidencia fue la entrega de réplicas del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en los cuarteles y campamentos de la Legión, que después continuaron sus sucesores.
Pasada la Semana Santa de 1963 se eligió una nueva directiva encabezada por Fernando Soto y Carvajal, conde de Puerto Hermoso y duque del Arco.
Agrupación de Cofradías
La situación en la que se encontraba la Congregación de Mena tras los 'Sucesos de Mayo' determinó que Álvaro Príes no se implicara en la institución que aglutinaba a las hermandades y cofradías penitenciales de la época.
En las actas de la entidad se aprecia su asistencia, por primera vez, a la junta general del 14 de junio de 1935. En su intervención Príes «ruega se le excluya de todo cargo por tener que dedicarse íntegramente a la Cofradía de Mena que preside». Pese a esta petición se le incorporaba como vocal 4.º en la Comisión de Propaganda que presidía Enrique Navarro Torres.
Tras la Guerra Civil, en la reunión celebrada el 28 de mayo de 1936, un representante de la Congregación de Mena, el señor Souvirón, «excusa la falta de asistencia a las sesiones de la Agrupación que obedece a la reorganización de aquella añadiendo que sin embargo la Congregación de Mena renueva su adhesión y entusiasmo por la obra de la Agrupación».
En la junta general del 30 de mayo de 1938 se elegía el nuevo Comité Ejecutivo para el ejercicio 1938-1939, siendo nombrado Álvaro Príes Gross como vocal. Igualmente se le designaba presidente de la Comisión Investigadora de Gastos Procesionales.
En la sesión del 5 de junio de 1939 se renovaba el Comité Ejecutivo y Álvaro Príes quedaba como vocal y para la Comisión del Resucitado también se elegía de vocal.
Estas fueron las últimas noticias que se obtienen de sus vínculos agrupacionales en su primera etapa como hermano mayor.
Con respecto a la segunda, iniciada en 1960, pocas son las reseñas anotadas en las actas agrupacionales. Su asistencia a las reuniones fue inexistente debido, seguramente, a sus múltiples ocupaciones y viajes que se lo impedían.
En la junta celebrada el 30 de octubre de 1962, y a propuesta del presidente Enrique Navarro Torres, se acordó dar el pésame a Álvaro Príes por la muerte de su madre. En la siguiente, la del 21 de noviembre, se dio lectura a un «tarjetón de D. Álvaro Príes, Marqués de Benavent, agradeciendo acuerdo de pésame por la muerte de su señora madre».
A la vista de lo expuesto puede decirse que su mayor legado a la congregación fue la construcción de la capilla donde se rinde hoy culto público a los sagrados titulares, el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Soledad Coronada.
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