
La franja litoral con un faro centenario y la playa donde fue traicionado Torrijos
Un torreón que hoy es visitable y las charcas intermareales son otros atractivos de esta zona de la Costa del Sol, que cuenta con un espléndido sendero peatonal
Hace casi una década que se abrió al público el primero de los tramos de la Senda Litoral en Mijas. Gracias a ese camino, con ... pasarelas de madera, muchos visitantes, además de disfrutar de tranquilos paseos a pie, han tenido una buena excusa para adentrarse en un lugar con más importancia histórica de la que se puede pensar inicialmente.
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La presencia de cuatro torres vigías, una más visible junto al paseo marítimo y otra más escondida en un lugar más elevado entre viviendas residenciales son algunos de los testigos mudos que quedan del pasado, cuando La Cala de Mijas y su entorno, hoy de interés turístico, fue uno de esos lugares estratégicos del Mediterráneo, por estar relativamente cerca del Estrecho de Gibraltar.
Allí cerca incluso tuvo lugar un episodio que bien puedo hacer cambiar la historia de España. Concretamente, aconteció el 2 de diciembre de 1831, cuando el general Torrijos arribó a la altura de este núcleo mijeño.
Este militar, que tenía la intención de llegar a Málaga para hacer un pronunciamiento para restablecer la Constitución de 1812 frente al poder absolutista de Fernando VII, comandaba dos embarcaciones que se vieron sorprendidas a cañonazos a la altura del Faro de Calaburras, que aún no estaba construido, por el bergantín Neptuno.
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Fue la primera de las traiciones que sufrió Torrijos en su intento de rebelión, ya que el barco que quienes le atacaban desde ese barco previamente habían pactado con ellos escoltarlos hasta el Fuerte de Bezmiliana (Rincón de la Victoria).
Ante esta inesperada situación , Torrijos decidió retroceder algunos metros y desembarcar en la cercana playa del Charcón, situada relativamente cerca del mencionado faro.
No muy lejos de esa playa, en el centro de La Cala de Mijas, se puede visitar el Torreón, una atalaya de finales del siglo XVIII que conserva en su interior una sala dedicada a este episodio histórico.
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Esta antigua atalaya es actualmente un centro de interpretación dedicado tanto a este tipo de sistemas de vigilancia como al mar en general.
El edificio, que está abierto al público en horario de mañana habitualmente, tiene en su interior tres salas temáticas. La primera está dedicada a las torres vigías tanto del litoral mijeño como de otros puntos de la costa malagueña. En la segunda de sus dependencias se hace un homenaje a la figura del General Torrijos. En el último espacio habilitado se hace un homenaje al pasado pesquero de este núcleo costero de Mijas, con embarcaciones y enseres relacionados con esa actividad.
No es la única atalaya que sirvió en su día para vigilar esta zona de gran valor estratégico, ya que al Torreón de la Cala, también llamado de la Batería, hay que sumar otros levantados tres siglos antes (a finales del XVII). En concreto, son la Nueva (también llamada de las Pesetas), la de Calahonda (la más occidental) y la de Calaburras.
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Precisamente, esta última, que no resulta fácil de ver, al estar entre viviendas residenciales, está situada a tan sólo unos metros del Faro de Calaburras, uno de los emblemas de la franja costera de Mijas.
Justo a unos metros de la Punta de Calaburras, donde se unen Fuengirola y Mijas se erige este faro. Su origen hay que buscarlo en 1863, si bien la construcción actual data del año 1928. En ese año se levantó, ya que el anterior estaba prácticamente en ruinas. El de hoy, que tiene un gran valor estratégico para las embarcaciones que van del Mediterráneo al Campo de Gibraltar, tiene una altura de 25 metros de altura.
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Además de todos estos enclaves históricos, no hay que olvidar que esta franja costera, que antaño albergó a vecinos dedicados a tareas tanto agrícolas como pesqueras, es un lugar idóneo para disfrutar de las playas.
Allí se encuentran algunas concurridas, pero muy cuidadas, como las del Bombo, la Butibamba o la Calahonda, donde aún se pueden ver los valiosos ecosistemas conocidos como charcas intermareales, que han corrido mejor suerte que las dunas que un día fueron parte de este paisaje costero.
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