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Lo reconozco: cada vez que voy de visita a la Escuela de Informática siento una especie de envidia retrospectiva o nostálgica. Veo cómo las empresas ... se rifan a los estudiantes y las múltiples oportunidades profesionales que tienen éstos para elegir en su propia ciudad. Y no puedo evitar acordarme del panorama que teníamos en la carrera de Periodismo, allá por los primeros 2000. Y digo Periodismo porque es lo que yo estudié, pero pasaba lo mismo, y sigue pasando, en muchas carreras: nos pasábamos los cuatro años escuchando frases como «Os vais a morir de hambre» o «Vais de cabeza al paro». Sabíamos que muy pocos conseguiríamos trabajar de aquello que habíamos estudiado y, efectivamente, así ha ocurrido: la mayoría de mis compañeros tuvieron que reorientar sus pasos hacia otras profesiones.
Quizá por haber vivido ese desasosiego de salir de la Universidad y encontrar un erial laboral soy incapaz de comprender que no hayamos sido capaces todavía en Málaga de ampliar el cupo de las carreras tecnológicas. Ingeniería Informática lleva estancada muchos años en 140 plazas y el Grado de Ciberseguridad e Inteligencia Artificial no llega a 70 (y no olvidemos que este nuevo título se creó a costa de eliminar otro). Así que año tras año, cientos de jóvenes se quedan fuera de estas carreras y, a la vez, las empresas que han acudido a la llamada de la Málaga tecnológica -esas a las que recibimos con alharacas y promesas de que este es el «Silicon Valley del sur de Europa»- se desesperan porque no encuentran trabajadores cualificados. Si alguien entiende esto, que me lo explique.
Parecía que el próximo curso por fin esto iba a empezar a cambiar. Llevamos todo este curso escuchando que las universidades andaluzas van a incrementar su oferta de plazas en las carreras tecnológicas. Pero resulta que no va a ser así; que Málaga tiene que seguir esperando. ¿De quién es la culpa? La Junta dice que de la UMA, que no presentó no sé qué papel a tiempo; la UMA dice que la Junta no le aclaró con cuánto dinero podía contar... Sinceramente: me da igual. La una por la otra y la casa sin barrer.
Dejemos de hablar de culpa y hablemos de responsabilidad y de liderazgo, por favor. No puede ser tan difícil. Fuimos capaces de hacerlo con el IMEC: todas las administraciones colaboraron lealmente para conseguir algo importante. Tener una Universidad capaz de formar todo el talento que necesita la Málaga tecnológica para seguir desarrollándose también es importante, aunque no sea tan resultón como un centro de desarrollo de microchips. Y, además, cuesta mucho menos dinero.
Creo que en el fondo, lo que ocurre es que esta ciudad -y algunos políticos- no es consciente de verdad de la oportunidad que tiene delante. Cambiar la estructura productiva no es nada fácil. Y aquí está ocurriendo: el sector tecnológico genera cada año cientos o miles de empleos con buenos sueldos para nuestros jóvenes. En una provincia con más de 100.000 parados y una renta per cápita entre las más bajas de España, me parece un pecado que no garanticemos que todo aquel que quiera cursar estudios en tecnología pueda hacerlo. Porque el tren no va a estar para siempre parado en la estación.
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