Dentro de la eterna relación de frases históricas, muchas de las cuales nunca se sabe si las pronunció la persona a quien se le atribuye, ... hay una que siempre me gustó y que pertenece, según el nada docto certificado de las redes sociales, al canciller alemán Otto Von Bismarck, y es esa que dice que «España es el país más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirse y no lo han conseguido. El día que dejen de intentarlo volverán a ser la vanguardia del mundo». Contaba el profesor Seco Serrano, uno de los grandes historiadores españoles de todos los tiempos (y sin duda quien mejor estudió al malagueño Cánovas del Castillo y su restauración), que a él no le constaba que el líder prusiano hubiese dicho tal cosa, pero a la vez se reafirmaba en que era «una verdad como un templo». A raíz de ello, de una forma magistral tan solo al alcance de quien dominaba las aulas casi tanto como la Historia de España, Seco Serrano relataba la de torpezas cometidas una tras otra en este país de nuestras almas sorprendidas entre el siglo XIX y el siglo XX. «Tenemos más presidentes asesinados que Estados Unidos, y en lo que se refiere a guerras civiles somos doctores honoris causa. En cuanto a reyes, nada más tenemos que mirar a Fernando VII, pero a la vez tenemos el ejemplo de nuestra grandeza como pueblo», y ponía como muestra la reacción a la invasión napoleónica o la supervivencia de los años 40 del pasado siglo. Me imagino que Seco Serrano, si levantara la cabeza, pediría 'asilo exprés' en cualquier otro país del mundo al ver, por ejemplo, lo que ocurre en Cataluña, o simplemente si hubiera sido testigo de las dos sesiones de investidura que este país bendito ha soportado esta semana, con discursos impropios y carentes de ninguna altura de quienes nos representan. España está en la inestabilidad desde hace meses, y así seguiremos. Loor y gloria a los mediocres que se han instalado en la Moncloa y en sus alrededores, porque ellos pueden llevarnos a la ruina más absoluta. Pero ni por esas lo consiguen. Seguro que Seco pondría de nuevo esta época como demostración de nuestra grandeza, como prueba fehaciente de que esta «España mía, esta España nuestra...» (como cantaba la inolvidable Cecilia) es capaz de aguantar todas las mediocridades, todas las putadas habidas y por haber...
No sé si Bismarck fue el autor de la frase, pero el padre de la misma acertó de pleno. Dios mío, llevamos dos siglos de locos, pero además cuando parecía que habíamos levantado cabeza, cuando pensamos que de la mano del ejemplo de la transición se olvidaría la España cainita, resulta que no, que ha llegado una pléyade de iluminados de la mano del populismo y del catetismo y quieren que nos estrellemos. No lo conseguirán, entre otras cosas porque estamos más entrenados que Mariano Haro en sus tiempos, y «mi querida España, esta España mía, esta España nuestra» saldrá adelante, pero, cuidado, no se levantará sin cicatrices. Estamos jugando con fuego, pero no se dan cuenta. Lo avisan los 'cuaternarios' líderes de la transición que aún viven, pero los osados propietarios de los titulares de los periódicos de hoy los miran con desprecio, el que nunca se ha de tener con la sabiduría de los mayores. Tiene mérito que sigamos adelante. Por todo ello, la supuesta frase de Bismarck sigue teniendo toda la validez del mundo. ¡Ay, esta España nuestra...!
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