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ENCARNI HINOJOSA
Domingo, 10 de noviembre 2013, 09:11
La serie de animación japonesa 'Mazinger Z' comenzó a emitirse en los años 70 en la televisión española y significó la explosión del manga y el 'anime' como tendencias en nuestro país. Tras los dibujos, vino todo lo demás: artes marciales, gastronomía, cultura pop... Hoy en día, en Europa y, particularmente, en España, la cultura japonesa está profundamente arraigada en la sociedad. Sin embargo, el verdadero origen de esta pasión por lo nipón se remonta a 100 años antes. A finales del siglo XIX, una corriente artística seduce a los creadores franceses y, más tarde, al resto de pintores, escultores y diseñadores europeos, incluidos los españoles: el 'japonismo'.
Tras dos siglos de encierro comercial, social y cultural, Japón reabrió sus puertos en 1868 con la restauración imperial Meiji. Debido a este periodo de hermetismo, el país asiático había conservado y enriquecido su propia cultura y tradiciones hasta un nivel único en el mundo. Esto no pasó desapercibido para los comerciantes extranjeros que volvían a pisar tierras niponas y que al regresar a sus países de origen transmitían, verbalmente y con objetos traídos de Japón, la riqueza de su cultura. Más tarde, los propios japoneses empezaron a cruzar sus fronteras, como a la Exposición Universal de Barcelona de 1888. El primer certamen internacional que se celebraba en España contó con la presencia del país asiático. Esto desencadenó una fiebre por lo japonés, desde su mobiliario a su pintura, que caló en la aristocracia y bohemia catalanas.
Una muestra recoge ahora esta atracción por lo nipón. La exposición, titulada 'Japonismo. La fascinación por el arte japonés' , se encuentra en la sede madrileña de Caixaforum y reúne un total de 180 piezas que recorren esta historia de relación artística entre España y Japón. La exhibición, que se podrá visitar hasta el 16 de febrero, comienza con libros que narran la llegada a Japón del jesuita español San Francisco Javier en 1549 o un espectacular biombo al estilo japonés 'namban' que retrata el desembarco de cristianos portugueses en el archipiélago asiático. También documenta con piezas de gran valor la llegada de la 'embajada Keicho' a España y de la que se conmemoran los 400 años en 2013 y 2014. Se expone la carta que redactó el señor feudal Date Masamune, impulsor de la hazaña, en 1613 dirigida a la ciudad de Sevilla, o el casco samurái que el líder de la expedición, Hasekura Tsunenaga, le regaló al rey Felipe III.
Obras de arte para dejar las llaves
La exposición, comisariada por el historiador Ricard Bru i Turull, es la primera que profundiza en el 'japonismo' en España. Aunque algunas obras han sido contribuciones de algunos museos, el conjunto se basa fundamentalmente en colecciones privadas. Uno de los ejemplos que mejor muestran el desconocimiento de este movimiento, a pesar de su importancia, es el de unos platos de porcelana que estaban en poder de un particular. Las piezas 'Gran plato decorativo. Carpas' y 'Gran plato decorativo. Garzas' de Asahi Yaki Tokyo, han pasado de servir como recipientes para arrojar las llaves a la entrada de una vivienda a obras de arte de gran valor por primera vez expuestas.
El 'japonismo', que es comparable en importancia al impresionismo y que experimentó una gran popularidad en el periodo modernista, fue abrazado por muchos artistas españoles en algunas de sus obras. Mariano Fortuny, Pablo Picasso, Alezandre de Riquer, Santiago Rusiñol, Adolfo Guiard, Joan Miró o Isidre Nonell firman creaciones 'japonistas'. A finales del siglo XIX y, sobre todo a principios del siglo XX, el 'japonismo' era sinónimo de modernidad y quien estuviera fuera de la corriente se consideraba desfasado. La cartelería francesa estaba impregnada de él y su mayor exponente, Toulouse-Lautrec, fue uno de los pioneros. La muestra recoge uno de estos carteles, una pintura de Picasso que retrata a una famosa actriz nipona de la época (Sadayakko) o un retrato con una estampa japonesa de Joan Miró.
En la sala, antigüedad y contemporaneidad, Japón y España, se mezclan transmitiendo un sentimiento único basado en la estética nipona. Pinturas tan populares y trascendentes como 'La gran ola de Kanagawa', integrada en la obra 'Treinta y seis vistas del monte Fuji' (1831-1833) del conocido pintor Hakusei, se enfrentan a un biombo de Salvador Dalí que retrata unas 'geishas' modernistas. 'Japonismo' sin patria ni época.
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